Pepa Fernández (RNE): «Desde que tengo 50 años digo más que soy feliz»

Pepa Fernández

Heraldo.es publica que según la inteligencia artificial, lo primero que debería preguntarle es cuál fue el motivo que le empujó a ser periodista. ¿Qué le parece?

  • Bueno, me parece una pregunta muy previsible. Algún día que he estado muy agobiada de trabajo mi hijo me ha dicho que por qué no le pido a la inteligencia artificial que me haga una entrevista.
    Una vez me hizo una demostración pero es muy previsible, aunque bueno, no son incorrectas, que ya está bien. Y dándole respuesta, más que periodista yo quería ser comunicadora.
    Y más que comunicadora, yo quería dedicarme a la radio. Porque en mi casa siempre sonaba la radio. Era como la banda sonora de mis despertares, de mis desayunos, de mis tardes…
    Dije, yo quiero estar ahí, quiero hacer esto. Pero nunca pensé que fuera a conseguirlo.
  • ¿Tuvo facilidades para cursar la carrera y para abrirse paso hacia esta profesión?
  • Para cursar la carrera sí, porque yo era muy empollona. Mis profesores y mis padres pensaron que estaba desperdiciando una nota de corte tan alta en una carrera que me iba a llevar al paro necesariamente.
    Porque entonces ya era así. Te estoy hablando de hace 40 años. Y ya pensaban que el periodismo era una titulación que no tenía ningún futuro.
  • ¿Y más, quizá, para una mujer? Los referentes de aquella época eran masculinos.
  • No sé si eso influía, porque ya en ese momento había muchas mujeres periodistas estudiando en la facultad, había más que hombres.
    Otra cosa es que después las mujeres no lleguen a los puestos de dirección. Pero es verdad que había carreras para chicas, como Magisterio o Farmacia.
    También estaba bien visto trabajar en un banco, una idea que a mí me horrorizaba directamente.
  • Dice que estudian muchas más mujeres, pero que les cuesta más llegar a puestos de responsabilidad. ¿Sigue pesando la conciliación?
  • La conciliación marca muchísimo a una mujer. Porque aunque quieras y aunque tú pretendas trabajar y seguir llevando la vida de siempre, cuando eres madre te encuentras con muchísimas dificultades y con muy pocas ayudas.
    Entonces depende de si tienes abuelos cerca. Y desde luego las ayudas gubernamentales no son ni suficientes ni eficaces.
  • ¿Cómo recuerda los orígenes en aquella radio de hace 40 años y cómo ha evolucionado?
  • Yo empecé trabajando en una emisora de mi pueblo, en Cervera, provincia de Lérida. Tenía 18 años y era una radio local, no era una pequeña, porque que estaba integrada en una cadena de emisoras, y eso me dio una visión desde el primer momento bastante completa de lo que era ese mundo.
    Tenía sus ventajas e inconvenientes. Lo bueno es que es una escuela maravillosa para aprender. Maravillosa. Lo malo es que tienes poca audiencia.
    Pero yo hice de todo, empecé con programas de niños, informativos… A veces estaba yo sola en la técnica también, o salía con la unidad móvil.
    Fue mejor aprendizaje incluso que la carrera.
  • ¿Cómo ha cambiado la relación con los oyentes?
  • No sé si eso ha evolucionado o sigue siendo la misma relación, es un medio un poco más plano que otros en cuanto a evolución.
    Lo que más ha cambiado es la audiencia potencial. Ahora tienes una audiencia enorme. Hasta donde llega internet, llega tu radio, llega tu voz y llega tu programa.
    Porque es accesible desde cualquier lugar. Las nuevas tecnologías han dado a la radio algo que no han dado a ningún otro medio: unas posibilidades enormes sin los peligros que puede tener, por ejemplo, la piratería para el cine o para la literatura.
    A nosotros solo nos ha beneficiado, nos permite tener un público enorme, eso es muy alentador. Antes recibías una carta desde Suecia porque un radioaficionado había captado la onda y eso era como ¡guau!
    Y ahora te escriben regularmente desde América, desde Asia, gente que ha aprendido a hablar español gracias a la radio. Eso es muy gratificante.
