Ana Tenías escribe en eldiario.es que el podcast dirigido por Javier Gallego se ha lanzado a una campaña de microfinanciación para trasladarse a un local propio a pie de calle que acogerá el estudio de radio y otras actividades abiertas al público.
“El relato es el de un programa que está fuera de los medios, que se quedó sin emisora, que le echaron a la calle y que, ahora, acaba en la calle. Así que en la calle haremos el programa”, dice Javier Gallego ‘Crudo’ a escasos metros del madrileño Cine Doré, sede de la Filmoteca Nacional, frente a un local cerrado que todavía conserva su antiguo letrero pero que, a partir de septiembre —“si llegamos a tiempo”, señala Gallego, que ha lanzado una campaña de financiación que terminará en menos de un mes—, acogerá la retransmisión de la próxima temporada de Carne Cruda. Pero lo que habrá entonces en la calle Santa Isabel 47 será mucho más que un estudio de locución: Carne Cruda ha proclamado —“ahora verdaderamente”, bromea el periodista— “la República Independiente de la Radio”, para convertirse en un espacio cultural propio, un punto de encuentro abierto y un lugar para la gente.
Carne Cruda: ¿Quién controla los medios? ‘Succession’ a la española
La campaña de crowdfunding ya ha conseguido el mínimo (algo más de 40.000 euros) y ahora van a por el óptimo (unos 87.000 euros), lo cual les permitiría adquirir el mobiliario para la redacción y el material técnico para montar el estudio: la mesa de sonido, los micrófonos, los cables… Además, con un poco más, podrían hacerse con algo de equipo de vídeo, que también es necesario para emitir por Twitch y YouTube. Al cierre de este artículo, habían superado los 84.500 euros, muestra del fuerte apoyo de su base de oyentes. Ahora necesitan un último empujón para completar el objetivo.
Lo que el equipo del programa ha estado buscando es un local céntrico, a pie de calle, con grandes ventanales, amplio y en una acera en la que la gente paseara. No era fácil. Pero lo encontraron. Desde hace tiempo Carne Cruda quería convertirse en un sitio transparente y accesible que la gente pudiese ver desde fuera “e incluso conectarse a través de la aplicación y ver, desde el exterior, lo que se está emitiendo en directo”. Lejos de pensar que los transeúntes puedan ser objeto de distracción, la intención es que lo que pase en la calle esté dentro de la radio y viceversa, que el nuevo local sirva “como un escaparate de quiénes somos”, dice el periodista en una conversación con este medio en pleno Barrio de las Letras. Pero para Gallego la idea va mucho más allá: piensa que es, ante todo, “un ejemplo de resistencia colectiva”.
Si uno se para a mirar el local a través del ventanal, lo que ve es un interior que mantiene todavía su anterior estructura, pero que al mismo tiempo advierte de qué forma ocurrirá todo en el futuro. Funciona como una bola de cristal. Es un lugar abierto, grande, sin muros y con posibilidad de dividirse en diferentes áreas para dar cabida al estudio de radio —será lo único separado por una pared, detalla Gallego—, a la redacción, a la cocina, a la sala de reuniones y a diferentes zonas para actividades culturales, con un pequeño escenario que mantendrán para invitar a artistas. “Será un lugar de encuentro para presentaciones de libros, de discos, charlas, coloquios, entrevistas y conciertos que la peña pueda venir a ver”, explica Crudo. Insiste en que lo transgresor de Carne Cruda, “aparte de los mensajes que durante años han salido en el programa gracias a las voces periféricas que han ido apareciendo”, comenta, “es sobre todo el hecho de haberse convertido en un ejemplo de lo que se predicaba”.
Con una trayectoria de más de 10 años, el programa dio sus primeros pasos en Radio 3 de Radio Nacional de España y se emitió hasta que fue cancelado, coincidiendo con la victoria electoral del PP en 2012. Pasó a la Cadena Ser donde estuvo durante dos años más, pero desde 2014 Carne Cruda es un podcast independiente. Entre medias, se llevó el premio Ondas al mejor programa de radio. “Cuando nos echaron, los oyentes nos adoptaron. Ellos se quedaron huérfanos, pero se convirtieron en la casa. Ahora ya podemos ofrecerles un lugar. Somos un sitio, una radio”. Gallego defiende ilusionado que el programa es “un proyecto de periodismo independiente, autónomo, autogestionado y sin ningún tipo de alianza con marcas, anunciantes, partidos políticos ni gobiernos”, en el que “los oyentes son los propietarios de este medio”, y también los que cofinancian ideas como esta. Hasta ahora el programa, que es un medio asociado de elDiario.es, se hacía en un estudio compartido con otros programas, y la intención con el nuevo local es seguir así. Crear comunidad es parte del proyecto.
