«Cuando todo falla, radioafición»: la pasión por las ondas cumple 100 años en España

Receptor de radioaficionado

Más de 30.000 personas tienen una licencia de radioaficionado en España. Las usan para conectar con gente de otras partes del país o del mundo, para organizar concursos culturales y competiciones o para dar respuesta a catástrofes naturales. De hecho, Protección Civil y Cruz Roja tiene muy en cuenta a estos ciudadanos si hay que responder a algún desastre. El reto ahora se encuentra en atraer a las generaciones más jóvenes hasta un tipo de comunicación que sigue funcionando cuando fallan las redes digitales o móviles.



No es tecnología móvil, ni se trata de un chat o un portal web en el que conocer a gente con tus mismas aficiones o para ayudar a aquellos que estén en peligro. Es la radioafición, una actividad centenaria que sigue estando en boga en España. Si contactar ahora con un viejo conocido es más fácil que nunca buscándolo a través de Facebook y Tinder y demás ‘apps’ de ligue han democratizado el encuentro entre personas, los radioaficionados siguen con sus emisoras y antenas encontrando nuevos amigos o dando a conocer el lugar en el que viven. Y en la era de las redes móviles y las comunicaciones digitales, sus ondas estarán disponibles cuando todas estas estructuras caigan.

Este 2017 se cumplen 100 años de la constitución del Radio Club Marconi de Almería, la primera asociación de radioaficionados de la que se tiene constancia en nuestro país. Un barnizador, Modesto Moreno, fue el encargado de impulsarlo. Los primeros socios usaban radios de galena. Años más tarde, en 1921, una revista publicaba un curso por entregas para atraer a más personas.

«Nuestra pasión es la comunicación», asegura a HojadeRouter.com Pedro Fernández, presidente de la URE. La URE es la Unión de Radioaficionados Españoles, una asociación que tiene más de 8.000 socios, una parte de las 30.726 licencias de personas físicas que había en todo el Estado hasta marzo, según datos de la dirección general de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información. Esta asociación nació el 1 de abril de 1949, aunque en 1925 los radioaficionados españoles ya estaban presentes en la creación de organismos internacionales que agrupaba a estos amantes de la comunicación. «Invariablemente en el tiempo, los radioaficionados se han  dedicado a experimentar con las frecuencias».

De 53 años, Fernández trabaja como profesor de formación profesional en Cantabria y es radioaficionado desde adolescente. Le gusta decir que la radioafición es «la primera gran red social»: «Cuando no había correos electrónicos nosotros ya mandábamos mensajes que daban la vuelta al mundo». Los mensajes se alojaban en una
especie de buzones; eran ordenadores con una RDS, conectados a un tipo de radio a través de un módem. «A través de la radio los usuarios se conectaban a ese buzón.
Es como si tuvieran una cuenta de correo sin ser internet. Entonces podían dejar un mensaje y luego dirigirlo a alguien de otra parte del planeta. Ese mensaje iba saltando, iba pasando, hasta que llegaba a su destino».

Los radioaficionados españoles siguen conectándose desde sus casas y hacen encuentros o radiocompeticiones, aunque también se encargan de la difusión de la cultura.
Tienen lo que ellos llaman diplomas, retos para conectarse y dar a conocer diferentes lugares, personajes históricos…. En la URE, por ejemplo, existe el diploma de los municipios españoles, cuyo objetivo es contactar con radioaficionados de todas las localidades de la geografía nacional. Si no hay alguien, un compañero se desplaza hasta allí para ello y cumplir con el certificado. Para confirmar se utiliza lo que se llama el intercambio de tarjeta QSL. «Es como una tarjeta postal», por la cual queda certificado que una persona ha hablado con alguien por la radio. Ahora, estas tarjetas también pueden ser digitales.

También hay tiempo para el juego con la banda ciudadana, una especie de hermano menor de la frecuencia de radioafición. Para la banda ciudadana, de 27 MHz, no hace falta tener licencia: se compra una radio, una antena y se puede transmitir desde cualquier lugar, como un coche. Son populares los juegos de la caza del zorro, que  consisten en una baliza que emite una señal y que hay que encontrar antes que los contrincantes. En YouTube se pueden ver vídeos de radioaficionados que han grabado sus pesquisas, algunas de ellas de los años 80, recuperadas de viejas cintas.
Por su parte, los radioaficionados en España logran su licencia o autorización administrativa tras superar un examen en las jefaturas provinciales de Telecomunicaciones. «No es excesivamente difícil. Tampoco es que sea excesivamente fácil», explica Fernández: cuestiones tipo test sobre radioelectricidad, reglamentos… Una vez aprobado, la jefatura asigna un código de llamada. El de Fernández es EA1YO. Las dos primeras letras son el distintivo de España, el número el de un grupo de provincias y el resto de letras el indicativo del usuario.

Radioaficionados al rescate

«Un radioaficionado es capaz de comunicarse con cualquier punto del planeta por sus propios medios, y esa es la clave fundamental que mantiene la vigencia de la radioafición», señala Fernández. Por ello, «si algo mantiene viva a la radioafición» es su importancia para responder a emergencias.

Hay un lema que les gusta repetir mucho: «Cuando todo falla, radioafición». Los nuevos sistemas de comunicaciones son digitales y de mayor calidad, pero «tienen un inconveniente, que es que dependen de redes estructuradas. Y nosotros no dependemos de nada, nada más que de nosotros mismos. Solo necesitamos una antena, nuestro equipo de radio, una fuente de energía que nos la puede dar una batería, un generador… y ya somos capaces de comunicarnos».

