José Martí Gómez, colaborador de «A Vivir…» de Cadena SER deja la radio tras una vida dedicada al periodismo

José Martí Gómez y Javier Del Pino

Javier Del Pino escribe: Hace justo 8 años, decidí embarcarme en el proyecto de hacer este programa. El compromiso era para un año porque ni yo mismo pensaba que alguien querría escucharlo. La primera llamada de teléfono que hice al aceptar fue a José Martí, a quien conocía mucho de mi época en Hora 25. Recuerdo que él me dijo “estaba esperando tu llamada, con lo a gusto que estaba jubilado”. José, que tiene 83 años, ahora sí que se jubila. Se jubila de la radio, porque de tocar las narices no se va a jubilar nunca. Él se sumó a la idea de este programa por cariño, y porque pensaba que podíamos hacer algo distinto. Y si hemos hecho algo distinto es, en gran parte, por él. Nos ha dado un sentido ideológico, nos ha dado su compañía, su humor y su manera de ver las cosas siempre con la mirada de quien no cree en nada ni en nadie. Vino por un año, igual que yo, se quedó al siguiente sin saber muy bien por qué, igual que yo… y al siguiente… y al siguiente… pensando siempre, como yo, que esto que hacemos en realidad no tenía que haber durado tanto.



Yo quiero confesar no sólo el cariño que le tengo, sino el agradecimiento por su compañía, sus consejos, por los momentos en los que está enfurruñado, que también los tiene, por haberme ayudado en momentos complicados durante años en los que era difícil hacer determinadas cosas, por los cientos de personajes a los que hemos entrevistado juntos y yo nunca sabía por dónde ibas a salir, por haber tirado de mi cuando quería irme y haberme empujado cuando quería quedarme, y sobre todo por tu integridad. José Martí es José Martí. Yo me he dado cuenta de que a lo largo de mi vida he conocido a muy pocas personas singulares, distintas, con otros engranajes mentales. Carlos Llamas era una de ellas. Y José Martí también lo es. Le hemos pedido a algunos amigos que nos hablen de él, y de lo que significa su voz.

Pero en la radio le decimos adiós. Así que José, con todo nuestro cariño, por mi parte también con la petición de indulgencia por los pecados cometidos, entre ellos que no me gusta el whisky, cosa que no perdonas en un periodista, te dejamos ir por fin tranquilo a esa playa en la que odias estar. Cuídate mucho, José, y un beso muy fuerte para Elena.

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