  • También permite escuchar el programa a cualquier hora.
  • Y seleccionar los contenidos. Puedes escuchar el programa del fin de semana un lunes o un martes y escuchar solo lo que te interesa. Eso es maravilloso.
    También la posibilidad de recibir una respuesta inmediata, por las redes sociales, el correo electrónico…
  • ¿Esa ‘podcastización’ de la radio le ha llevado a adaptar sus contenidos o a pensar en una nueva forma de hacer radio pensando en esa fragmentación?
  • Yo no he cambiado mi forma de hacer radio. Lo único que ha cambiado es que cuando acabas el programa dices, vamos a sacar esto o esto.
    Hay secciones que ya salen automáticamente porque sabes que tienen un seguimiento muy regular. Por ejemplo, tenemos una de latín que se escucha muchísimo en los institutos, por lo que sabes que hay que sacarla siempre.
    Pero la verdad es que no pienso tanto en eso. La esencia del programa sigue siendo un programa de cinco horas de acompañamiento durante buena parte de una jornada.
  • ¿Cómo hace para tener enganchados a tanta gente durante tanto tiempo?
  • Yo diría que la fórmula es muy fácil, pasarlo bien. Si tú lo pasas bien tienes más posibilidades de que la persona que está escuchándote lo pase bien.
    Eso se nota muchísimo. Tengo la sensación de que en la radio se nota todo. Porque la voz es, siempre lo digo, muy transparente.
    Si estás de buen rollo, si te llevas bien con los compañeros, todo eso se nota. Así enganchas a la gente o, al menos, tienes más facilidad para hacerlo.
  • ¿A qué le da más importancia tras tantos años tras el micrófono, al qué cuenta o al cómo lo cuenta?
  • Tengo la sensación de que es más importante cómo cuentas las cosas que lo que cuentas. A veces me dicen, ¿por qué no haces una sección de, pongo por caso, ingeniería? Yo digo, perfecto, pero no me digáis qué, decidme quién.
    Porque hay personas que a lo mejor no son las que saben más de ese tema, pero saben explicarlo bien, saben contarlo bien. Y en la radio lo que funciona es el comunicador, el buen comunicador.
    Para mí es más importante cómo cuentas las cosas que lo que cuentas, aunque evidentemente no puedes contar tonterías.
  • Lo que no ha cambiado es que se trata de una profesión muy vocacional y sin horario. ¿Cómo lo gestiona en su caso, que lleva media vida en el fin de semana?
  • Cumplo cuarenta años en la radio, y treinta los he trabajado el fin de semana. Con lo cual, mi vida es absolutamente loca. Recientemente hice tres temporadas de lunes a viernes, y me costaba más adaptarme, estaba como descolocada.
    Para mí, los domingos por la tarde son los mejores días de la semana, porque luego tengo dos días más o menos libres.
    Uno se hace la vida en función de sus necesidades, en mi caso, en función de trabajar el fin de semana. Ha sido difícil porque tengo un hijo que, durante muchos años, me preguntaba por qué no trabajaba cuando trabajaban las otras madres.
    Tenía una ventaja, podía ir a llevarle al cole, recogerle todos los días, pero no podía estar con él el fin de semana, estaba con su padre.
    Entonces era un poco doloroso. Pero ya está.
  • Es una divulgadora global, pero sobresale en el ámbito cultural. ¿Quiénes son sus referentes?
  • La cultura, para mí, es lo que merece la pena de lo que nos rodea, lo más aprovechable y lo que yo puedo contar como periodista.
    Todo lo que he aprendido, lo he aprendido gracias al amplio mundo de la cultura, a la literatura, las artes plásticas, el teatro, al cine.
    Eso es lo que merece la pena divulgar. Entiendo que no se puede vivir sin política, que hay que hablar de fútbol y de deportes, del corazón… pero si yo puedo elegir, elijo hablar de cultura, que es lo que creo que me ha hecho ser como soy y lo que soy.
  • ¿Cree que hay una sobreoferta cultural o nunca es suficiente?
