Las 24 horas que ‘desnudan’ los secretos de Onda Cero

Onda Cero

20.11.2025.- Lo cuentan Esther Mucientes y Elena Iribas desde elmundo.es: Onda Cero es muy parecido al camarote de los hermanos Marx. Pese a no ser un lugar inmeso, durante todo el día y noche entran, salen y vuelven decenas de personas que hacen posible que la radio sea el faro que nunca se apaga. EL MUNDO ha vivido 24 horas en esos pasillos, en sus estudios, entre sus micrófonos y sus protagonistas: el equipo que lo hace posible.

La radio es como la Gran Manzana, nunca duerme ni se apaga. A cualquier hora, cualquier día del año en los estudios de Onda Cero se podrá ver siempre una luz encendida, como un faro que no se ve, pero se escucha. Onda Cero cumple este mes 35 años de historia; sigue siendo joven, aunque ya está en edad de ser madre y padre. En realidad, lo es de los más de dos millones de oyentes -según el último Estudio General de Medios- que cada día encienden el transistor y conectan con la emisora. Es curioso que un medio que no se ve ni se puede tocar siga siendo el más valorado por los ciudadanos. La explicación que dan quienes trabajan en la radio es que este medio «acompaña». Uno no necesita una especial atención, ni dejar de hacer lo que esté haciendo para escuchar; un privilegio que el resto no tiene.

Lo que nadie sabe es cómo se mantiene esa luz encendida 24 horas al día los 365 días del año, haya un apagón, una dana, una guerra o una crisis política o el último caso de corrupción. El secreto, según explican desde Onda Cero, «son las personas que hacen esta emisora». Sí, «hacen», pues la radio, por encima del micrófono o las ondas, es el equipo que hay detrás; los que nunca duermen de noche, los que se despiertan en la oscuridad; los que organizan, preparan, buscan, salen, encuentran y cuentan. EL MUNDO ha podido vivir con ellos 24 horas en el faro de Onda Cero. Lo confirmamos, la luz nunca se apaga.

Muchos creen que quien abre el telón cada día es Carlos Alsina y su Más de Uno, pero para que éste pueda levantar la persiana -aunque todavía no haya sol fuera-, un equipo de noche, liderado por Miguel Ondarreta, ha estado desde las 00.00 de la noche y hasta más allá de las 06.00 de la madrugada preparando lo que luego Más de Uno contará.

«Es un turno fundamental porque es el que abre el camino», nos dice Ondarreta, en lo que el llama «su valle», el tramo en el que ya ha dormido un poco, despierta, para después volver a dormir otro rato. «Es el turno que tiene las claves, y nuestra misión es ordenarlas para dárselas al oyente. Con eso construimos lo que está por pasar. Tenemos que escucharlo todo, las crónicas que se han dejado, y nos toca darle unidad y coherencia. No es hacer una sucesión de lo que dice uno u otro, porque el oyente ‘huye’ del periodismo declarativo, lo principal es dar la información de las seis de la mañana lo más completa posible y lo menos desviada de la objetividad», asegura.

«A pesar de las horas complicadas de la madrugada nos lo pasamos bien e intentamos dar un producto de calidad con un jefe que te da plena libertad, pero es exigente y riguroso», concluye. El jefe es Carlos Alsina.

Alsina, que se levanta cada día a las 03.30 horas de la madrugada, llega a la redacción de Onda Cero sobre las 04.30 horas con los deberes hechos. Ya se ha tomado su café, se ha leído la prensa y sólo le queda afinar sus piezas de autor: el monólogo, las tres noticias del día y los arranques de las 07.30 horas. Detrás de él, uno de sus mayores soportes, María Jesús Moreno, la productora del programa, la encargada de que todo esté medido al milímetro, pero también la de saber reaccionar cuando el guion se rompe.

