Cadena SER emite ‘Hora 25’ desde la prisión de Soto del Real: «Esto también es España y hay que escucharla»

Aimar Bretos

A las 20:00 cierran las celdas de Soto del Real, una de las prisiones más grandes de España. Se abren a la mañana siguiente, momento en el que los presos salen a desayunar y, en fin, a afrontar un nuevo día. Muchos reclusos escuchan la radio, en el relativo silencio de sus módulos, y ven pasar las horas de la noche. ¿A qué suena la cárcel por las noches, más allá de los transistores? ¿Cómo hacen frente a la soledad y cómo viven? Hoy Hora 25 se ha trasladado a la prisión de Soto del Real, para hablar con quien no puede moverse, pero escucha.



Raúl se aficionó a escuchar la radio en Meco, otro centro penitenciario. Nos atiende desde su módulo, el 14. «No me gusta el silencio. Los momentos de silencio es cuando comienzas a tomar más consciencia de dónde estás y es más duro. Procuro evitar los silencios. Me incomodan», explica. «Entré en Alcalá-Meco. Había sucedido un motín el día anterior y la cárcel estaba destrozada. Yo entraba en espacios diáfanos, era como un laberinto y fue una situación muy dura. Cuando me trajeron un transistor y pude por las noches empezar a conectar con los diales de la radio me dejaba guiar por los consejos de otros compañeros que escuchaban la radio. Poníamos la radio entre dos celdas para que todos lo escucharan», cuenta Raúl.

Voto es otro preso del módulo 14. Es el responsable del taller de marquetería. «A mí la cárcel me ha valido para saber de lo que soy capaz. Mi mujer me dijo, «gracias a Dios que has caído ahí», fueron unas palabras duras, pero tenía razón. Para levantarse de nuevo hay que caerse y en ese sentido yo lo agradezco», nos explica. «La cárcel te enseña a valorar las pequeñas cosas que, cuando estás fuera, una persona normal no valora. El poder ir a un parque y comerte una bolsa de pipas», añade.

Cata es una persona trans y relata que una de las cosas que más «ilusión» le hizo al obtener su primer permiso fue sacar la basura. «Estoy luchando por salir y de corazón quiero salir de este mundo. Tengo una balanza y puede más el ángel que el demonio», dice.

Lo cierto es que en varias cárceles de España hay emisoras de radio, que tratan la vida dentro de la prisión, pero también la actualidad. Algunos tienen la sensación de que les da más libertad de la que físicamente no pueden disfrutar. Juan Manuel participa en la radio de la prisión de Las Palmas, él cuenta que siguen preocupados por los problemas del exterior y hacer radio le ayuda a no desconectarse de un mundo al que pretenden volver en algún momento. «Es esencial que sepan lo que pasa en la sociedad a la que volverán», reflexiona Ismael, que conduce una tertulia en esta misma cárcel. «Tenemos también una parte de servicio público», añade.

Luis Carlos Antón es el director de Soto del Real. Gestionar una cárcel con capacidad para 2.000 reclusos es como dirigir un pequeño pueblo. Él nos cuenta en primicia que la prisión va a tener su propio periódico, que saldrá en los próximos días. «Yo no puedo abandonar la mochila emocional cuando llego a casa. Te las llevas. Hay muchos profesionales que estamos para ayudar y ayudamos. Piensas cómo mejorar el caso de uno, otro», explica.

En el centro de las cárceles están los presos, pero también los funcionarios que vigilan y acompañan a los presos. También hay terapeutas y hasta un cura. «El 70% de las personas que acompañamos acaba reinsertándose en la sociedad», dice Carmelo, uno de los terapeutas de Soto del Real. «Yo escucho a todo el mundo, juego a las cartas. Lo que sea. Todos necesitamos una mano amiga que nos lleve, que nos ayude y aquí no necesitan una, necesitan muchas», sentencia Paulino, el cura de la prisión madrileña.

71757