Carles Porta (Catalunya Ràdio), el rey del ‘true crime’: «No hay guionista que pueda superar a la realidad»

Carles Porta

Álvaro Palazón le entrevista para huffimgtonpost.es:
«No sé dónde estoy ni dónde vivo». Así empieza una distendida charla con el periodista Carles Porta (Vilasana, Plana de Urgell, 1963), cuya labor al frente de Crims lo ha convertido en el rey del true crime, primero en Catalunya y luego en el resto de España.



Hace unos años empezó en Catalunya Ràdio una sección donde Carles Porta narraba crímenes que se habían cometido en Catalunya de una forma tan peculiar que enganchó a millones de personas, también fuera de Catalunya, gracias al boca oreja.

Tal es el éxito de este formato que TV3, la televisión pública catalana, lo compró y empezó a emitirlo, con registros de audiencia históricos. Después llegó Movistar +, Atresmedia, Audible…

A todo esto hay que sumarle varios libros. El último se llama Crímenes (Ed. Reservior Books) y es la razón de esta entrevista. Aquí recopila siete casos de asesinatos que conmocionaron a Catalunya, de la viuda negra de L’Hospitalet hasta el conocidísimo caso de la Guardia Urbana. Ahora anda preparando una serie llamada 33 días para Atresmedia, otra serie de ficción para Movistar +, de la que no puede hablar, y sigue escribiendo.
“En medio tengo vida”, dice resignado pero contento antes de empezar la entrevista.

Carles Porta atiende a El HuffPost en un céntrico hotel de Madrid en una fría tarde de noviembre y la charla sale sola. Hablamos de crímenes, de la prensa de sucesos, de Alcásser y de los casos más mediáticos de los últimos años en España, que hay de todo.

