La historia de ‘La rosa de los vientos’ de Onda Cero contada por Bruno Cardeñosa

Bruno Cardeñosa

Bruno Cardeñosa pone en valor y repasa lo vivido hasta ahora en el programa ‘La rosa de los vientos’, cuando cumple 25 años de emisión en antena.
Los acordes y la melodía de la canción ‘My way’ de Frank Sinatra fue la canción que elegí para despedirme de ‘Mundo misterioso’, un programa que presentaba y que se emitía todas las noches de fin de semana en Radio voz. Aquella aventura sólo duró dos años pero conseguimos unos resultados de audiencia «impropios» para un programa pequeño en una radio poca penetración.



Juan Antonio Cebrián cambió mi historia
Más de de 40.000 personas nos seguían a través de las poco más de 20 emisoras de una cadena de radio que aspiraba entonces a ser una de las grandes. Eso era un hito, sin embargo, decidí lanzarme al vacío y seguir mi camino lejos de aquel programa. El vértigo duró un suspiro porque a las pocas horas sonó el teléfono y se inició una historia que dura hasta hoy. Era Juan Antonio Cebrián. Nos seguía lo pasos… Había oído mi «retirada» del programa y sacó la caña de pescar. Entonces, me rescató. Con sus palabras cambió mi historia: quería que me incorporara a su recién iniciada aventura. Se llamaba ‘La rosa de los vientos’. Han pasado casi 25 años desde entonces –debía ser el año 1998– y 3.000 programas.

Al poco de incorporarme me convertí en la segunda voz del programa. Durante varios años conduje ‘La rosa de los vientos’ cada verano. Parecía un entrenamiento a lo que después sucedió una trágica tarde de noviembre de 2007. Ese día –un día 20– un infarto se llevó la vida de Juan Antonio Cebrián. Apenas 24 horas después, tomaba las riendas del programa. Han pasado más de 15 años desde entonces y, aunque cueste creerlo, casi dos mil programas dirigiendo y presentando el programa.

Programa líder
Durante este tiempo –y había muy pocos que creían en mí… he tenido que soportar y aguantar lo que nadie puede ni siquiera imaginarse– el programa ha alcanzado cotas de audiencia jamás vistas antes y que han llegado a colocar en varias ocasiones –y en la actualidad también– a ‘La rosa de los vientos’ de Onda Cero como el programa líder de toda la radiodifusión española los fines de semana por la noche.

Hay cosas antiguas y cosas nuevas. Y las cosas de siempre, han cambiado. En muchas ocasiones he tenido que hacer pequeños cambios sin que se notara y sin hablar. De esta forma no molestaba a los puristas.

Es un placer contar con dos colaboradores que llevan en el programa más tiempo que yo. Me refiero al decano José Manuel Escribano –el hombre que más sabe en el mundo de cine– y al grandísimo periodista Fernando Rueda. Además, están con nosotros en diferentes secciones y en la tertulia Mado Martínez, Miguel Pedrero, Manuel Carballal, Josep Guijarro y Juan José Sánchez-Oro. Con su sabiduría y buen hacer han superado con creces todas las expectativas y a todos los colaboradores anteriores. Son los más grandes expertos de «nuestros temas» que hay en cualquier radio española. Es un honor contar con ellos, que son, además, nuestros amigos. No tengo dudas de que una de las claves del éxito de nuestros programa se debe a la existencia de vínculos de amistad entre todos los que hacemos ‘La rosa de los vientos’. Somos algo más que compañeros… ¡Somos unas gran familia!

25 años de trabajo permanente
Ahora cumplimos 3.000 programa. Se dice pronto, pero son 25 años de trabajo permanente. Es cierto que contamos cosas distintas sobre mil asuntos –seguramente la expresión que mejor define los temas que tratamos es «lo alternativo»–. Lejos de lo que que algún indocumentado piensa, el cariz y fundamento principal de lo que hacemos es el periodismo. Somos periodista, vivimos el periodismo y respiramos el periodismo.

Hay muchas cosas que no se ven de ‘La rosa de los vientos’, pero esas cosas son las que han hecho que la rosa florezca día tras día. Nos pasamos horas y horas preparando el programa, debatiendo los tema y buscando los invitados. A veces es sencillo, pero otras veces es una labor lenta, meticulosa, que lleva semanas y meses… esa parte no se ve, pero esa parte es fundamental en lo que hacemos.

Voy a poner un ejemplo. Con uno basta. Presumo mucho de ello y de este caso.

En los años noventa del siglo XX se hizo muy popular en todo el mundo un niño español que tenía supuestas capacidades y era –decían los budistas– la reencarnación de un importante lama. Se convirtió en algo así como un Dios en la tierra. El llamado «niño lama español» alcanzó fama internacional y estuvo en las portadas de algunos de las principales medios, revistas y periódicos del mundo. Luego llegó el silencio. Se supo solamente que había abandonado el mundo budista… Y nunca se supo más de él.

Personalmente me parecía un invitado importante y alguien de quien merecía la pana conocer su historia, pero la tierra se lo había tragado. Con la ayuda de nuestro productor, Javier Sevillano, no nos dimos por vencidos y lo buscamos, aquí y allá…

Invitados complejos y difíciles de localizar
Lo localizamos en Brasil. Parecía un milagro, pero el milagro se hizo realidad. Y después de conversar muchas veces con él, admitió ser entrevistado en el programa. Fue un momento histórico. Rompía décadas y décadas de silencio. Habíamos hecho periodismo puro… Siempre hemos tenido invitados muy complejos y difíciles de localizar. Cuando miro atrás, me siento orgulloso de a quienes hemos entrevistado –personajes de renombre nacional e internacional que nadie piensa que puedan llegar a estar en un programa como el nuestro–.

Además, y he cuidado este punto hasta el extremo, he trabajado cada entrevista, documentándome sobre el personaje a entrevistar… He estudiado cada palabra, cada frase, cada información… He trabajado tanto los contenidos y las entrevistas –a veces hasta límites casi enfermizos– que creo que a veces sé más sobre los entrevistados que ellos mismos.

Ahora cumplimos 3000 programas. Cuando acabe la celebración empezaremos a preparar el 4.000.

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