Especial RNE desde el Centro Memorial de Vitoria

Marta Buesa y Manuel Giménez Larraz son víctimas de ETA. Sus padres fueron asesinados en 2000 y 2001 por defender sus ideas políticas. Ahora, dos décadas después, coincidiendo con la inauguración en Vitoria del Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, defienden la importancia de que sean quienes han sufrido esta violencia los que cuenten qué y cómo pasó. “Hay una parte que se resiste. Es necesario nuestro trabajo para deslegitimarlo”, coinciden.



Las víctimas creen que deben ser ellas quienes cuenten lo que pasó para evitar que se impongan otro tipo de relatos, inciertos dicen, pero que pueden hacer pensar a otra parte de la sociedad que había motivos para que pasara lo que pasó. “Hay víctimas que van a desaparecer con el paso del tiempo. Es importante que, antes, se escuche su testimonio de primera mano”.

Marta Buesa defiende que esa deslegitimación debe provenir de la ética, teniendo en cuenta que las leyes no pueden llegar a todo. “La educación es fundamental. Sin una educación en valores desde edades tempranas es muy difícil que ese trabajo de deslegitimación se pueda consolidar y asentar”, afirma. “Este es el motivo por el que tanto Marta como yo estamos aquí”, añade Manuel Giménez. “Tenemos una deuda como familiares y como ciudadanos. Siempre vais a encontrar ahí nuestra disposición a trasladar lo que hemos vivido y que intentaremos evitar en el futuro”.

Las dos víctimas del terrorismo que nos han acompañado este martes en el programa especial de RNE coinciden en que por todas esas razones es tan importante el trabajo de los historiadores. “La historia debe ser contada y escrita por historiadores que trabajan con un rigor científico”.

Es el mismo argumento que expone Raúl López, responsable del área de Educación del Centro Memorial. Él forma parte de una nueva generación de profesionales que está desgajando la historia de ETA a través de sus víctimas. “Este memorial tiene varios objetivos. Tiene una parte de memorial y una parte de historial. Siempre desde una perspectiva de deslegitimación. Lo hicieron porque quisieron. Siempre ha habido otras alternativas. La clave fue la voluntad”, asegura.

Raúl López define a los historiadores como una especie de detectores de mentiras, que identifican y desmontan relatos que son completamente falsos. “El terrorismo ha sido un factor fundamental que ha intervenido en nuestra vida y ha tenido un impacto brutal. No podemos hurtarles a los ciudadanos el conocimiento de esos hechos”.

Los tres miran al futuro con optimismo, creen que la sociedad ha aprendido y aprenderá de lo que pasó y evitará que algo parecido se pueda repetir. “El recuerdo de su historia, de su sacrificio, deben ser un elemento para construir una identidad cívica” dice Manuel Giménez. Asiente a su lado Marta Buesa, que confía en que este memorial pueda desarrollar con éxito esa tarea de informar, formar y deslegitimar cualquier discurso de odio en el País Vasco y en toda España.

El movimiento social en contra de ETA
Tanto Marta como Manuel fueron víctimas de ETA después del año 2000. Entonces ya existía un movimiento social muy importante en contra de ETA. Ya era la época de las grandes manifestaciones y movilizaciones bajo el lema ‘Basta ya’. Pero esa historia en la que bucea constantemente Raúl muestra que hubo muchos años que las víctimas y sus familias estuvieron completamente silenciadas y ocultas. “La movilización social llegó tarde. No se ha producido hasta mediados de los años 80, pero se ha convertido en una de las respuestas más dignas desde y por los vascos al fenómeno del terrorismo. La evolución que arranca con ‘Gesto por la paz’ y que luego evoluciona en ‘Basta ya’ o ‘El foro de Ermua’ es un caldo de cultivo que no desaparece”, ha dicho en ‘Las mañanas de RNE’.

Es un movimiento que, según Marta Buesa, ha conseguido rearmar una sociedad. “En el caso de mi padre hubo una movilización muy grande. Nos sentimos muy acompañados y aún nos sentimos así”.

El Centro Memorial inaugurado este martes por los Reyes cuenta la historia del terrorismo en España a través de sus víctimas. Esa es su principal característica, que el foco se pone en los hombres y mujeres asesinados o heridos por los violentos.

Florencio Domínguez, el director del Centro, explica por qué el objetivo ha sido colocarlas en el centro: «Históricamente, los que hemos analizado el terrorismo, nos hemos fijado en las organizaciones terroristas, en sus miembros, sus objetivos, sus estructuras, etc. Y nos hemos olvidado del elemento principal que eran las víctimas. Hemos tardado mucho en darnos cuenta de que había que poner el foco sobre las víctimas y no sobre los victimarios». Se alegra de que su protección haya evolucionado a lo largo del tiempo, desde el abandono absoluto de los primeros años, cuando no había política institucional de atención, a la actualidad, con «una de las políticas más destacadas de Europa».

Argumentos parecidos son los que expone el historiador y responsable del archivo del Centro Memorial, Gaizka Fernández Soldevilla. “Debíamos empatizar con ellas. Saber quiénes eran para entender por qué era tan terrible su muerte”. Por eso, destaca, es tan importante mostrarles esas historias a los jóvenes, a aquellos que no han vivido el terrorismo de forma tan directa. Fernández Soldevilla cree que es básico que entiendan que no es algo lejano para ellos y que puede repetirse.

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