  • ¿De dónde crees que nace el éxito de Crims, del boca a oreja? Me consta que lo escucha gente de toda España sin saber catalán.
  • Eso es una sorpresa maravillosa. Supongo que se trata de un género que gusta mucho y que el boca a oreja ha hecho que se expanda.
    Crims en sí mismo en Catalunya tuvo un impacto muy grande. Luego, cuando lo compra Movistar + y lo emitió como Crímenes también tuvo un impacto muy potente porque venía a llenar un hueco que no se había llenado.
    No es lo mismo hablar de crímenes que contar historias sobre crímenes.
    Nuestro mérito está en cómo contamos las historias alrededor de los crímenes porque de crímenes se ha hablado toda la vida, toda la vida ha habido crónica negra pero el cómo lo hacemos es lo que nos ha hecho transversales y globales.
    Lo hacemos sin sangre, sin sensacionalismo pero manteniendo el thriller, la tensión…
  • Este libro lo he leído con tu voz.
  • Qué bueno. Esto es lo chulo, lo bonito. Yo qué sé tío, mi voz está gustando y yo no era consciente de que mi voz podía gustar. Luego el universo es maravilloso.
    Hay veces que se alinean los astros, se colocan las cosas una detrás de otra y lo que haces gusta y pasa esto.
  • ¿En qué medio te sientes más cómodo a la hora de narrar una historia? La radio, la tele, los libros…
  • Cada cosa tiene lo suyo. Siendo un poco gamberro diría que los libros porque no tengo que discutir con nadie. En el podcast necesitas un equipo.
    Por suerte tengo un gran equipo pero a la hora tanto de cazar la historia como de escribirla como de narrarla y corregirla interviene mucha gente.
    Y ya en tele ni te cuento, el equipo es mucho más grande, todo se convierte en muy grande, tienes que discutir con mucha gente y eso cansa más.
    Es un desgaste importante pero también es maravilloso.
  • ¿Qué hace que un caso sea mediático?
  • No lo sé, honestamente. El caso del niño Gabriel, por ejemplo, han empezado siempre por desapariciones en las que la familia se tiene que poner, desgraciadamente, a disposición de los medios para pedir ayuda.
    Eso hace que empatice con el público y que todo el mundo se preocupe por ello. Esa parte de preocupación luego se convierte en una gran losa porque lo primero que te preocupaba cuando se esclarece el caso y desgraciadamente acaba siendo un asesinato, luego tú quieres un anonimato absoluto, intimidad y tranquilidad, pero ha sido tan mediático que todo el mundo sufre por ti, quiere acompañarte y eso se convierte en una losa que te aplasta.
    No me gustan los casos mediáticos para nuestras historias, prefiero huir de casos mediáticos. Hemos hecho casos mediáticos, haremos casos mediáticos pero me apetecen los que no lo son tanto.
    Detrás de un crimen siempre hay una gran historia: de la víctima, del asesino, de los investigadores, de las familias… El true crime lo que es es un compendio de elementos de los grandes géneros narrativos.
    Hay mucha gente que viene a nosotros pidiéndonos que le ayudemos a resolver el caso de su familia y no podemos ayudarles porque nosotros no podemos convertirlo en mediático ni es nuestro trabajo. Nuestro trabajo es narrar, no resolver.
  • ¿Qué queda de la España Negra?
  • España Negra sigue siéndolo y seguirá siéndolo, pero no porque sea más negra que otro país. En España no se mata más que en Francia, Alemania o Inglaterra.
    Estamos en una media muy parecida en toda Europa lo que pasa es que nos atrae lo negro por lo peculiar. Luego está en qué ponemos el foco.
    Cuando alguien mata a otra persona nos atrae porque es el hecho más terrible que pueda suceder. Si encima hay tortura, tiempo de por medio, una investigación complicada… todo eso nos atrae.
    La España Negra ha existido, existe y existirá pero no es una España desconocida ni peculiar. España es un país absolutamente normal en lo criminalísticamente hablando.
    Por suerte no tenemos muchos asesinos en serie, hay poquísimos.
  • Está El Mataviejas, El Arropiero, el caso de la viuda negra de L’Hospitalet que cuentas en el libro.
  • Si te lees el caso de L’Hospitalet a esta señora se la acusan de 36 asesinatos, se la considera policialmente, atención al dato amigos, la asesina en serie por envenenamiento más importante de la historia criminal española y se la acaba condenando por cero asesinatos porque no pudieron probar que su envenenamiento fuera la causa directa de las muertes. Una cosa son los titulares y otra la realidad.
    Los casos como el del Arropiero son de épocas en las que la investigación policial es discutible, con pocos medios y luego eso se desmonta.
    Hemos trabajado el caso del Arropiero y le estamos dando vueltas pero igual es más un desmontando al Arropiero porque se le atribuyen crímenes imposibles de sitios en los que él no estuvo.
