Pepe Domingo Castaño (COPE) lo cuenta todo en sus memorias

Pepe Domingo Castaño

En Diario de León leemos que «Hasta que se me acaben las palabras», del conocido locutor de radio Pepe Domingo Castaño, es un libro cautivador, rico en anécdotas personales y nombres propios del mundo del periodismo y de la sociedad de nuestro país, que repasa la vida personal y profesional de una de las figuras claves para entender la historia de la radio en España en los últimos cincuenta años.



Con prólogo de Julio Iglesias, quien subraya los lazos de amistad que le unen al comentarista deportivo desde principios de los años 70 —cuando ambos empezaban su aventura, uno en la radio, el otro en la música—, a lo largo de sus casi 600 páginas, el autor desgrana, con gran emoción y una prosa directa, emotiva, sincera y sin filtros, todos sus recuerdos de radio y vida, como apunta el subtítulo del libro, que no son más que los de un hombre sencillo, un gallego que se enamoró de la radio que su madre escuchaba cuando él aún era un niño y Padrón, el pueblo de su infancia, todo su universo.

Desde aquel joven al que una emisora de radio le abrió la mente y le hizo querer conquistar el mundo más allá de la aldea donde nació, hasta el periodista que es hoy, Pepe Domingo invita a sus lectores a acompañarle en un paseo por la vida y las experiencias profesionales de un hombre que decidió no estancarse para probar con valentía distintos caminos laborales, como la televisión o la música, y que se erigió como un referente de las ondas, la voz que ha acompañado a distintas generaciones de radioyentes a lo largo de las últimas décadas.

Complejo de inferioridad
Un libro autobiográfico que ha querido dividir en dos partes muy diferenciadas para evocar, en la primera de ellas, al niño y al adolescente que fue —y así componer un retrato fidedigno del hombre que ahora es, «un hombre desconfiado –dice–, que ha tardado muchos años en quitarse de encima ese complejo de inferioridad que te metieron en el alma aquellos niños que entonces jugaban contigo como haciéndote un favor»—; y detallar, después, al profesional de la radio en que se ha convertido gracias a su esfuerzo, a su tesón y a esa enorme capacidad para soñar que le viene acompañando durante toda su vida.

Así, en la primera parte, que titula Gotas de lluvia y morriña, Pepe Domingo —Pepe el Costilleta, como le llamaban en el pueblo— se detiene en su infancia y adolescencia para rememorar sus primeros pasos en Padrón, donde su familia se mudó a los pocos días de venir al mundo en la aldea de Lestrove, de la que Rosalía de Castro da cuenta en alguno de sus versos; la ajetreada vida familiar —él es el segundo hijo de los doce que tuvo el matrimonio formado por Antonio Castaño y Rosa Solar—; sus años de estudiante en el colegio apostólico de Corias, en Asturias, donde, animado por sus padres pero sin demasiada vocación, estudiaba para convertirse en fraile y donde empezó a encariñarse con los micrófonos, tras montar una emisora de radio, Radio Cauriense de Corias, junto al padre Iparraguirre; el año de noviciado en el convento de San Pablo de Palencia (1958, para ser exactos), donde «un muchacho vestido de fraile por unos meses le preguntaba al espejo si eso de estudiar para santo valía la pena».

Amigo de Jesús Torbado
Compañero de estudios de Pepe Domingo tanto en Corias como en los dominicos de La Virgen del Camino fue el escritor leonés Jesús Torbado, premio Alfaguara de novela con Las corrupciones, «un libro de recuerdos de sus años de internado en el mismo colegio que yo. Lo que él cuenta no tiene nada que ver con lo que yo viví con él durante cinco años. Y lo que a él le sirvió para ganar un premio y poco más, para mí fue la oportunidad de convertirme en una persona que ha aprendido a vivir en paz consigo mismo, a respetar a los que te rodean y a creer que ha valido la pena ser buena persona sobretodo», cuenta en el libro, cuyos beneficios serán donados por parte del autor a partes iguales, a Cáritas y Aesleme (Asociación para Estudios de la Lesión Medular Espinal).

Tras «colgar los hábitos» y el descubrimiento de la sexualidad, Castaño hace sus primeros pinitos como profesor de latín —lengua que había aprendido mientras se preparaba para ser fraile—; el hastío de un trabajo rutinario en Picusa, la fábrica de pieles y curtidos ubicada en las cercanías de Padrón, la misma en la que trabajaba casi todo el pueblo y que a él le supuso un martirio que duraría varios años; algunas locuras de juventud y un buen puñado de recuerdos de vida, hasta el día en que escuchó en la radio del taxi de su amigo Arturo Pardal la convocatoria abierta para encontrar nuevas voces radiofónicas organizada por Radio Galicia en Santiago de Compostela, de la Cadena Ser, lo que marcó definitivamente su destino, dejando atrás un puesto de trabajo seguro, el amor de una familia numerosa, el refugio de su pueblo y unos cuantos buenos amigos.

«Estábamos en 1965, tenía 23 años. Delante de mí, detrás de las torres puntiagudas de la hermosa catedral, estaba el futuro», recuerda el autor en el último capítulo de la primera parte de sus memorias.

Tempestades y pasiones
Todas aquellas personas, aquellos lugares y los acontecimientos que marcaron el pulso de su infancia y juventud —y lo llevaron en volandas por esa primeras etapas de su vida—, son rememorados por la pluma de Pepe Domingo con enorme sensibilidad, nostalgia y amor a sus orígenes humildes y a su familia, mostrando al lector que la suya es la vida de un hombre sencillo que tiene la grandeza de quien nunca se ha creído más que nadie, un hombre que se ha apoyado en los pilares de la familia, el amor y la amistad y que siempre ha luchado por hacer realidad sus sueños.

