Arcadi Espada: «Con mi podcast no quiero hacerle perder el tiempo a nadie»

Arcadi Espada

David Lema le ha entrevistado para El Mundo: El columnista de El Mundo presenta su nuevo pódcast: ‘Yira, yira’. Cada viernes en Orbyt y el resto de días en elmundo.es y todas las plataformas.
La entrevista es por teléfono. Arcadi Espada se toma su tiempo para colocarse los cascos. Quiere estar más cómodo. A mí me parece bien no por su comodidad, que también, sino sobre todo porque va a presentarnos su nuevo pódcast y así imagino que los cascos le dan una apariencia más profesional. Más de locutor. ¿Locutor de qué? A ver qué nos quiere contar.

  • Llevaba tiempo detrás de este proyecto.
  • Más tiempo del que crees. Soy bastante curioso y siempre había mareado la perdiz con el pódcast. Y este incidente que pasó en Onda Cero, cuando me echaron por escribir una columna en este periódico en la que hablaba de un asunto deontológico de un señor que trabaja en una cadena de televisión que se llama La Sexta, fue el empujón definitivo para ver si mataba dos pájaros de un tiro: haces lo que querías hacer y vuelves a parlotear por ahí.
  • ¿¡Es un pódcast nacido de la venganza?!
  • Nada, nada; el pódcast no tiene nada de venganza. Aunque las causas sean innobles, las empresas tienen todo el derecho de prescindir de aquellos que no le parezcan bien. Sé perfectamente en qué mundo vivo. Hacer algo de esta naturaleza como venganza sería una rebaja de mi moral y de mis presupuestos que no ha lugar. La venganza es una cosa un poco vacua, no tiene demasiado interés para mí.
  • ¿Tiene algún pódcast de referencia?
  • Yo oigo de vez en cuando cosas. El pódcast que quiero hacer tiene poco que ver con los pódcast que se hacen. Bueno, con algunos sí… Te podría decir «quiero que se inspire en este», pero no, no tengo una referencia clara.
  • ¿Qué va a hacer?
  • Es un pódcast largo, durará aproximadamente entre tres cuartos de hora y cincuenta minutos, no llegará a la hora. Me acompañará Yaiza Santos, una periodista estupenda y buena amiga mía, y que conoce bien lo que he escrito y mi mundo de referencias. Tendremos una especie de conversación sobre la política, las guerras culturales y todos estos asuntos que nos incumben. Pero también con cosas que tienen que ver con los placeres: con los libros, con la comida… En fin, con la vida más allá de las política y de las guerras. Cuando estás todo el día dándole vueltas al tarro para ganarte la vida, como yo, pues al final siempre queda como un excedente de cosas que no cabe en ninguna parte, ni en la columna ni en el blog, y eso estaría bien convertirlo en una conversación, en una divagación, donde Yaiza vaya puntuando de alguna manera el orden de las cosas. Sin polémicas.
  • ¿Sin polémicas? No le creo.
  • No, no; sin polémicas, sin polemizar entre nosotros. A mí que las cosas que digamos sean polémicas me trae sin cuidado, ya lo sabes, yo digo lo que me parece y no me paro a pensar si esto va a ser polémico o no. Quiero que sea una conversación larga, de amplio espectro, semanal. Saldrá los viernes y se va a llamar Yira, yira, como el tango. Se le ocurrió a mi amigo José María Albert de Paco.
  • Es un tango que habla de la falta de fe… ¿a usted no le sobra fe?
  • Hombre, fe, fe… [Ríe bastante] no es que tenga mucha. Evidentemente Yira, yira pertenece a esa poética tanguera desesperada. Es una cosa que tiene menos que ver con el concepto de lo que es el tango, que tiene poco que ver efectivamente conmigo, pero lo que me gusta es el vuelo del título y de la frase. Yo en vez de decir yeah, como los de tu generación, siempre he dicho Yira, yira.
  • Hasta canta la sintonía de apertura.