    Fíjate que en cuanto mejoran las policías y en España tenemos muy buenos agentes en homicidios, no hay asesinos en serie.
  • Te escuché en el podcast de The Wild Project, que en algunos casos hay detrás investigaciones chapuceras de la policía.
  • Esto es como la vida, tú llevas una camisa impecable pero hay una mancha en un rincón, la gente ve la mancha. Creo que Ertzaintza, Mossos d’Escuadra, Guardia Civil y Policía Nacional son excelentes policías, excelentes investigadores.
    La inmensa mayoría de su trabajo es excelente. Como investigadores de homicidios tenemos de las mejores policías de Europa pero hay casos de errores, los hay, porque nadie es perfecto y en nuestras policías también hay imperfección y negligencia.
    Cuando se produce una negligencia mancha mucho. Hay errores por negligencia involuntaria, y eso es una lástima, y hay errores por negligencias pelín, no quiero decir voluntarias, pero por falta de buena praxis.
    El país puede estar muy tranquilo porque la inmensa mayoría de crímenes se resuelven.
  • ¿El caso de la Guardia Urbana marca un antes y un después en el true crime de España?
  • Pues igual sí. Probablemente, a efectos mediáticos, igual sí. Yo no lo había analizado desde este punto de vista pero igual sí.
    Primero porque es un caso irrepetible. Que todos los miembros implicados sean policías eso no es normal, que tengas una protagonista como Rosa Peral, tan mediática, tan potente, eso no es tan fácil.
    Nosotros tuvimos el acierto de construir esos cuatro capítulos con una estructura a lo Rashomon, esas cuatro miradas de un mismo crimen, con un impacto de audiencia enorme.
    Pues sí, probablemente hay un antes y un después. Pero eso te toca más a ti que a mí porque para mí todos los casos son iguales, créeme. Le pongo la misma pasión.
  • ¿Cómo se evita hacer un show mediático de un caso chungo?
  • Nosotros usamos las tres R: rigor, respeto y ritmo narrativo. Rigor porque todo tiene que ser cierto y contrastado y en un show mediático no puedes contrastar las cosas, sólo llenas minutos.
    Respeto: yo intento respetar incluso a los asesinos. Los asesinos son personas y tienen familia y se merecen respeto pero sobre todo a las víctimas.
    Ese espacio de intimidad que muchas veces cruzamos, cuando un detalle es necesario para la investigación lo damos, si no es necesario no hay por qué darlo, o como mínimo no repetirlo 20 veces.
    Luego el ritmo narrativo es gustar, construirlo bien. En un show mediático lo que se busca es show y ahí no me encontrarás. A mí no me has visto nunca, y ya te digo yo que no me verás, comentando crímenes.
    Te puedo contar un crimen pero muy difícilmente te analizaré crímenes, te daré valoraciones y sobre todo lo hago siempre con crímenes juzgados y sentenciados. No me gusta meterme en medio de la investigaciones ni en el ruido mediático de lo que supone una desaparición, un asesinato.
    No verás ni un tuit mío sobre Daniel Sancho ni sobre ninguno otro crimen que esté caliente. Me gusta llegar a los relatos cuando el cadáver está frío y hay perspectiva.
  • Hace unos años salió el documental de Netflix sobre las niñas de Alcàsser y se pudo ver todo lo que fue mediáticamente hablando aquello. ¿Lo ves impensable hoy en día?
  • Esto sigue haciéndose. Dime qué diferencia hay entre lo de Alcàsser y lo de Daniel Sancho a efectos de tratamiento mediático.
    Los medios siguen comiendo mucho de la muerte. La muerte vende. Lo digo porque yo también vivo un poco de la muerte. La muerte vende, nos gusta.
    Una cosa es cómo lo tratas. Eso es lo que nos diferencia a muchos. El tratamiento de Alcàsser tuvo un impacto muy potente porque había prácticamente dos televisiones, TVE y Antena 3, que hicieron el tratamiento que hicieron. Lobatón lo hizo muy digno y Antena 3 no tanto.
  • Era Nieves Herrero
  • Sí. Nieves Herrero no hizo nada que no quisiesen las propias familias de las víctimas. Ahí volvemos a lo de por qué un caso es mediático.
    Esas niñas llevaban un par de meses o tres desaparecidas y en ese tiempo los padres no paraban de salir en los medios pidiendo que la policía las encontrasen.
    En el momento que las encuentran eso estalla y Nieves Herrero sube a las familias al escenario de un teatro yo creo que más para acercarse al público que no con la idea de vamos a sacrificar las vidas de esta gente para hacer show.
    Visto con perspectiva esto se vio como un teatro excesivo pero, ¿qué diferencia hay entre eso y lo que pasó con el niño Gabriel? ¿y qué diferencia hay entre Alcásser y lo que ha pasado con Daniel Sancho? Que llena horas y horas de televisión y páginas de periódicos. ¿Qué diferencia hay? Si es lo mismo.
