Los cantaores de flamenco no querían sonar en la radio

Pepe Pinto

Miguel Ángel Fernández lo explica en Huelva Información:
Con nuestra mirada de hoy, parecería una broma de El Mundo Today lo que vamos a contarles. Pero a mediados de los años 30 del siglo pasado fue un serio conflicto de intereses el que enfrentó a los artistas flamencos con el medio que más les venía ayudando, que era la Radio. Ningún otro medio contribuía tanto a la difusión de la discografía…, pero a los artistas no le llegaban esos beneficios en forma de parné; incluso, les perjudicaba. En consecuencia, en 1934 los cantaores flamencos denunciaron que la Radio se había convertido en su enemiga, porque reproducían sus grabaciones, pero ellos no cobraban. Y no solo eso, sino que el público daba esas coplas como cosa oída, porque las había escuchado en la Radio y las rechazaba cuando después las cantaban en directo en los espectáculos. Los artistas se sintieron perjudicados y había cosas que arreglar para corregirlo. En la protesta, Pepe Pinto a la cabeza.



«Antes, se escuchaba a un cantaor cantar una copla en el cuarto de una taberna, pero hoy, si la ha grabado, se escucha hasta en el extranjero», -protestaban-. Así es que una de las opciones que barajaron fue la de cantar coplas nuevas, no conocidas, en vez de cantar las grabadas en los discos. Pero ¿había tantas coplas nuevas como para eso? Sigue argumentando Pepe Pinto.

Sí; como indicaba El Pinto, las coplas se escuchaban también en el extranjero, en las emisiones iberoamericanas, en cuyas programaciones se incluían temas flamencos. La Radio no tenía límites. Y los sones flamencos iban repartidos, salpicados durante todo el día en las distintas programaciones

El precio prohibitivo de una Radio
Escuchar la Radio no era gratis. Los aparatos de lámparas o los de galena habían de abonar un impuesto anual al Estado. Pero lo verdaderamente oneroso era adquirir un receptor, que costaba 1.250 pesetas cuando el sueldo medio de un trabajador menestral en Huelva era de 6,50 pesetas diarias.

A los diez años emitiendo la Radio se había convertido en el mayor gigante de la comunicación en todo el mundo. Había 1.105 emisoras, 750 en Estados Unidos y 238 en Europa; 34,5 millones de receptores y 138 millones de oyentes y 1.638 millones de pesetas como inversión en programas, según la Unión Mundial de Radiodifusión.

La tecnología fue mejorando y los precios de los receptores bajaron en la década de los años 30, hasta quedar en un promedio de unas 500 pesetas, que tampoco era barato pero algo más asequible.

En la Guerra civil
Durante la Guerra civil, la Radio fue utilizada para sus fines por el bando nacional y se convirtió en un medio fuertemente manipulado. Para que la población escuchara las noticias e instrucciones de los militares, se implantó el llamado «silencio patriótico».

El bando franquista adujo que la emisora de RNE en Huelva estaba «al servicio de la liberación de España», dando noticias en alemán e italiano (naciones del Eje). Para conseguir sus objetivos, no dudaron en utilizar lo que sirviera a sus propósitos, entre ellos a los artistas. Una intervención en Burgos del charlista flamenco Federico García Sanchiz, que se había entregado con armas y bagajes a los franquistas, era retransmitida por Radio Huelva.

Los franquistas convirtieron a la Radio en su más poderosa máquina de propaganda. Se instalaban altavoces en las plazas de la ciudad para que los ciudadanos escucharan arengas, consignas e himnos como el de la Falange, obligando a los viandantes a oirlos con respeto reverencial.

Por las noches, utilizaban como señuelo a artistas conocidos y populares para que actuaran en directo en los estudios de la emisora antes de lanzar sus partes de guerra y demás instrucciones a la población. Actuaciones gratis que los artistas no podían rechazar, por razones obvias. Eso hicieron, por ejemplo, durante meses con Paco Isidro, y contaba Onofre López que también con Antonio Rengel.

Bien conocidas son las intervenciones nocturnas del general Queipo de Llano desde Radio Sevilla, que reproducían después los diarios oficiales. Quizás menos lo son las de dirigentes nazis como el ministro de Propaganda, Goebbels, que ‘explicaba’ «La verdad de España» en Radio Falange de Huelva.

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