Detrás de Carne Cruda no hay un gran empresario, los oyentes son los propietarios de este medio
“Este es un programa que sostiene a diez trabajadores y que se mantiene fundamentalmente por los oyentes. Aquí detrás no hay un gran empresario: el dinero no sale de mi bolsillo en ningún momento. No estoy amasando ninguna fortuna. Yo recibo un sueldo como el resto de mis compañeros”, expresa Gallego. Y cree que los oyentes lo apoyan por ser un proyecto con una temática “muy amplia” que aborda todo lo que tiene que ver con “cultura y contracultura, información y contrainformación, movimientos sociales y demás”, argumenta el periodista. “Tenemos una personalidad muy marcada. Aunque haya mucha gente hablando de cosas muy parecidas, este programa tiene un nombre, conseguido a través de una historia muy concreta. No existe un programa igual a Carne Cruda”.
El futuro de la radio: hacia el podcast
Cuenta Crudo que empezaron cuando la palabra podcast no estaba en boca de nadie. Pero lejos de sentir que la potentísima ola del formato sonoro actual juega en su contra, el periodista defiende la pluralidad, la democratización y la diversidad de los modos de información: “Es un tema que me ha obsesionado y sobre el que he reflexionado bastante”, avisa el periodista, “pero yo he recibido con mucha alegría la proliferación de podcast, porque al final pone la atención en una parte del medio radiofónico que estaba muy en el rincón. Nos dio visibilidad”.
Fotografía del local de Carne Cruda en calle Santa Isabel 47, que todavía no ha comenzado la reforma Javier Gallego
Aunque una competencia tan inmensa, de contenido abundante e infinita suma de voces “asusta” y obliga a “seguir siendo singulares para mantener la atención de nuestro público”, reconoce Crudo, la idea de que tantísima gente haya empezado a hacer podcast provoca al mismo tiempo “que las radios no tengan solo su programación analógica, sino también digital”, cree el periodista, de la misma forma que el hecho de que “los periódicos se pongan a hacer podcast demuestra que existe otra forma de escuchar la radio”.
En la radio no ha cambiado nada. El podcast es todo lo contrario, ha revolucionado todos los géneros que llenan la radio
Pero, a pesar del gran bum del podcast, el periodista piensa que los modelos que priman en la radio continúan siendo obsoletos. “Yo siempre me he quejado de que en la radio no había renovación. Han estado las mismas voces desde que soy pequeño. Siguen los mismos programas transatlánticos de seis y ocho horas, la misma programación desde hace 20 y 30 años. No ha cambiado nada. El podcast es todo lo contrario. Ha llegado y ha revolucionado todos los géneros que llenan la radio”, señala. “Ha recuperado géneros clásicos como el documental o la radio ficción o ha traído las voces de las mujeres, que triunfan porque en la radio tradicional no tenían voz. De repente han aparecido hablando el lenguaje de las mujeres, el lenguaje que no estaba en los medios, el lenguaje de una época. Si lo que la radio quiere es que los oyentes más jóvenes se incorporen a lo radiofónico, tiene que espabilar. El podcast le está pegando un viaje”.
Hacer de Carne Cruda un programa permanentemente novedoso, original y fresco es también un ejercicio de toma de conciencia constante. “Hubo un momento en el que pensé: ‘Vale, aquí hay un salto generacional, y nosotros tenemos que encontrar nuestro sitio’. Lo que hago es rodearme de un equipo intergeneracional, preguntar a los compañeros más jóvenes a qué conciertos están yendo, qué grupos están escuchando o qué palabras están usando”, explica Crudo. Una acción de escucha. Pone el caso de La pija y la quinqui como un buen ejemplo del auge del podcast milenial y zeta, y resalta que intenta consumir también todos los de este tipo porque tiene que saber “qué es lo que está pasando en el mundo” en el que se mueve, justifica.
Pertenecemos a una época de exceso de información, lo que queremos es un ruido de fondo que nos adormezca un poco
“Está claro que no somos la modernidad, no somos el hype”, comenta entre risas Gallego, “pero no hemos envejecido mal”. Para definir el programa encuentra un término perfecto: un ‘clásico moderno’. Y termina reflexionando sobre el fenómeno podcast desde una mirada sociocultural que hace caso al período histórico al que pertenece: la era del cansancio, la precariedad y la rapidez. “Pertenecemos a una época de exceso de información y exceso de impactos audiovisuales. Hay una especie de vaciamiento de contenido, es lo que hacemos al pasar rápidamente con el dedo la pantalla de TikTok o de Instagram. Lo que queremos es un ruido de fondo, que nos adormezca un poco, que nos anestesie”, sostiene. Y cree que el podcast —y, especialmente, la inmensa extensión del modelo amateur en el que dos amigos, sin guion y durante una hora, charlan de todo y de nada a la vez—, se ajusta a eso. “Uno llega con la lengua fuera y no quiere una chapa muy trabajada, solo algo que le haga pasar un buen rato”.
Pero sobre todo Javier Gallego defiende que “no hay una forma errónea de escuchar: uno escucha como puede”, y por eso, precisamente, el podcast acoge estilos, formatos y temáticas tan variadas como potentes: porque se impregna de las necesidades y de los rasgos de un contexto social concreto, de un siglo, de una era. Atender los anhelos de la gente en un momento tan veloz como paralizante no es sencillo, y Carne Cruda quiere hacerlo. Abriendo sus puertas, mostrándose como son, ofreciendo espacio y tiempo, produciendo cultura colectiva y haciendo de la radio, más que nunca, un lugar al que ir. Una casa.
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