Ya en la segunda parte de sus memorias —titulada De tempestades y pasiones profesionales— el autor se centra en recordar su faceta más profesional, aunque entrelaza esos recuerdos de radio, sobre todo de radio. También llegó a saborear el éxito como presentador de televisión y cantante.

Matrimonio fallido
Con algunas pinceladas de su vida privada, pero sin querer detenerse en los detalles, ocupan un lugar en las páginas de este libro, en su memoria y en su corazón, su fallido matrimonio con María Luisa Seco, la reina de los niños en televisión; el momento en que conoció a Tere, su novia eterna, como él la llama, «la verdad más pura de mis verdades»; el nacimiento de su segundo hijo —el primero, hijo de Tere, lleva sus apellidos y su amor paternal—; su boda en Bahamas, pactada con la revista Diez Minutos, «la única vez que vendimos nuestra intimidad»; sus viajes a Padrón, en compañía de sus amigos más cercanos; su amor por el Deportivo de la Coruña o el infarto que sufrió en 2013 y que durante un mes le apartó de sus queridos micrófonos, ocupado en salvar su cansado corazón.

Pero son, sobre todo, los hitos de su andadura profesional desde sus comienzos en Radio Galicia, en Santiago de Compostela, hace ahora 56 años, los que llenan de anécdotas las páginas de los 27 capítulos que conforman la segunda parte de Hasta que se me acaben las palabras. Y es a través de estas páginas –más de la mitad del libro–que el lector conocerá no solo la intrahistoria vital de Pepe Domingo Castaño sino también las transformaciones que ha vivido este apasionante medio en sus últimos 50 años de historia. En esas líneas que destilan verdad en cada párrafo, en cada frase, en cada palabra, descubrimos que las calles de Santiago de Compostela se le quedaron pequeñas y también esa emisora de provincias que le ofreció su primera oportunidad; y cómo Pepe Domingo decidió, entonces, lanzarse de nuevo al vacío persiguiendo su sueño y marcharse a Madrid, con la excusa de hacer un curso de periodismo que no era verdad.

La ciudad de los sueños
«Había algo más que aquella ciudad, que aquella emisora, que aquellos programas. Había una capital esperándome para recoger los sueños que todavía me quedaban intactos», explica Pepe Domingo. Era el 1 de enero de 1966 y, una vez más, empezaba la cuenta atrás de su futuro profesional. Sus grabaciones de libros para la ONCE, donde ganó las primeras pesetas que le dieron de comer en Madrid; su voz en algunos documentales de TVE; su trabajo como locutor de Los 40 principales y la oportunidad que el destino le brindó para hacer Matinal Ser sustituyendo a su ídolo de siempre, Joaquín Prat, cuando éste se puso enfermo —y que le supuso su salida de la Ser, al escucharle los directivos de la emisora de Santiago de Compostela, donde aún mantenía un contrato en vigor—.

Cómo llegó a convertir Discoparada en un éxito rotundo desde el primer día y en un programa de culto entre los jóvenes, desde una emisora pequeña como era Radio Centro; cómo el éxito del programa propició la vuelta a su añorada y querida Ser, cinco años después de dejarla, donde inició una nueva andadura con el programa vespertino Cita a las tres con tres; la presentación de Biblioteca joven, de TVE, junto a la que sería su primera mujer, María Luisa Seco; su primer premio Ondas por El gran musical, un programa en directo de una hora de duración, presentado junto al inolvidable Joaquín Luqui y realizado los domingos por la mañana desde una discoteca de Madrid, «que estaba destinado a durar muchos años a pleno rendimiento»; el lanzamiento de su primer disco, Neniña, «mi primer número uno en el difícil mercado de la música pop», recuerda; sus colaboraciones en las revistas ¡Hola! y Diez Minutos; una de cuyas notas le enemistó durante años con Luis Eduardo Aute; el final de El gran musical y el inicio de Viva la radio, que explica bien Pepe Domingo al decir que «había muerto el locutor disc-jockey y había nacido el locutor todoterreno»; o su controvertido artículo sobre la SGAE que Castaño escribió a petición de Jimmy Giménez Arnau para El Indiscreto Semanal, con el que ganó una denuncia interpuesta por los directivos de la SGAE y perdió la amistad con Giménez-Arnau.

Con nombre propio
Todo lo cuenta Pepe Domingo con profusión de detalles, deteniéndose en aquellos nombres que supusieron un punto de inflexión en su futuro profesional: Carlos Martínez Barbeito, en ese momento jefe de programas culturales de TVE; Rafael Revert, hombre fuerte de Radio Madrid FM; Joaquín Prat, «nada más y nada menos»; el realizador de TVE Ricardo Acedo, quien le puso frente a las cámaras de Biblioteca joven y le presentó a María Luisa Seco; Manuel Zuasti, director de Radio Centro, donde José Domingo pasó a ser Pepe Domingo; y sus compañeros de micrófono, Jesús Alarcos, Arturo Rodríguez, Joaquín Luqui o Iñaki Gabilondo, entre muchos otros.

Pero es sobre todo a partir de 1988 cuando la carrera radiofónica de Pepe Domingo Castaño despega de forma vertiginosa, tras abandonar el programa Onda Media, aquí la Ser, donde todo el protagonismo recaía en Iñaki Gabilondo. Será entonces cuando llegará su gran oportunidad, justo en el momento en que sustituye a su admirado Joaquín Prat al frente de Carrusel deportivo, «tras firmar el mejor contrato de mi vida».

Los más de veinte años en que formó parte del equipo de Carrusel, hasta su abrupta salida en 2010 siguiendo a su admirado compañero y amigo Paco González en una nueva aventura en Cope, son relatados con precisión de relojero a través de una prosa que destila grandes dosis de nostalgia y tristeza.

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