  • Ahora hay una sobreoferta de todo. Y hay que saber escoger. Por eso creo que nuestro trabajo es muy interesante, porque podemos dar pautas de cosas que merecen la pena. Después cada uno escoge.
    Cuando pillo algo que creo que merece la pena, me implico a fondo, me hago pesada incluso, porque tengo la certeza de que eso vale.
  • ¿Entiende la cultura como un agitador de conciencias o como entretenimiento?
  • Hay cultura para todo. El entretenimiento también te ayuda a crecer. Pero después hay una cultura que remueve conciencias. Peris Mencheta está dirigiendo en el Teatro de la Abadía (Madrid) una obra de Wajdi Mouawad que es maravillosa, se llama Cielos, es parte de una tetralogía y te deja pegada, inquieta, preocupada, te quedas preguntándote qué hemos hecho mal para vivir estas tragedias humanas que estamos viviendo en el siglo XXI.
  • Solo recomienda libros que se ha leído, y no recomienda pocos. ¿Es adicta a la lectura?
  • Leo a todas horas. Me levanto temprano y cuando me desvelo, por ejemplo a las dos de la mañana, aprovecho y leo. Voy en el autobús o en un avión, leo.
    Estoy leyendo continuamente. Procuro que sean cosas que me interesen. A veces pasa que te gusta un autor y cuando publica su última obra, con la que te has comprometido a hacer una entrevista, resulta que no te gusta.
    También me lo leo. Quiero decir que un periodista cultural no ve solo el cine que quiere ver. Pero a priori, para que yo decida apostar por un libro, por una película, por una obra, tiene que haber al menos algo que me llame la atención.
  • Este año perdimos a Carlos Saura. ¿Qué suponía para usted, que tantas veces le entrevistó?
  • Saura me parecía un hombre del Renacimiento. Todos le conocemos por sus películas, pero las inquietudes de Saura eran tantas, y era tan maravilloso entrevistarle.
    Yo recuerdo una en el auditorio del Museo Reina Sofía. Iba con una cámara y estaba lleno de gente, y su interés máximo era sacar fotos del público.
    Era un hombre lleno de inquietudes, de curiosidad, que vivió hasta el último momento con ese motor, que es en definitiva lo que hace, lo que distingue la buena de la mala vida.
  • También conoció bien a José Antonio Labordeta.
  • Labordeta era maravilloso. Era uno de los seres más coherentes, con más dignidad que yo he conocido en mi vida. Y después tenía esa bonhomía y ese saber conectar con la gente que lo hacía tan grande.
    Tenía una sección en nuestro programa con José María Íñigo que se llamaba ‘El Gruñidero’, porque ambos eran dos abueletes, así que cuando emprendían una causa daban guerra.
    Y le paraba la gente por Zaragoza para decirle, quéjese de esto. Llevaba las quejas a la radio, con esa simpatía, sin querer ser simpático.
    Porque Labordeta no pretendía ser simpático, pero era una persona a la que era imposible no querer.
  • ¿Ve alguna seña de identidad propia de la cultura aragonesa en estos artistas que traspasan fronteras?
  • Los grandes creadores lo son estén donde estén, salgan de donde salgan. Es verdad que Aragón tiene unas peculiaridades, pero yo diría que ha dado genios universales que son admirados y entendidos en todo el mundo por ser capaces de reproducir lo pequeño y hacerlo grande, universal.
    Esa es la principal cosa que destacaría de personas que, a partir de sus raíces y de su tierra, han conseguido hacer una obra para todo el mundo.
  • A usted le preocupa especialmente el lenguaje. ¿Lo estamos castigando demasiado o el equilibrio entre evolución y conservación está en unos términos más o menos aceptables?
  • A veces nos quejamos demasiado de cómo maltratamos el lenguaje. Siempre ha ocurrido. Lo que pasa ahora es que hay una invasión no solo de neologismos, sino de expresiones y palabras que vienen del inglés, que es abrumadora e innecesaria.
    Si viene un neologismo para decir algo que antes no sabíamos decir y viene del inglés, perfecto. Lo doloroso es cuando tú tienes una palabra, y a veces una palabra hermosa, y la sustituyes por otra en inglés.
