Javier Lodín publica «Las claves del Vuelo 605», sobre el programa de Ángel Álvarez

Ángel Álvarez

M.G. Salas escribe en lne.es que Javier Lodín fue uno de los millones de oyentes que tuvo «Vuelo 605», el programa musical que durante más de 40 años presentó en la radio nacional el asturiano Ángel Álvarez (Oviedo, 1919-Madrid 2004) –responsable también del mítico programa «Caravana musical»–.



De esa fiel escucha nació una admiración hacia el locutor radiofónico que se plasma en la publicación del libro «Las claves del Vuelo 605», que ayer se presentó en el Centro Asturiano de Madrid.
Lodín, madrileño y economista, empezó a escuchar a Ángel Álvarez con 15 años y la música que descubrió en sus programas, asegura, le cambió la vida.

– ¿Cuál fue la clave del éxito de «Vuelo 605» para que permaneciese 40 años en antena?
– No hay una sola clave, son varias. Una, por supuesto, es el presentador, Ángel Álvarez, una persona única, que tenía un tono y un timbre de voz inconfundibles.
Otra es el guionista, Carlos Domínguez. Ángel hacía todos sus programas basados en guiones, que estaban escritos con una prosa lírica que daba gusto leerlos.
Gracias a ellos, hacía unas introducciones muy cuidadas y unas descripciones de los personajes magníficas. Hay más elementos que juegan en este éxito y que tienen que ver con el propio programa, como es la diversidad.
Había una gran variedad de artistas, de estilos: pop, rock, country, blues, jazz… Y la música que ponía era una maravilla.
Otra característica propia de «Vuelo 605» es que se ponía el foco en el artista, no tanto en las canciones.
Ángel dejaba escuchar esas canciones, no les ponía adjetivos para que la gente se hiciese su propia idea.

– A nivel personal, ¿qué supuso ese programa para usted?
– No lo pude escuchar todos los días. Durante 40 años eso es imposible. Pero era un placer. La música que se ponía en «Vuelo 605» no se escuchaba en ninguna otra parte.
Ángel Álvarez la traía de Nueva York y eso no estaba al alcance de cualquiera. Él lo tenía más fácil, porque era radionavegante de Iberia.
Así que cuando llegaba a Nueva York se despedía de sus compañeros de tripulación y se iba a las casas discográficas.

– ¿Hay hoy en día programas radiofónicos parecidos?
– La singularidad de «Vuelo 605» es que ya no hay programas así. Ahora la radio fórmula está en pleno apogeo. Se utiliza la inteligencia artificial para saber cuáles son tus gustos e interpreta qué música quieres escuchar.
Pero la radio fórmula no te explica nada. Y a mí lo que me gustaba precisamente de su programa es que me explicase cómo era las canciones, quién las cantaba, saber algo más.

– ¿Le gusta la música que hoy se produce?
– Los40, por ejemplo, los escucho muy poco. Siempre llevo mi propia música, porque en casa tengo mucha. He escuchado Spotify y ahí hay de todo: antiguo, moderno…
Cumple su papel, pero es muy distinto a lo que había antes. A mí me gusta más lo anterior. Cuando escucho reguetón, cambio rápido.

– Tiene otro libro dedicado a Ángel Álvarez. ¿Por qué le genera tanto interés?
– Yo aprendí a conocer y a amar la música gracias a él. Es una figura que siempre me ha causado mucha admiración. Creo que está más reconocido de lo que él creía.
Siempre pensaba que lo que hacía no estaba bien valorado, pero el tiempo hace su trabajo y pone a cada cual en su sitio. Y yo creo que la figura de Ángel Álvarez en la radio es muy conocida y muy apreciada.
Además, ha ganado muchos premios. El que más ilusión le hizo, confirmado por su hija, fue el de «Asturiano del Año».

– Para este libro ¿cuántos programas de «Vuelo 605» ha vuelto a escuchar?
– Este libro aborda la última fase del «Vuelo», a partir de los 90. Es ahí donde baso la exploración y análisis del éxito del programa.
Y todo surgió tras una conversación con Adela, la hija de Ángel Álvarez. Yo quería saber si todavía conservaba grabaciones de algún programa antiguo de «Caravana Musical».
No fue posible, pero me dijo que tenía algunas cajas con casetes de programas del «Vuelo 605». Me dejó unas 10 o 12 cintas de emisiones de los años 90; eran, fundamentalmente, programas dedicados al recuerdo de artistas o grupos.
Y fue como un regreso al pasado. Pude darme cuenta de la riqueza de los guiones, de cómo era la estructura de los programas, de las canciones que sonaban, y, en general de la mucha información que se transmitía.
Me gustó tanto, que le pedí a Adela más. Al final, después de escuchar casi 200 pude comprobar por qué ese programa había permanecido en antena más de 40 años.

– ¿Álvarez tenía intérpretes a los que reverenciaba?
– Le encantaba Frank Sinatra. También le gustaba mucho cómo cantaban Ray Price y Jim Reeves, este último sobre todo con su canción «He’ll have to go».
También admiró muchísimo a Elvis Presley. Entre los grupos, sentía predilección por Beach Boys y Beatles.
Capítulo aparte para las orquestas: se lamentaba de que los grandes orquestadores ya estaban desapareciendo del panorama musical.
Sentía debilidad por Percy Faith y también Henry Mancini. En fin, esta lista de preferencias musicales es muchísimo más amplia, solamente quedan aquí una pequeña muestra.

– ¿Cuál es el legado que aún perdura del «Vuelo 605»?
– Es el mismo que el de «Caravana Musical», porque se trata de la misma música. Digamos que lo que perdura es el recuerdo de Ángel Álvarez y la nostalgia de una forma de hacer programas musicales que la radio fórmula no contempla.
Es el cambio, pero no todos los cambios necesariamente mejoran lo anterior.

– ¿Qué hace un economista escribiendo un libro como este?
– Como he dejado mi actividad laboral, ahora hago lo que más me gusta: la buena música, la gastronomía, el turismo, jugar al golf y reírme con los amigos.

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