Lo que José María García olvidó del fin de Antena 3 Radio: «No midieron su pulso al dueño»

José María García

Carlos Prieto escribe en elconfidencial.com que mientras el documental sobre José María García recuerda la absorción de Antena 3 como un antenicidio de PRISA, una tesis doctoral profundiza en el caso: la propiedad de la cadena se ofreció a Polanco para superar su crisis.



Ecos de los años noventa: El imperio del monopolio, polio, polio, polio. El verano de 1992 pasaron cosas tan gordas en España —Fermín Cacho ganó el oro en los 1500 en Barcelona 92, la vida privada de Juan Carlos I se descontroló y el país vivió su último momento de euforia previa a la depresión— que algunas tramas que parecían secundarias marcarían el ritmo al resto de la década: Antena 3 Radio superó a la SER en audiencia por primera vez, PRISA absorbió a la emisora rival y los locutores rebeldes de Antena 3 (José María García y Antonio Herrero) ficharon por la COPE (dos años después del llamado «antenicidio», PRISA cerró Antena 3, la SER se expandió gracias a sus postes y su dominio llega hasta hoy). Todo eso pasó en unas semanas estivales vertiginosas del 92 y profundizó las guerras mediáticas entre bloques de poder (conservador y progresista) típicas de los noventa.

La psique nacional recuerda el episodio de un modo unívoco y brutal: si no puedes con tu competencia, destrúyela. No es que esto no sea cierto —también es verdad que Mariano Rajoy es el registrador de la propiedad de Santa Pola— pero es incompleto. Al recrear el «antenicidio» en el reciente documental sobre su carrera, José María García habla de la épica lucha entre la libertad de expresión y el «imperio del monopolio» (PRISA). Más compleja es la versión de una nueva tesis doctoral: El proyecto del grupo PRISA en Antena 3 Radio: más allá del antenicidio, del periodista José Ignacio Wert. «Hablar de acto hostil de PRISA no es preciso: el dueño de Antena 3 Radio les invitó a entrar» Lo que recuerda Wert —y a media España se le ha olvidado, empezando por José María García— es que el asalto de PRISA se produjo por una serie de erráticas decisiones financieras y empresariales de Antena 3 que le dejaron a los pies de los caballos. Los errores propios propiciaron la entrada de PRISA, que meses antes no se planteaba la operación, porque «había una beligerancia política muy fuerte contra PRISA en Antena 3. Los insultos a directivos y al grupo eran permanentes», cuenta en la tesis Augusto Delkáder, ex consejero delegado de la SER. En efecto, sonaba a ciencia ficción que Antena 3, que triunfó como antagonista de la SER, abriera la puerta a PRISA, pero eso fue lo que pasó: Javier Godó, propietario en apuros de la cadena, se alió con Jesús de Polanco, mandamás de PRISA. Liquidación por traspaso al enemigo. «Lo del antenicidio es cierto, pero reduccionista: PRISA absorbió y acabó cerrando Antena 3, pero la historia completa es más compleja. Hablar de acto hostil de PRISA no es preciso: el dueño de Antena 3 Radio les invitó a entrar», cuenta Wert.

Los fundadores
Antena 3 se fundó en la Transición para competir por las nuevas teles privadas, pero al retrasarse las concesiones televisivas, entró en el negocio de la radio vía beneficioso concurso gubernamental (UCD) de licencias de FM. La nueva emisora empezó bien porque fichó a un fenómeno de masas, José María García, fulminado de la SER (antes de que entrara PRISA) tras colisionar con la propiedad. Con García tirando del carro (y recaudando cifras publicitarias siderales), la emergencia de nuevos locutores conservadores de rompe y rasga (Antonio Herrero) y diversos hitos pop (Carlos Pumares y Gomaespuma), Antena 3 hizo posible lo imposible: en junio de 1992, una década después de su estreno, se convirtió en la emisora más oída de España. La paradoja es que el mejor momento de Antena 3 Radio coincidió con el peor: una sangrienta crisis interna que la hizo implosionar. ¿Qué pasó? El Grupo Godó (propietario de La Vanguardia) controlaba Antena 3 Radio, pero también estaban (en minoría) Prensa Española (ABC) y otros grupos regionales. El día a día lo llevaba Manuel Martín Ferrand, fundador y dinamizador de los comunicadores galácticos. La mezcla era tan heterodoxa como potencialmente explosiva: el catalanismo discreto de los Godó aliado con el casticismo inflamado de García y Herrero. «Antena 3 era una empresa heterogénea —de propiedad atomizada, con dos almas (el mundo de Barcelona y el mundo de Madrid) y con fuerte poder interno de comunicadores como José María García— que se gestionó con éxito… hasta cierto punto del trayecto», recuerda Wert.