    Mi hijo me habla muchas veces de su trabajo y yo no le entiendo. Le digo, ¿pero esto no lo podéis decir en español? Eso me duele un poco.
    Me duele que olvidemos expresiones y palabras muy nuestras y las sustituyamos por una palabra en inglés que nos parece que tiene más prestigio.
    Porque esta es una cuestión exclusivamente de prestigio. Nos parece mucho más guay. Siempre comentamos eso de que cuando uno viaja en turista, viaja en turista.
    Pero cuando uno viaja en preferente, viaja en ‘business’.
  • También es beligerante con el lenguaje inclusivo.
  • No, no. A ver. Eso quiero matizarlo bien. Si en lugar de decir ‘los hombres’ puedo decir ‘las personas’, lo hago, siempre. Lo que no practico es la duplicación del lenguaje porque ahí creo que nos hemos equivocado.
    Hay un género inclusivo que coincide con el masculino. Y yo me veo incapaz de duplicar el lenguaje durante cinco horas. ¿En qué momento la palabra todos dejó de representarnos a las mujeres? Cuando decían ‘hola a todos’, yo ya me sentía representada. Hay gente que eso me lo critica.
  • Tiene una sección muy exitosa en su programa titulada ‘Palabras moribundas’. De nuevo su cruzada por el lenguaje.
  • Barruntar, fresquera, palangana… Son palabras que ya no están de moda y se han sustituido a veces por otras cosas. O porque la cosa ya no existe o porque la llamamos de una manera más moderna.
    Pero me encanta esa sección, la llevo haciendo desde hace mucho tiempo. Primero con Álex Grijelmo, ahora ya desde hace años con Pilar García Mouton, que ha hecho un libro precisamente que se llama ‘Palabras Moribundas’.
    Además, al preparar el programa te das cuenta de que hay palabras que solo las usan, por ejemplo, en Canarias o en Aragón, y vas haciendo un mapa del vocabulario que utilizamos en España.
    Es muy bonito porque las palabras tienen un poder evocador.
  • Se animó con la escritura, con el libro ‘Lo que la vida enseña’. ¿Qué extrajo de aquella experiencia?
  • Fue muy interesante porque al final hice lo que más me gusta. Hablar con gente que tiene cosas que contar, personas que han tenido vidas interesantes y que me cuentan qué han aprendido de la vida.
    Y lo que aprendí básicamente es que por muy mal que venga la vida siempre se puede salir adelante. Vi que esa gente a la que admiro no lo han tenido muchas veces fácil, al contrario, han tenido dificultades enormes, han vivido situaciones dramáticas en su vida y a pesar de ello se han levantado, se han quitado el polvo y han seguido avanzando.
  • ¿Segundo libro?
  • Si tuviera tiempo, lo haría, sí, porque escribir me gusta mucho, pero es que el día a día me come y la lectura me come.
    A veces también admiro a la gente que es capaz de escribir y no leer. Yo por falta de lectura no será. ¿Sabes que hay gente que escribe y que dice, yo leer no leo, pero escribo? Me cuesta pensar que eso sea posible.
  • También ha sido profesora universitaria durante 15 años. ¿Cómo ve a las nuevas generaciones?
  • No soy optimista. Hay una pregunta que siempre hago a mis alumnos al empezar el curso y es cuántos libros leen al año. Este porcentaje de lectura cada vez se va reduciendo más.
    Últimamente, el 90% reconocía que podía leer un libro al año. Y hablamos de alumnos de tercero de periodismo. Lo que más me desazona y más me preocupa es eso, que haya una desconexión entre el mundo del periodismo y la lectura y, sobre todo, la baja cultura general con la que llegan los jóvenes a la carrera.
  • ¿Salen peor preparados o salen preparados de una manera diferente?
  • Es que depende de lo que entendamos por preparados. Tecnológicamente son muy superiores a nuestra generación, son capaces de hacer montajes con mucha facilidad, pero después el contenido es muy endeble.
    Te das cuenta de que no conocen muchas cosas que deberían conocer. Mis alumnos, por ejemplo, me han dicho alguna vez que no saben quién es Berlanga.
