Carles Francino (Cadena SER): «España es un ‘Sálvame’ gigante»

Carles Francino

Azahara Villacorta le ha entrevistado para elcomercio.es: Carles Francino (Barcelona, 1958) abre hoy (16 horas) ‘La Ventana’ desde el Jovellanos con las invitaciones agotadas. «Con todo lo que está pasando, creo que es un ejercicio de confortarse mutuamente», defiende el director del programa de la Ser líder de las tardes radiofónicas. Porque «la radio es la primera red social de la historia y lo está demostrando más que nunca», añade quien no tiene redes ni WhatsApp y vive feliz: «Pueden ser maravillosas, pero también pueden ser una barra de bar a las cuatro de la mañana con todos borrachos. Y entonces son un desastre. Yo por eso no estoy en ellas. Seguro que me pierdo cosas, pero me compensa por todo lo que no tengo que sufrir».

  • ¿Qué le preguntaría usted a Carles Francino?
  • Si le queda mucha cuerda.
  • ¿Y qué responde?
  • No lo sé. Estoy en duda.
  • ¿Anda en crisis?
  • No. Al revés. Y, además, creo que se me nota en antena que me gusta mucho lo que hago, que me lo paso muy bien. Fundamentalmente, porque aprendo muchísimo todos los días. El día que pierdes la pasión por descubrir cosas nuevas, empiezas a morir.
  • Si no es una crisis, ¿qué es?
  • Que llevo un montón de años trabajando y pienso que somos una generación que deberíamos dejar paso a gente nueva. Porque, si no, es una especie de tapón. Que yo estoy encantado, ¿eh?, pero hay que tener un poquito de generosidad con los que vienen detrás.
  • Falta nos hace, porque sostiene que España está polarizada y encabronada.
  • Así es. No hay más que asomarse a la calle, a la radio o a la tele. España es un ‘Sálvame’ gigante. Es verdad que, si luego rascas un poquito, este país no es así. Somos un país divertido, creativo, donde nos gusta la juerga, queremos a los amigos… Pero hay otra capa por ahí, una querencia por el encabronamiento, que en los últimos años ha tenido un auge notable. Y no solo en la política. Es un mal general y a mí me duele, porque creo que la vida no debería ser así. No sé si una pandemia con una crisis tremenda aparejada y una guerra a las puertas de casa nos pueden hacer reflexionar. Yo nunca pierdo la esperanza, pero no sé…
  • También defiende que no hay un proyecto de país.
  • Hay ideas, claro, pero, por ejemplo, la España del 92, que venía de pasarlas canutas en una etapa de consolidación de la democracia, con reconversiones, crisis sociales… tuvo los Juegos Olímpicos, a Madrid como capital cultural europea, la Expo de Sevilla… Todo eso generó una energía que se palpaba en todas partes. Había un proyecto, decíamos: «Vamos a tirar para adelante». Eso desapareció hace tiempo.
  • Dígame algo positivo en medio de todo esto…
  • Europa. Frente a dos retos tan serios como una pandemia y una guerra ha reaccionado de una forma que, si nos la llegan a contar hace cinco años, no nos la hubiésemos creído. Con unidad, con fuerza. Y está mandando un mensaje potente. ¿Que tenemos problemas? Seguro. Pero, al final, lo que subyace aquí es una contraposición de modelos: democracia frente a autocracia. Y la democracia es imperfecta, pero yo la prefiero, sin ninguna duda.
  • ¿Hay un Francino pre-covid y otro post enfermedad?
  • Lo que ha hecho es reforzar mis prioridades en la vida: que no hay que perder el tiempo en chorradas ni gastar energía en cabreos innecesarios, que hay que cuidar a la gente a la que queremos y tratar de ser buena persona. Eso intento transmitir a mis hijos. Y poca cosa más. Puede sonar muy básico, muy simple, pero se trata aplicarlo.
  • Sus oyentes le mandaron cientos de mensajes y regalos desde todos los puntos del mapa… ¿Sabía que era tan querido?
  • Eso da un poquito de apuro, pero descubrir que hay tanta gente que te quiere también reconforta mucho. Estuve cuatro semanas respondiendo mensajes. De gente que conocía, de gente que no… Creo que los respondí todos, porque eso te ocurre una vez en la vida y hay que devolver todo ese cariño y ese apoyo.
  • Ahora al revés: ¿alguien con quien no haya tenido ‘feeling’ en las ondas?
  • Suele ser poco gratificante entrevistar a gente de la política, pero no les estoy acusando de nada. Simplemente, es que van con el piloto automático. La política se ha convertido, demasiado a menudo, en una acumulación de argumentarios donde la espontaneidad y la franqueza no siempre están sobre la mesa. ¿Sabes que pasa? Que son muy previsibles. Y lo peor de un entrevistado es que sea previsible y que te lo confirme. Porque, si tú te aburres, el oyente ya ni te cuento.
  • ¿Solución?
  • Entrevistarles menos. Yo creo que hemos regalado muchísimo espacio y muchos minutos a temas que tienen que ver con la política, pero que no son lo sustancial: peleas entre partidos, discusiones internas, chorradas… Nos hemos convertido en altavoces, en transmisores. Y el periodismo no solo es eso.
  • ¿Hacia dónde transita nuestro oficio?
  • Estoy absolutamente convencido de que somos más necesarios que nunca. Hoy circula un caudal de información, pseudo-noticias… que es absolutamente imposible de digerir. ¿Qué es lo que falta ahí? El filtro, la prescripción, la jerarquía. ¿Y cómo conseguiremos ser imprescindibles? Si se fían de nosotros. No podemos perder la confianza. Y eso se consigue currando, siendo honesto… No hace falta apelar a la objetividad, porque la objetividad no existe. La honestidad, sí.



68958