Edurne Ormazabal (ex Gaztea) nombrada directora general de Tabakalera

Edurne Ormazabal

Aunque con una dilatada trayectoria en diferentes puestos vinculados a los medios de comunicación, el rostro de Edurne Ormazabal (Tolosa, 1963) alcanza quizás sus mayores cotas de popularidad como presentadora de las galas del Zinemaldia durante las dos últimas décadas. Licenciada en Psicología, Ormazabal ha desarrollado su carrera como periodista, locutora, presentadora o coordinadora de Euskadi Gaztea, en un popurrí de tareas que ella misma suele condensar en un término: «Comunicadora». Y casi siempre en el ámbito del euskera, cabría añadir. Vinculada especialmente al grupo EITB, la nueva directora general de Tabakalera ha trabajado también para Antena 3 Radio o la desaparecida Canal Plus, como presentadora de la gala de los Oscar. Y es que el cine y la música son los ejes sobre los que ha pivotado hasta ahora su carrera. Actualmente ejerce de directora comercial de EITB.



Afable, tocada con ese intangible que conocemos como ‘don de gentes’, telegénica y con una pulsión viajera que le hace disfrutar incluso de los desplazamientos por cuestiones laborales, Ormazabal ha conseguido la proeza de mantenerse en buenas relaciones con los diferentes equipos directivos que, bajo distintas siglas políticas, han dirigido EITB. De hecho, es probable que esa aparente facilidad para encajar en diferentes equipos y adaptarse a las circunstancias haya resultado decisiva en su elección al frente de una Tabakalera en la que conviven diferentes entidades e instituciones, públicas y privadas.

Aunque sus conocimientos en materia psicológica le habrán sido a buen seguro de gran utilidad en los diferentes puestos que ha desempeñado y lo seguirán siendo en esta nueva etapa al frente de Tabakalera, Ormazabal saltó al mundo de la comunicación con apenas veinte años, como corresponsal radiofónica en su localidad natal. No por una súbita llamada vocacional, sino en respuesta a una oferta de Josetxo Lizartza que le llegó a través de un amigo común. «Sabía muy bien qué no quería hacer, pero no qué hacer. Esa es una constante en mi vida. Nunca sé lo que voy a hacer. Más que por mis propias decisiones, me dejo guiar por las circunstancias», aseguraba hace unos años en una entrevista a Euskonews. Fue, sin embargo, su labor como presentadora a finales de los ochenta del programa de Euskal Telebista ‘Katu Kale’ la que decantó definitivamente sus pasos profesionales hacia el mundo de la comunicación. «Fue mi punto de partida», ha señalado en alguna ocasión sobre un programa que, tampoco lo ha ocultado, tiene la «sensación de que el tiempo lo ha mitificado un poco. No sé si lo viésemos ahora… Había muchas limitaciones, pirateábamos material. Pero había muchas ganas de hacerlo bien, metíamos muchas horas y había muy buena relación en el equipo».

Ha sido también coordinadora de Euskadi Gaztea, la emisora musical en euskera del ente público vasco. Ahí vivió el tránsito de audiencia del que siempre se ha mostrado especialmente orgullosa: entre la que empezó sintonizando la cadena por militancia euskaldun y la que la acabó haciéndolo simplemente porque se había convertido en su referencia musical en las ondas. Cuando irrumpieron fenómenos televisivos -ahora de vuelta- como ‘Operación Triunfo’, no tuvo pelos en la lengua para confesar que «musicalmente no me interesa nada». Y reconoce que si alguna vez pinchó el ‘Ave María’ de David Bisbal, fue porque «nos lo pidieron a través del contestador».

A finales de los noventa, aceptó presentar las galas del Zinemaldia a propuesta del entonces gerente del Festival, Koldo Anasagasti, que buscaba a alguien euskaldun, que dominara también el inglés y tuviera amplios conocimientos cinematográficos. Ormazabal cumplía los tres requisitos y pasó además a ocuparse de conducir algunas de las ruedas de prensa festivaleras. Ahí le ha tocado lidiar con las divagaciones de la prensa acreditada, además de con las más variopintas situaciones. También le ha permitido conocer de cerca a algunas estrellas del séptimo arte, sobre las que tiene siempre buenas palabras. Así, asegura tener «muy buen recuerdo» de Richard Gere, Jeremy Irons, Bette Davis, Robert de Niro, Susan Sarandon, Angelica Huston o Angelina Jolie. Sí se ha quedado con las ganas de conocer al actor y dramaturgo Sam Shepard, fallecido este pasado año. En cuanto a los de trato más difícil, su respuesta recurrente suele ser que «han sido muy pocos y la verdad es que ya me he olvidado». De quien no se ha olvidado ha sido de Catherine Deneuve. «Todos tenemos derecho a tener un mal día, supongo»

En 2000 presentó la gala de los Oscar para Canal Plus, una experiencia que, de «tan intensa, ni me dio tiempo a disfrutarla realmente. Estaba todo el tiempo como en una nube». De aquella excursión, se queda con «la satisfacción de haber superado el reto». Eran tiempos en los que ETB y la cadena de pago del grupo Prisa trabajaron en el embrión de proyectos en colaboración. De ahí surgió también su trabajo como conductora de programas como ‘Miradas de cine’ y ‘Nuestro cine’, que también se emitieron en el primer canal de Euskal Telebista. Ha ejercido también como jurado del programa vasco de difusión cortometrajes Kimuak, con cuyo equipo se reencontrará ahora ya que tiene su sede en espacio que Filmoteca Vasca dispone en Tabakalera.

En cuanto a su imagen pública, lo fía todo al instinto: «No tengo ni idea de modistos». Respecto a su propio estilismo en estas galas, no se rompe la cabeza: «Si no me gusta, no me gusta. Es importante que te haga sentirte cómoda y que te veas bien. Debe estar de acuerdo con tu personalidad». Y respecto al que lucen los demás, en la alfombra roja, tampoco se complica: «No tengo ni idea de modistos, me fijo en si están guapas o en si la ropa es bonita, pero nada más».

A su vuelta de Madrid se ocupó de la dirección de la web del ente público vasco, de donde pasó a ocuparse de la Dirección Comercial del grupo. Hace unos años, contaba lo que le pasaba por la cabeza justo antes de salir al escenario del Zinemaldia para presentar las galas, un cruce de sentimientos aplicable seguramente en vísperas de este nuevo paso profesional: «Me digo a mí misma: ‘¡Edurne, quién te ha mandado meterte en este lío! Pero, al final, sales y te concentras en lo que tienes que hacer y a veces incluso acabas disfrutando. Pero sí, nervios y tensión siempre hay, es inevitable».

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