    ¿Cómo es posible que no lo sepan? No sé cómo es posible que hayan llegado a tercero de periodismo con estas lagunas culturales que deberían formar parte del conocimiento de una persona.
  • ¿Eso qué consecuencias tiene en el periodismo actual?
  • Los medios digitales están rompiendo los esquemas del periodismo. Cuando yo estudié se hablaba, por ejemplo, de las cinco W famosas que hay que responder en las primeras líneas de una noticia.
    Tienes que saber el qué, el quién, el cómo, el porqué y el dónde. Ahora tú lees un titular que a veces es una pregunta y esa pregunta no se responde hasta las últimas líneas.
    Nosotros hablábamos de pirámide invertida. La información primero, y al final los detalles más irrelevantes. Ahora no. Ahora empiezas a leer y nada, nada, nada, nada, no responde la pregunta.
    Con un poco de suerte se responde al final, a veces ni eso. ¿Este es el periodismo del futuro? ¿Esto es lo que están leyendo los jóvenes en los digitales?
    Es muy preocupante porque los esquemas que yo aprendí, que eran como las normas inamovibles del mundo del periodismo, ahora ya no se respetan.
  • ¿El origen del problema está en la transformación de la prensa escrita en prensa digital?
  • No, a mí eso me parece interesante. Me encanta leer en una tableta, en un móvil, da una facilidad inmensa. La versión digital de los periódicos es estupenda.
    Y eso de tener acceso a varios periódicos desde un mismo sitio, no tener que ir a un kiosco a comprarlos. ¿Qué hemos hecho mal? Hemos hecho mal el paso del papel al digital, porque hubo un momento en que esos periódicos eran gratuitos y la gente pensó que era un regalo. Qué bien, ¿no? Perdone.
    Esos periódicos tienen un trabajo inmenso. Hay muchas personas trabajando ahí, y tienen que vivir de eso. Es algo que mucha gente no lo ha entendido.
    Cuando algo es gratis, el producto eres tú. Claramente.
  • En su programa huye de la polémica y la confrontación. ¿Se lo pide el cuerpo o los oyentes?
  • Hay a quien le gusta crispar y tener polémica. A mí me gusta que haya paz, y que en medio de la paz se puedan entender la gente, que puedan exponer sus ideas de forma apacible, con tranquilidad, con serenidad.
    Alguna vez he tenido un invitado que ha chocado con otro de manera un poco violenta y me he sentido fatal. Pero de no poder dormir por la noche diciendo, madre mía, qué horror.
    Hay cosas sobre las que se discrepa, como el aborto, la homeopatía… temas sobre los que nunca nos vamos a poner de acuerdo, que son cuestión de fe, o que son cuestión de creencias.
    Pero de todo se puede exponer con tranquilidad.
  • ¿Cuál cree que será la próxima revolución en el periodismo?
  • En mi medio, los pódcast, aunque no tengo claro que ese vaya a ser el futuro, porque creo que le quitan la espontaneidad a la radio.
    Es como escuchar un disco o ver un concierto. El disco suena perfecto pero… ¿y la espontaneidad del directo? Eso de que un micro no funcione, de que se acople en un momento, de que la gente cante.
    Gorka Zumeta dice que la radio tiene los días contados. Yo creo que no. Porque la radio tiene algo que la hace imbatible, que es la compañía.
    Estamos diciendo todo el tiempo que la soledad es la epidemia del siglo XXI, que cada vez hay más gente sola, que en algunos países se crean ministerios de la soledad para luchar contra el problema.
    La radio es un antídoto contra este problema. Cuánta gente tiene compañía gracias a la radio. Para mí esto es imbatible.
  • Volviendo a la inteligencia artificial, ¿si el medio no está en riesgo, puede estarlo la profesión?
  • Si hablamos de la profesión periodística en general, es posible, porque algún día habrá un chat que hará entrevistas con una voz y hará unas preguntas más o menos coherentes, puede ser.
    Pero la emoción no la puede reproducir ninguna inteligencia artificial, esa emoción que te permite conectar con la persona que está al otro lado.
    Otra cosa es dentro de no sé cuántos años, a lo mejor, pero yo no lo voy a ver. Espero no verlo.