«Cuando empieza Antena 3 Radio, no representaba gran cosa dentro del grupo Godó. Pero, a medida que va cogiendo fuerza, los celos y las envidias empiezan a ser inevitables. Llegó un momento en que cristalizó un cierto enfrentamiento entre las cúpulas directivas de La Vanguardia y de Antena 3 Radio… Los señores de La Vanguardia dijeron a Javier Godó que qué era eso de que este medio volara por libre, tuviera sus opiniones, no estuviera, en definitiva, en la línea editorial del grupo», cuenta en la tesis Alfonso Cavallé, mano derecha de Martín Ferrand en Antena 3. Con las intrigas de poder aún en segundo plano, la entente Godó/Antena 3 «funcionó porque era muy rentable», asegura Wert. Pero Antena 3 Radio empezó a gripar (por circunstancias sobrevenidas), y la alianza catalano-madrileña saltó por los aires. «La inversión en Antena 3 Televisión convirtió a Godó en vulnerable» Cuando el felipismo abrió el melón de las teles privadas, Antena 3 reactivó su misión original: nació Antena 3 Televisión (el grupo Godó y sus directivos tenían el 28% del nuevo canal). La ampliación del negocio fue la muerte del negocio. «Ahora sabemos que las teles privadas pueden ser muy lucrativas con el tiempo, pero las pérdidas suelen ser fuertísimas los primeros años. Antena 3 Televisión convirtió a Godó en vulnerable», recuerda Wert. El agujero primigenio de Antena 3 Televisión desestabilizó las cuentas del Grupo Godó (arrastrando a Antena 3 Radio). A finales de 1991, la deuda bancaria de la tele ascendía a 9.200 millones de pesetas y sus accionistas buscaban una ampliación de capital con el agua al cuello. Godó cayó entonces en el perejil de todos los vodeviles económicos de la época: el Banesto de Mario Conde, que aún era el financiero engominado favorito de España. Los catalanes perfilaron con Conde un holding en el que, a cambio de financiación, Banesto pasaba a controlar el 30% del Grupo Godó. Se venía el máximo enredo. La posible entrada de Conde generó fuertes tensiones internas en el negociado de Godó: desde La Vanguardia se apretó para romper el pacto, pero una parte de Antena 3 Radio lo vio con buenos ojos (García no fue de los entusiastas). Spoiler: el pacto Godó/Conde zozobró porque Javier de Godó temió perder el control editorial de La Vanguardia, «empresa familiar donde primó el miedo a Conde», según Wert (precaución profética, visto donde acabaría el Banesto de Conde en menos de dos años). Pero Conde ya había cogido carrerilla: al final pactó con Antonio Asensio (Grupo Z) y Rupert Murdoch tomar el control de Antena 3 Televisión (40% de las acciones), orillando a Godó.