El periodista y director de Más de Uno es un apasionado de su trabajo, como lo es todo el equipo del programa. Cada día se recuerda a sí mismo por qué lo es: la curiosidad, el entender «para luego explicar». Es un director con pocas manías, sólo que la silla esté alta y que el boli pinte bien, y es un fanático de contar lo que ocurre, de contarlo todo, la actualidad, el entretenimiento, la cultura, la radio más pura -con su Radioficción-. Y para ello, la redacción de Onda Cero no puede apagar el motor nunca. Para Más de Uno «es tan importante los servicios informativos como los imaginativos». Es decir, el arte de contar.

Mientras Alsina ya ha arrancado su primera parte del programa, por delante del estudio principal de Onda Cero, donde se hace Más de Uno, pero también Por fin, el programa vespertino de Jaime Cantizano, La Brújula, con Rafa Latorre, o RadioEstadio, comienzan a pasar las baterías de Onda Cero: la redacción. A las 06.00 ya está en su sitio el equipo de Informativos de la mañana con Esther Turu al frente; a las 07.00 horas se incorpora el equipo de Más de Uno de la parte de entretenimiento, formado por guionistas, redactores y productores que se encargan de poner la parte de color y de chispa del programa.

Ellos trabajan «a dos velocidades», como explica Jorge Abad, subdirector de Más de Uno. Trabajan con varios días de antelación. Cuando ellos se marchan, el programa del día siguiente está casi hecho. Y decimos casi, con conocimiento de causa, porque, aunque haya quien piense que no, la radio es un organismo vivo que reacciona a una velocidad que a muchos sorprendería. Esta mañana todo parece ir sobre ruedas, sin sustos ni sobresaltos de última hora, aunque no pasaría nada porque los hubiera.

Cuenta Abad, por ejemplo, el programa en el que las chistorras y lechugas del caso Koldo se convirtieron en protagonistas. Aquel día el equipo de guionistas y redactores se dieron cuenta que el tema del segundo tramo tenía que estar ligado a esto. ¿Y qué hicieron? «Pues dimos la noticia del campeonato regional de chistorra que se celebraba en Navarra», cuenta Abad. Coincidió aquel día que era un martes y tenían la sección Comer por España. «Cambiamos el tramo de las diez para hablar de la chistorra con chefs y participantes del campeonato y construimos un programa completamente nuevo en tan solo dos horas», relata. «En la radio hay estructuras muy rígidas, pero el contenido es muy vivo», señala.

De la misma opinión es Turu, subdirectora de Informativos, a la que pillamos en uno de los tantos cónclaves que mantiene cada mañana con el equipo. Algunos de pie debaten la noticia del momento o la que creen que podría serlo. Otros sentados en sus puestos de trabajo frente al ordenador toman notas y dan su opinión de cómo sería la mejor manera de contarlo.

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El equipo de Informativos de la mañana con Ester Turo al frente.
«El equipo de Informativos lleva abierto desde el primer día que se encendió Onda Cero hace 35 años», nos dice. «Hay cuatro grupos de trabajo absolutamente diferentes, pero a la vez completamente integrados e imprescindibles», añade. Se refiere Turu a Edición, Secciones, Emisoras y Corresponsalías, porque «nuestro pilar fundamental es el trabajo de calle y el de nuestros corresponsable, pues son los que dan el rigor que con los años nos han dado la credibilidad de una radio fiable y confiable».

Al igual que las chistorras, el equipo de Informativos también es un organismo muy vivo. Es Turu la que nos habla del día del apagón, el día que la radio se convirtió en el único cordón umbilical que mantuvo unida a la sociedad con la información. «El día del apagón la silla caliente, que es la edición de Informativos, supo la magnitud de lo que estaba pasando porque se apagaron todos los ordenadores. En cuestión de cinco minutos se cambió toda la parrilla. Pepa Gea, directora y presentadora de Más de Uno Madrid nos dijo que ella no podía seguir dando información con lo que estaba pasando y nos pusimos en marcha», relata Turu con orgullo y añoranza, porque como dice Isabel Lobo, subdirectora del programa de Jaime Cantizano, este trabajo «no hace que te estalle la cabeza porque es muy divertido». Es obvio que al que se dedica a esto le va marcha.