Cuando habla con alcaldes y autoridades, Fernández tiene que responder muchas veces a la misma pregunta: ¿esto de los radioaficionados todavía existe? «Sí, sí, claro», les dice, «y usted tendría dar gracias a que en su municipio o en su ciudad haya el mayor número posible de radioaficionados, porque un radioaficionado le va a garantizar que no se va a quedar incomunicado en ninguna circunstancia”.

En España no es tan necesaria su acción porque, como recuerda Fernández, no sufrimos catástrofes naturales como terremotos o huracanes que cortan las comunicaciones.
Pero los voluntarios españoles pueden colaborar con los desastres de otros países. Es lo que hace José Antonio Méndez, vocal de Emergencias de la URE y cuyo identificativo es EA9CD. Con ocho años, en su primera comunión, le regalaron un equipo de banda ciudadana. «Me apasionó el poder escuchar personas de otras partes muy cercanas, de la zona del Campo de Gibraltar», en la cercana Cádiz.

Méndez tiene 49 años y vive en Ceuta, donde trabaja como funcionario y es voluntario de Protección Civil; aquí gestiona un grupo de voluntariado relacionado con radioemergencias. Este organismo dependiente del Ministerio del Interior tiene una red de radioaficionados especializados en este tipo de comunicaciones de rápida actuación. Reafirma a HojadeRouter.com la opinión de su presidente: «Es una garantía el que en un pueblo o una ciudad existan radioaficionados». Cuando hay situaciones de gravedad y las comunicaciones se caen, con la radio siempre se podrá sacar información «de la zona cero»: «Yo te monto una antena de hilo y puedo estar contactando con toda la península ibérica sin ningún tipo de problema. Eso te garantiza que, cuando pasan las cosas, tienes una alternativa».

Méndez ha ayudado en misiones humanitarias de todo el mundo sin salir de Ceuta: el tsunami del océano Índico, los terremotos de Haití o Nepal… Contacta con radioaficionados locales y actúa de enlace. En el seísmo de Ecuador de 2016, el colectivo ecuatoriano español quería recabar información de la zona, porque las estructuras telefónicas se habían estropeado. Los emigrantes querían saber si sus familiares estaban bien, y los voluntarios contactaban con sus colegas locales preguntando por nombres y apellidos. «Los primeros que realizan comunicaciones, desde el primer minuto, son los radioaficionados».

El futuro de la radioafición

«Uno de nuestros problemas es el relevo generacional», confiesa Fernandez. «Hoy en día a los jóvenes hay que atraerlos a la radioafición por la parte técnica, por la parte de la experimentación, de la instrucción. La comunicación en sí misma les llama menos la atención». Ellos desarrollan un actividad llamada ‘La radio en las
escuelas’. Los socios van a colegios e institutos para explicar qué es un radioaficionado y para qué sirve. Les hablan de satélites o de la posibilidad de conectar con la Estación Espacial Internacional para animarlos a introducirse en este mundo.

Pablo Fernández (EA4GLP) tiene 18 años, vive en Puertollano (Ciudad Real) y forma parte de ese escaso recambio generacional. De pequeño le regalaron unos ‘walkie-talkies’ y comenzó a interesarse por este mundo. A ello también ayudó que su padre había sido radioaficionado y conservaba aún una emisora en casa. «Me empecé a picar, a picar… y hasta hoy», cuenta a HojadeRouter.com.

Estudiante de Ingeniería Informática, socorrista y miembro del equipo que ganó el último campeonato europeo de ciberseguridad, Fernández participa en concursos y actividades, pero sobre todo se dedica a la investigación: «Estoy continuamente probando cosas, cacharreando con microcontroladores, aplicando la electrónica y la informática a la radio…».

Además, participa en un equipo de Cruz Roja de respuesta para emergencias; de momento solo ha hecho simulacros y ha actuado ante cortes de luz por el clima invernal, pero tiene que estar preparado para irse a cualquier lugar de España a asegurar comunicaciones si ocurre algún desastre. «Nos encargamos de dar mínimamente luz, dentro de lo que se puede», explica. «Damos cobertura de telefonía móvil también, porque lo normal es que se vaya. Damos internet por satélite con una conexión bastante buena, telefonía por IP, radio por si otros servicios de emergencia tienen que actuar en la zona…».

También ha participado en campamentos internacionales de jóvenes radioaficionados, organizados por la IARU, la unión mundial de radioaficionados: «Hacemos un montón de actividades, promovemos la radio, nos conocemos todos un poco… No es normal encontrar a gente menor de 25 años dentro de la radio. La media está bastante bastante alta, sobre todo en España».

A la hora de atraer a nuevos seguidores, «la gente que tenemos en España es muy mayor, entonces es muy reacia al cambio, a las nuevas tecnologías, a integrar las cosas… Le gusta su radio tradicional, con su emisora, su antena y listo. Entonces, normalmente a una persona joven no la puedes motivar con eso o con el morse». En su opinión, «hoy en día lo que realmente gusta es aplicar la tecnología, informática…» a la radio de toda la vida.

Méndez lo ve de otra forma: «Por suerte, a lo largo de la historia los radioaficionados siempre hemos sido innovadores, siempre hemos estado a la vanguardia», afirma. De momento, las licencias llevan aumentando tres años en países como Estados Unidos, así que parece que la radioafición tiene todavía mecha que quemar. Solo hay que encontrar a los nuevos grupis.

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