El quilombo
Perdido el control televisivo, ¿querría Godó salir del todo del grupo Antena 3? Con Martin Ferrand presionando para que la nueva mayoría televisiva se plasmara también en la radio. Godó negoció con Asensio su salida de Antena 3 Radio, pero no hubo acuerdo sobre el precio de las acciones. Para entonces, las relaciones entre Godó y Martín Ferrand —el dueño y el factótum de la emisora— estaban casi rotas. Antena 3 Radio era un volcán en erupción; con performances internas que merecerían entrar en una historia macarra de las luchas mediáticas en España. Ejemplo: en mayo de 1992, Antena 3 Radio festejó sus diez años con una comida celebrada en los estudios de Antena 3 Televisión en San Sebastián de los Reyes. Pues bien: alguien decidió que era buena idea sentar a Javier Godó en la mesa de las telefonistas de la radio. ¿Protocolo humillante al dueño catalán? «Alguien decidió que era buena idea sentar a Javier Godó en la mesa de las telefonistas de la radio. ¿Protocolo humillante al dueño catalán?» Pero nada comparado con lo ocurrido el 14 de julio de 1992, en una reunión (a cara de perro) del Consejo de Administración de Antena 3 Radio. Hubo máximo fuegote ahí dentro. Lo contó La Vanguardia al día siguiente en portada: el aristócrata Godó se levantó del Consejo tras sufrir «amenazas» (según diversas fuentes, Martín Ferrand amenazó con «meter una hostia» al abogado de La Vanguardia). Antena 3 Radio replicó con una versión diferente: el editor Godó huyó para no tener que explicar si iba a vender sus acciones y a quién. La trifulca derivó en conflicto normativo surrealista: según unos, Godó dio por concluido el Consejo al salir por la puerta; según los otros, Godó se fue dejando en marcha el Consejo… que le destituyó como presidente de Antena 3 Radio. «Los locutores pensaron que, debido a su éxito, la empresa dependía de ellos. No midieron bien su pulso con el dueño» Las estrellas de la emisora (García, los Herrero, Losantos, Pumares) sacaron un comunicado de apoyo a Martín Ferrand en el que calificaron de «negligente» a Javier Godó. Le habían pateado el culo al dueño, algo épico, pero de letales consecuencias en unos días. Habla Wert: «Los comunicadores pensaron que, debido a su éxito, la empresa dependía de ellos. No midieron bien su pulso con el dueño». «Hirieron el orgullo de Javier Godó que, con tal de ganar el pulso, se echó en brazos de la competencia».

Javier Godó anunció a Luis del Olmo en Protagonistas (Onda Cero) que rodarían cabezas, pero eso acabó siendo lo de menos. Por la vía rápida, el ultrajado Godó pactó con Polanco (con el que tenía un plan B abierto desde hacía unos meses). Ocho días después del tumultuoso Consejo de Administración de Antena 3, se consumó lo que unos llamaron antenicidio y otros acuerdo de colaboración entre empresas: PRISA entró en el Grupo Godó. Polanco se hizo con un porcentaje de La Vanguardia y de Antena 3 Radio, y Godó entró en El País. La prensa conversadora bramó contra el pacto Godó/Polanco. ABC, cuyo grupo (Prensa Española) tenía un 11% de Antena 3 Radio, habló de «escándalo Godó» y de «fraude de ley». Guillermo Luca de Tena, presidente de Prensa Española, cargó contra Godó en la tercera de ABC: «Se ha convertido en un pobre hombre, paralizado por sus caprichos y sus contradicciones. El último de los Godó parece haber perdido el último resto de buen sentido: de otro modo sabría que los periódicos, las emisoras y todos los medios de comunicación no pertenecen solo a sus accionistas. Hay una vinculación moral entre las empresas informativas y sus lectores, entre las empresas y los profesionales que diariamente hacen los periódicos, hacen la radio… No solo los seguidores de Antena 3: también los lectores de Cataluña han sido vendidos, ignorados, traicionados». ¿Obligación moral con los oyentes? Es cierto que la operación fue un poco extraña: que la propiedad de Antena 3 Radio cediera el control a su antagonista- igual que sería chocante que Pedro J. Ramírez pasara a dirigir mañana el diario El País. La contradicción era tan evidente que el portazo de García y Herrero a la nueva Antena 3 de PRISA dejó un cráter: con ellos se fue la audiencia y no volvió.

