Julio Muñoz, el ‘Rancio’ de Radio Sevilla que lidera ‘la radio que se ve’

Julio Muñoz

Amalia Bulnes escribe en El País que el popular periodista sevillano cumple cuatro años al frente de los espacios de humor de la Cadena SER Andalucía y estrena novela, ‘True Crime’, un ‘thriller’ con el que cambia de registro.



Julio Muñoz Gijón (Sevilla, 42 años) cree ser “solo una parte de Rancio”, y no al revés. Sus más de 100.000 seguidores en X (la antigua Twitter) saben a lo que se refiere: este periodista sevillano que comenzó hace 15 años como reportero de televisión —su “primer hit” fue la retransmisión para el programa España directo del terremoto de Lorca en 2011, cuando se desplomó literalmente a su lado el campanario de la iglesia del municipio—, fue de los primeros en entender el potencial de las redes sociales.

En ese universo de escasos caracteres pero máxima interacción apareció por primera vez como @Rancio en 2012, un alter ego irreverente y mordaz por el que se le sigue conociendo hoy, e incluso venerando, con una legión de fans que crece exponencialmente.

El humor le ha permitido colocar la férrea idiosincrasia del sevillano tradicional, guardián de las esencias, ante el espejo de sus contradicciones —léase: de la Semana Santa y la ortodoxia en las tradiciones, a sus personajes más singulares: José Manuel Soto, Lopera… nadie ha escapado de los tuits de Rancio— y ha sido el germen de todo lo que ha venido después: escritor de novelas de gran acogida popular —con más de 100.000 ejemplares vendidos—, guionista de documentales para diferentes plataformas de televisión, concursante en un reality e incluso empresario cervecero —ha creado la cerveza Rancia, para deleite de sus seguidores—, Julio Muñoz trabajó también durante ocho años como responsable de la comunicación digital en la Selección Española de Fútbol (“Nunca pensé que ser despedido por Rubiales iba a ser un mérito para ponerlo en el currículum”, bromea).
Fue durante los años que vivió en Madrid cuando @Rancio nació como respuesta a una morriña cada vez más acentuada por su tierra natal. Ya de vuelta en Sevilla, Julio Muñoz cumple ahora cuatro años como referente de la programación dedicada al humor y la actualidad en la Cadena SER Andalucía.
Al frente del programa diario La cámara de los balones, un repaso a la actualidad deportiva contada en un tono desternillante, y del magacín de nueva creación No puede SER (en Cadena SER+), donde pone en práctica todo lo que le ha enseñado esa combinación de redes sociales y humor, Muñoz es claro al hablar de su relación con las ondas: “La radio es probablemente lo que más disfruto de todo: genera una complicidad con quien te está escuchando que no se puede conseguir con un libro, ni con la televisión”, reconoce este periodista todoterreno que tiene mucho “de Clark Kent: me meto en la cabina y me cambio rápido el traje”.
“Bienvenidos a la radio que se ve, la radio de la risa. Hoy queremos compartir con vosotros tres objetivos: pasar un buen rato, que conozcas a gente interesante y que aprendas cosas, porque cuando aprendemos algo, el día ya ha merecido la pena”.

Así da entrada Rancio, cada día de lunes a jueves, al programa No puede SER, “un espacio de libertad que nos ha dado la Cadena SER Andalucía donde tratamos de manera entretenida temas que no tendrían por qué serlo”, asegura el periodista, que va más allá cuando intenta explicar el contenido que vertebra su programa: “Sencillamente hacemos el programa que nos gustaría escuchar”.
Muñoz habla en plural porque en la radio se ha encontrado con la compañía del cómico y monologuista Juan Amodeo (1,1 millones de seguidores de Instagram) y los periodistas Luis Márquez y Rocío Vicente, procedentes del audiovisual, un cuarteto que ha conectado a la Cadena SER Andalucía con nuevos públicos, un segmento de la sociedad que se estaba separando de las ondas como se han venido conociendo hasta ahora: los seguidores de No Puede SER son, en su mayoría, jóvenes de entre 18 y 35 años que se han acercado al programa a través de las redes sociales y las plataformas digitales.
La cámara de los balones, el programa más escuchado en su franja horaria en Andalucía, cuenta con más de 30.000 descargas mensuales y No puede SER, un promedio de 12.000. “La radio es muy marciana, cuando se hace parece que no te oye nadie, estás solo en un estudio hablando para no se sabe bien quien.
Pero si yo de repente digo algo con gracia en directo y funciona, se me ilumina el móvil 17 veces con notificaciones de Whatsapp o de habernos mencionado en las redes. Es una flipada.
Ese es el mejor EGM que existe”, reflexiona Muñoz. Dentro de ese espacio de libertad, que le ha permitido reinterpretar las tradiciones más clásicas y convertirlas en discursos de modernidad, Julio Muñoz tiene claras sus líneas rojas: “Tratar cualquier tema desde el humor, pero sin dejar víctimas”. Y se explica: “Para mí es un orgullo poder hablar con un chaval que padece acondroplasia muertos de risa y haciendo bromas, y al día siguiente recibir una felicitación de la Asociación de Acondroplasia de Andalucía. Para ser gracioso no hay que ofender a nadie, ese es límite del humor”. Asegura también el periodista que la radio se ha convertido en el vehículo que conecta a sus seguidores con sus novelas. Julio Muñoz Rancio se convirtió en un fenómeno editorial desde que publicara en 2012 El asesino de la regañá, primer título de una trilogía que se completa con El crimen del Palodú y El prisionero de Sevilla Este, una mezcla de humor y novela negra protagonizada por la pareja de policías Jiménez y Villanueva, que a pesar de hacer un hilarante repaso por los clichés locales más asentados, “donde más se ha vendido es en Barcelona”, dice el autor. Hasta la fecha atesora 14 títulos en negro sobre blanco si sumamos la novela que acaba de salir publicada y supone un cambio de registro: True Crime (El Paseo Editorial), un thriller donde se cruzan el crimen perfecto, el true crime televisivo y giros tan sorprendentes como documentados de casos reales: “Ha sido un capricho que me han permitido los editores porque pude vender mucho de los anteriores libros”, se ríe Muñoz.
Esta novela negra le devuelve el perfil más periodístico a su autor, puesto que se trata de una ficción construida tras su paso como guionista para una productora de televisión que estaba preparando una serie de documentales sobre criminales —narcos, asesinos, ladrones de alto alcance…— que confiesan sus delitos sin pudor ante la cámara.
“No soy el mejor escritor de novela negra de este país, pero mi material es único, de primera mano”, explica quien también lleva a gala haber reclutado con sus novelas “a mucha gente no lectora: para mí, otro gran premio es que un padre me diga durante una firma que ha conseguido que sus hijos lean gracias a mis libros”.

Y en el centro de todo, continúan las redes sociales, “sin duda lo más epicéntrico de todo lo que hago” y lo que dota de armonía este cajón desastre que guarda la creatividad desbocada de Julio Muñoz: allá donde haya andalucismo, humor y una historia que contar, encontrará a este periodista: “Hago muchas cosas, hay quien me dice que es demasiado desquicie, pero yo no lo vivo así: sólo me meto en aquello que creo que puedo hacer bien”, confiesa».

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