  • ¿Ve más amenazas que oportunidades?
  • Amenazas para algunas cosas y oportunidades para otras. Una profesora me contaba en Cáceres que ha dejado de pedir trabajos escritos a sus alumnos porque ya no puede tener la seguridad de que no los hayan sacado de internet.
    Es más, tiene la certeza de que todo el mundo los ha sacado de internet. Ahí hay una amenaza clara. Pero no podemos quedarnos en lo malo.
    Si somos lo suficientemente inteligentes como para utilizar la parte buena, nos aliaremos con la tecnología. Otra cosa es que la tecnología acabe haciendo nuestro trabajo. Insisto en que espero no verlo.
  • ¿Y cómo se ve la vida a los 58 años?
  • Es muy preocupante cuando ves que por delante tienes mucho menos de lo que tienes por detrás. Soy muy consciente de que mi vida tiene una caducidad cercana.
    Y eso te hace vivir las cosas con más plenitud. Creo que nunca he dicho ‘soy feliz en este momento’ tantas veces como lo he dicho desde los 50.
    Antes no los exteriorizaba. También era feliz a los 18, a los 12, a los 14, a los 25, pero no lo exteriorizaba. Y ahora intento ser consciente de lo que estoy viviendo.
    Entonces, cuando algo me hace feliz, lo digo. Hay amigos míos que se ríen. ¿Por qué dices esto ahora? Pues porque tengo necesidad de decirlo. Y así se ve la vida.
  • En esta larga trayectoria ha recibido numerosos premios. ¿Cómo los recibe?
  • Los premios no sabes por qué te los dan, porque hay mucha gente que los merece igual que tú o más. Para mí siempre es un motivo de gran alegría.
    Hay premios que he recibido en lugares con los que no tengo una vinculación directa y me hace una ilusión enorme, porque me vincula a una ciudad, como Málaga o Valladolid.
    O el premio Labordeta, que tiene un componente emocional para mí muy alto. Igual que me ha hecho una ilusión enorme vuestro premio, ver las personas que lo han recibido te da un subidón.
    Y además viene de Aragón, que es una tierra que quiero muchísimo. Me parece una gente tan admirable, tan recia… Y me encanta el acento aragonés, fíjate.
  • ¿Cuáles son sus planes de futuro?
  • Los planes de futuro es no hacer planes, vivo sobre la marcha. Nunca he tenido ambición, ni nunca me ha gustado hacerme composiciones de lugar.
    Quizás porque si me hago planes muy optimistas y acaban fallando, me siento defraudada. Tiendo a pensar que el futuro será peor para que sea mejor.
    Mi máxima felicidad sería seguir disfrutando con lo que hago, seguir teniendo estos compañeros estupendos que tengo y, de vez en cuando, recibir un premio como el vuestro que me ha hecho tan feliz.
  • Una voz generacional
  • Cuenta Pepa Fernández que su amor por la radio empezó de bien pequeña. En su casa natal de Cervera (Lérida), los sonidos del transistor eran la banda sonora de toda la familia, también de la abuela materna, modista de profesión que siempre escuchaba los programas del momento mientras se esmeraba en algún arreglo.
    A su lado, quien hoy acumula más de 40 años de experiencia delante de un micrófono, comenzaba a dar forma a un vocación que hizo posible en la Universidad Autónoma de Barcelona, donde se licenció en Ciencias de la Información.
  • Los primeros pasos profesionales los dio en el grupo catalán de emisoras Cadena 13, donde rememora que hizo «de todo», en una etapa que define como «maravillosa escuela» de periodismo radiofónico.
    Desde entonces, Fernández, reconocida con el Premio Antonio Mompeón Motos de Periodismo, que honra la memoria de quien fuera máximo responsable de HERALDO DE ARAGÓN en la primera mitad del siglo XX, ha trabajado en Catalunya Ràdio, Cadena Nova y Ràdio 4 (RNE en Catalunya) dirigiendo y presentando diversos programas magacín.