Horas después de su rajada en ABC, Luca de Tena coincidió con Javier Godó en la cena de gala de la cumbre Iberoamericana de presidentes. Delante de Godó, Luca de Tena le dijo a Carlos Solchaga: «Ministro, tú no sabes de lo que es capaz este hombre. Me ha traicionado, pero me las pagará». Ambientazo. Manuel Jiménez de Parga, fundador de Antena 3, resumió el quilombo en sus memorias: «La cadena funcionó bien hasta que se concedió a la empresa un canal de televisión. Dentro de la sociedad anónima se produjo la escisión entre los que querían seguir ocupándose exclusivamente de la radio, a pleno rendimiento, y los que deseaban un puesto en la televisión. Y fuera de la empresa aparecieron pretendientes, de voracidad insaciable, dispuestos a quedarse con la flamante televisión y con la magnífica cadena de radio… Conforme el negocio crecía, las malas artes del capitalismo duro se instalaban allí… Se desfiguró el proyecto original. Surgieron nuevos accionistas y hubo quien se entregó a los invasores… Luego, apareció en escena Polanco. Antena 3, con su radio y su televisión, tomó un rumbo insospechado». La tesis de Wert recoge unas palabras de Javier de Godó realizadas 27 años después del pacto con Polanco: «Las dos radios ganaban entonces bastante dinero, así que unirnos era ventajoso para las dos… La verdad es que yo estaba en apuros después de aquella tempestad, de modo que Polanco no me tuvo que convencer mucho».

El ocaso
Aunque el acuerdo entre PRISA y Godó se vendió como de igual a igual, con el tiempo fue estratégicamente más beneficioso para PRISA, que blindó su hegemonía radiofónica. Además, el asalto de Godó al poder mediático madrileño quedó herido de muerte ese verano. «El pacto fue un éxito claro para PRISA, para la otra parte no se tradujo en nada claro. Godó tocó la cima mediática nacional, bajó y nunca volvió a recuperar su influencia», zanja Wert. «Si bien PRISA entró en Antena 3 porque sus dueños lo quisieron, creo que Godó no acertó al dejar la radio a sus principales competidores», resume Wert, que en la tesis analiza la titubeante gestión de la nueva Antena 3 Radio. «Había dos almas dentro de PRISA, los que querían cerrar Antena 3 y los que querían refundarla». Del relanzamiento ambicioso se pasó a la muerte en dos temporadas.

García se despidió en directo de la cadena: «El error de Antena 3 ha sido navegar en solitario por una mar repleta de tiburones. Al final… el tiburón arrasa. Polanco ha dicho esta mañana que había comprado Antena 3 Radio para mandar. Pues bien, esto es lo que yo le digo al bien llamado Jesús del Gran Poder: aquí tiene sus micrófonos. Gracias y buenas noches». Poco después, el locutor describió sus opciones laborales con su característico desahogo retórico: «El cepillo de la COPE o los ciegos de Onda Cero. Los curas han existido y existirán siempre, sobrevivirán al PSOE». García acabó en los curas, Aznar acabó con el PSOE y García no sobrevivió a Aznar, pero esa ya es otra historia. Consuelo Sánchez-Vicente López, directora de Informativos de Antena 3 Radio, recuerda en la tesis los días salvajes en los que la cadena transmitía su propia crisis interna a cuchillo: «La crisis, que siendo seria, pudo haber sido una más, adquirió caracteres de epopeya y acabó en tragedia por otro hecho insólito: los principales comunicadores de la casa, partidarios de Martín Ferrand, se atrincheraron en los micrófonos y transmitieron de principio a fin, en vivo y en directo, hasta los detalles más sórdidos de la lucha por el poder que tenía lugar en los despachos, condimentando cada dato y cada presunción con lo que opinaba sobre el particular el comunicador, los contertulios e incluso los invitados y los oyentes del programa que se estuviera emitiendo en ese momento. Todo sin que ni la dirección ni la empresa hicieran nada por impedirlo». Esas cosas locas que pasaron en los noventa y nuestros nietos deberían conocer.

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