
13.07.2025.- Alex Gutiérrez escribe en ara.cat que la radio privada en general, y RAC 1 en particular, tienen una guerra con Catalunya Ràdio a cuenta de la publicidad. El Consejo del Audiovisual de Catalunya ha sancionado a la emisora pública porque en algunas franjas concretas se saltó el límite de seis minutos por hora de publicidad. Y es verdad que una instrucción del CAC aprobada en 2011 establece este tope. Pero esto se aprobó en plena crisis y se determinó que a los dos años se revisaría, algo que no se hizo. Y en el 2022 se aprobó la ley de comunicación audiovisual de España, que tiene un rango superior y que no dice nada de limitaciones, por lo que si la CCMA interpone un contencioso –como piensa hacer– tiene muchos números de salirse.
En un país anómalo como el nuestro, dejar sin publicidad a la segunda gran emisora en catalán sería un error estructural. La lengua necesita tantas ventanas como sea posible, incluso para sus anuncios. Una Catalunya Ràdio sin publicidad, además, sería en un primer momento más competitiva así como también más amable de escuchar. Por su parte, RAC 1 –que a ratos roza la saturación– podría subir precios, pero no necesariamente captaría a muchos más clientes. A largo plazo, se saldría perdiendo: o habría que pagar más impuestos por Catalunya Ràdio, o empobrecería su oferta. Toda esta pugna ocurre mientras la emisora del Grupo Godó sufre un agravio inaudito y que sí debería dirigirse. Es inconcebible que una radio que reúne a un millón de oyentes diarios no tenga todavía, un cuarto de siglo después, los repetidores necesarios para garantizar su recepción en todo el territorio, especialmente en Ponent pero también en zonas del Baix Empordà o del Maresme. Ganar audiencia cubriendo todos los rincones de Catalunya: he aquí una manera de reforzar la solidez de uno de los grandes proyectos de éxito comunicativos del catalán sin hacerlo a costa de nadie.
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