  • No sé cómo abordar esta pregunta. ¿Crees que en el caso Daniel Sancho, las series de de true crime de ficción, hacen que la gente pueda no tomarse en serio este tipo de historias? Que se pierda la perspectiva de que esto es un asesinato real porque se crea que esto es ficción.
  • A ver si mi respuesta te satisface. Creo que hay diferentes fases. El true crime es un género narrativo que consiste en contar una buena historia en la que ha habido un crimen pero no necesariamente en hablar del crimen. Nosotros lo que hacemos es hablar de la vida que hay entorno a ese crimen. Si tú te lees este libro verás que hay mucho de vida, de los investigadores, de la familia, de los asesinos… es todo vida, no es sólo crimen. El crimen es la excusa para contarte una gran historia.
    Por otra parte, cuando un caso como el de Daniel Sancho o el que sea se convierte en mediático se desboca, se convierte en una estampida, en una competición, en quién llena más horas, quién tiene más testigos, quién dice más cosas, verdad o no, porque al final nadie acaba cuestionando si ha sido verdad o no.
  • Me viene a la cabeza lo que pasó con Jeffrey Dahmer después de la serie de Netflix, la gente se disfrazó de él en Halloween como si fuese un personaje ficticio.
  • Eso es otra historia que a mí no me entusiasma pero que no puedes evitar. Con Jeffrey Dahmer han pasado varias cosas. En el momento en el que este señor iba matando, que mataba por todas partes, nadie hizo caso a los crímenes que hacía. Cuando lo detienen se monta un pollo mediático lógico. Al cabo de bastantes años llega la serie de Netflix, que es una serie excepcional, que hace una cosa que no ha hecho la no ficción: llenar ese vacío de la no ficción, reconstruir al personaje, enseñar cómo a partir de las investigaciones consideran los guionistas que este señor mataba. Luego ahí hay una línea tremenda, que eso se traslade a un fenómeno social que busque imitaciones, disfraces, no sé tío eso se me escapa. A mí me duele, no me gusta, pero eso no lo controlas. Cuando cuentas una historia no es tuya, es de la gente. Tenemos la suerte de que la gente todavía no se disfraza de Rosa Peral. No sé tío. El público es libre, soberano, pero también está un poco loco porque llega un punto en que dices, ¿de verdad tienes que disfrazarte de Jeffrey Dahmer?
  • ¿Existe el riesgo de fliparse cuando se es periodista de sucesos? ¿El riesgo de creerse policía?
  • Correr lo corre pero la madurez está en no caer en eso. Lo primero que digo a la gente que trabaja conmigo es que nuestro objetivo no es resolver crímenes, los crímenes lo resuelven los policías, los fiscales y los jueces, no nosotros. Nosotros contamos historias. ¿Que por el camino encontramos cosas que la policía no ha encontrado? Vale, pues ya se lo contaremos. Si alguien se flipa con esto conmigo durará dos telediarios.
  • ¿Hay alguna historia que no hayas contado por ética?
  • Muchas. Muchísimas. Hay muchos casos que no hemos hecho por ese límite que yo pongo a no hacer más daño a las familias del que ya sufren. Si detectamos que esa familia sufre todavía demasiado no lo hacemos. La familia de la víctima, cuidado. A veces nos llegan familias de asesinos y nos dicen que no hablemos de su caso, oiga, habérselo dicho al asesino antes de matar a alguien. Aún así, creo que nosotros hacemos poco daño. Nuestro respeto es bien recibido por todas partes.
  • ¿Cuesta no juzgar un caso?
  • Cuesta mucho pero ese es un gran reto. Nosotros no juzgamos juzgan los jueces y emiten sentencias. Nuestra inmensa mayoría de casos están ya juzgados y sentenciados porque para esto está el sistema, para juzgar. ¿Cómo voy a juzgar yo? En el caso de la Guardia Urbana mucha gente me ha preguntado ¿tú qué crees? Yo creo cosas pero me las guardo para mí porque ya ha habido un juicio y ese juicio ha tenido su resultado y ha pasado por el Tribunal Superior de Justicia, por el Supremo ¿y ahora voy a venir yo por mi cara bonita y voy a enmendarle la página a los señores del Supremo? No le veo sentido. Lo haré si veo que lo que han hecho está mal o si encuentro pruebas o testigos para desmontar ese juicio.
  • ¿Es la realidad más jodida que la ficción?
  • La realidad siempre nos sorprende. Es imposible superar en guion a la realidad porque la realidad es tan creíble y tan natural que cualquier cosa que te dé te sorprende. Un forense de Girona siempre dice que los crímenes más horrendos los comete la gente más normal porque no te lo puedes llegar a imaginar. Es lo que más sorprende. Que alguien muy real se convierta en un asesino despiadado y calculador. La realidad es la mejor guionista y no hay guionista que pueda superar a la realidad. Con la Guardia Urbana nos pasó muchas veces: esto lo pones en un guión y no se lo cree nadie. En cambio la realidad te lo da y cuesta de creer.

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