  • Su perfil polifacético le ha llevado también a los platós de televisión, donde ha presentando concursos, programas especiales, espacios de gastronomía y debates en TV3, TVE y BTV (Televisión de Barcelona). De igual modo, ha colaborado los espacios ‘El Club’ de TV3 y en ‘La mañana de la 1’.
  • Pero si algo ha marcado la carrera de la locutora Pepa Fernández es su labor en ‘No es un día cualquiera’, el magacín de fin de semana de RNE que dirige y presenta desde hace más de dos décadas.
    Asumió este espacio radiofónico cultural y de entretenimiento en 1999 hasta que, 20 años después, dio el paso al matinal diario ‘De pe a pa. Las mañanas de RNE’, donde permaneció hasta 2022.
  • El año pasado, Fernández se reencontró con sus fieles oyentes –ella les llama ‘escuchantes’– de fin de semana. Recuperó las riendas de ‘No es un día cualquiera’, donde destaca la participación de ilustres colaboradores, como Andrés Aberasturi, José Luis Garci, José Ramón Pardo y Toño Fraguas, entre otros; o los ya fallecidos José María Íñigo y José Antonio Labordeta, con quienes les unía una estrecha amistad.
  • En el programa de fin de semana, donde destacan las tertulias alejadas de la habitual crispación de las ondas, las recomendaciones culturales o los debates sobre temas tan variados como el lenguaje o la filosofía, Fernández ha logrado crear una comunidad que le sigue allá donde va. Literalmente, porque uno de los atractivos de este espacio radiofónico es su emisión desde múltiples rincones de la geografía española.
  • Tras esta trayectoria profesional, Pepa Fernández tiene en su haber un Premio Ondas al mejor programa de radio (2003), tres Micrófonos de Plata y un Premio Extraordinario de la Asociación de Periodistas e Informadores de Radio y Televisión (2001, 2004, 2008 y 2010), el premio de radio de Cambio 16 (2002), la Antena de Oro (2005), el premio periodístico ‘El Cava’ (2006), el premio gastronómico del Diario de Avisos (2007), el Pica d’Estats (2008) y el Micrófono de Oro de la Federación de Asociaciones de Radio y Televisión.
  • Durante dos etapas, ha sido profesora en la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Ramon Llull de Barcelona y ha impartido clases y talleres en la Universidad Pontificia de Salamanca y en el Máster de RNE. Además, en 2008 publicó su primer y hasta ahora único libro, ‘Lo que la vida enseña’, en el que extrae las lecciones de vida de los testimonios de diecisiete casos de éxito y superación tras años de lucha, como los de Miguel Delibes, María Dolores Pradera, José Saramago o el propio Labordeta.
  • En noviembre de 2008, recibió un premio Ondas a la Trayectoria Profesional «por hacer una radio abierta, plural, no excluyente, entretenida, culta y en la que lo tradicional y lo nuevo se abrazan con sorprendente coherencia».
  • En 2010 se le concedió el premio Emilio Castelar a la Eficacia Comunicativa y recibió uno de los galardones de la Federación Española de Mujeres Directivas, Ejecutivas, Profesionales y Empresarias. En 2012 fue merecedora del Premio a la Excelencia Picota del Jerte.



Dos años después, en 2014, el Consejo Regulador del Cava reconoció su labor con la Distinción Excelencia CAVA, mientras que en abril de 2015 recibió el Premio Ali Bei a la mejor trayectoria periodística entregado por la Asociación Catalana de Periodistas y Escritores de Economía y Turismo. En noviembre de ese mismo año le fue otorgado el I Premio José Antonio Labordeta de Comunicación, y en enero de 2016 el XX Premio Nacional de Periodismo Miguel Delibes concedido por la Asociación de la Prensa de Valladolid por «su constante defensa de la lengua española». También resultó distinguida con uno de los II Premios Periodísticos Concha García Campoy por «su tratamiento informativo de los temas de ciencia y salud». Y en octubre recibió el Premio Liber 2016, que concede la Federación de Gremios de Editores de España.
Finalmente, en 2021 ganó el Premio de Periodismo Ciudad de Málaga y este 2023, además de ser nombrada Hija Adoptiva de Ezcaray, HERALDO le reconoce su trayectoria con el Premio Mompeón Motos.

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