Lobo ha llegado a las nueve de la mañana sin que casi nadie se dé cuenta de que ya está en su sitio gestionando todo lo que comenzará a las tres de la tarde. Cuatro horas de programas que se organizan a través de una planilla semanal, pues Por fin es un programa con gran cantidad de contenidos. «En total son 20 horas semanales para jugar», nos dice. Pero para jugar el tablero tiene que estar ordenado. Ella es la que se encarga de ordenarlo, colocar las piezas, cotejarlas con Cantizano, con los técnicos, con los colaboradores, con los invitados… Lobo lo llama la dualidad de la radio, que no es otra cosa que tener preparados los contenidos con antelación, pero escuchar y valorar como se merecen las variables. Es, de nuevo, las dos velocidades de las que hablaba Abad: tener completada la planilla y tener muy en cuenta el día a día.

«Cada uno sabe perfectamente lo que tiene que hacer. Es como los relojes que presiden las cocinas de los grandes chefs», compara Lobo. «Es como un partido que dura ocho horas: las cuatro horas previas donde se organizan las piezas, se habla con los técnicos, parte fundamental de este programa, se tiene muy en cuenta todo lo que dice Jaime (Cantizano); y las cuatro horas del directo, donde todo ocurre», explica.

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Parte de la redacción de Onda Cero.
No es sólo las ocho horas de partido a las que se refiere Lobo, sino que en las cuatro horas de directo todo tenga un sentido. Es decir, «no es rellenar por rellenar». De hecho, en este 24 horas, ha ocurrido una situación que es el perfecto ejemplo de ello. El lunes, se cayó uno de los temas preparados. Se decidió entonces dar paso a un contenido sobre IA que se había caído días antes. Para hoy tenían en la planilla un tema muy similar. Se ha decidido no darlo hoy porque iba a ser demasiado repetitivo. Ya se dará. «Lo válido siempre tendrá su espacio», insiste la subdirectora.

A las cinco de la tarde da comienzo la segunda reunión de Informativos en la que se establecen los temas y se reordena la agenda para establecer las prioridades de lo que tendrá que estar en La Brújula de Rafa Latorre. Mientras tanto el equipo de Deportes ya lleva unas cuantas horas incorporado a la redacción. Edu García, responsable de RadioEstadio Fin de Semana, hace rato, mucho rato que está sentado delante de su ordenador. «Está preparando el fin de semana», nos dicen por lo bajini. Es miércoles. No hace falta decir más.

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Los pasillos de Onda Cero.
Pero toca volver a La Brújula y a Latorre, un programa que se parece más de lo que uno puede llegar a pensar a ese camarote de los hermanos Marx en Una noche en la ópera. Salen y entran tertulianos de Economía y de Política. Y en sus cruces por los pasillos de Onda Ceroconvierten esos espacios en los debates «que no se pueden emitir en antena», nos dice un miembro del equipo de Onda Cero. La publicidad en la radio es como la trastienda. Es el secreto de las tertulias que escuchan los oyentes, «donde se dicen cosas que no se pueden decir en antena», insisten. Termina Rafa Latorre, y Rocío Martínez y Edu Vidal ya están en la línea de salida para arrancar RadioEstadio. Mientras el Deporte arranca en Onda Cero, el equipo de madrugada de No son horas, con Gemma Ruiz al frente, ya está trabajando en lo que mantendrá el faro encendido.

Parte de la producción del programa de madrugada se hace por la tarde -«no vas a estar llamando a la gente a las tres de la madrugada», afirman-. «La madrugada», nos cuenta el equipo de No son horas, «es donde los oyentes se convierten en un colaborador más del programa». Se trata de una audiencia muy participativa. El teléfono no deja de sonar. A las 06.00 horas Gemma Ruiz echa el telón para que a esa misma hora sin parón, ni apagón ni pausa, el equipo de Carlos Alsina levante de nuevo la persiana de la radio.

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