  • Es que a mí me gusta mucho cantar tangos. Me sé muchos tangos de memoria, me gustan. El tango, en estos tiempos absolutamente escuchimizados desde el punto de vista de lo que es la libertad, de decir lo que uno piensa y decirlo con humor, es tan absolutamente incorrecto que hay que reivindicarlo a cada paso. Y este no es de los más incorrectos.
  • Con lo moderno que es y hace un pódcast en vez de un Twitch, como Luis Enrique.
  • No, no, eso no me gusta para mí. No he visto nunca a Luis Enrique. A mí me parece que con estas cosas de la tecnología y demás efectivamente soy un moderno, un moderno que escucha Yira, yira, que es la expresión máxima de la modernidad. Hay tantas posibilidades que hay que coger lo que a uno le encaja con su corte de cara, no coger cualquier novedad por ser novedad. Siempre me han interesado los pódcast y una cosa que ahora me interesa mucho, y que también es muy vieja, pero que últimamente ha tenido como una especie de resurgimiento, son las newsletter. Que tienen una cosa graciosa, que es como volver a inventar el periódico, el periódico dentro del periódico. Pero bueno, son esas cosas de esta encrucijada del periodismo que naturalmente está en perpetuo movimiento. Que tiene cosas jodidas, especialmente laborales para mucha gente, pero que también tiene el vicio de la cantidad de cosas que se pueden hacer hoy que no se podían hacer ayer. El pódcast: piensa lo que era la posibilidad de hablar por la radio hace muchos años, estaba reservada a cinco señores, y ahora cualquier indocumentado como yo puede dedicarse a escribir con la radio. Otra cosa que me fascina es el uso de la Inteligencia Artificial, el GPT-3, o 5, ya no sé por dónde van. La gente las banaliza y hace bromas, pero estas cosas te pueden ahorrar tiempo en chorradas mecánicas. Los periodistas deberíamos estudiarlas con calma y atención para que cada vez el trabajo que hagamos pueda ser más creativo y dejar lo fácil a las máquinas. Lo fácil hay que dejárselo a las máquinas.
  • ¿Y qué es lo fácil en periodismo?
  • Lo fácil es, qué se yo, meterle a una máquina cinco o diez palabras y que te saque un lead [entradilla]. Y que te dé cuarenta versiones de titulares que quepan en un espacio determinado. Tú te puedes dedicar a precisar cuál es la palabra que efectivamente describe eso que quieres explicar, pero la cuestión mecánica que la haga la máquina. Tú lo que tienes que hacer es afinar con tu inteligencia.
  • ¿Se considera un renovador del periódico?
  • Sin ninguna duda. Me considero una persona que su campo de trabajo intelectual es el periodismo. Yo el periodismo me lo tomo de dos maneras: como una manera lógica y convencional de explicar hechos, no me interesan las ficciones, y también como una reflexión sobre el propio periodismo, sobre la manera en las que contamos las cosas. Porque evidentemente el periodismo sigue siendo hoy el modo hegemónico de representación de la realidad. Ni redes sociales ni tuits ni lo que sea. Los periodistas tenemos la obligación reflexionar sobre los mecanismos que nos llevan a escribir. Como Cervantes con la segunda parte del Quijote, que explica qué le lleva a escribir la primera parte. La segunda es infinitamente mejor que la primera porque reflexiona sobre la manera de construirla. El periodismo es un objeto cultural que hay que examinar muy, muy atentamente. Y yo he dedicado a eso mucho tiempo de mi carrera.
  • ¿Esa reflexión interesa al lector?
  • Hombre, creo que algún interés sí hay, más que nada teniendo en cuenta el feedback que mi trabajo ha recibido siempre. Pero como ya sabes, eso me da absolutamente lo mismo. Cuando uno empieza a pensar en el lector, ya está cediendo soberanía. Uno ha de escribir, y ha de pensar, lo que a uno le parece bien, naturalmente teniendo en cuenta los inputs que recibe a lo largo del día. Si piensas en la audiencia, en las compensaciones, en el equilibrio, en que si vas a molestar… Entonces estás liado y lo mejor que puedes hacer es dedicarte a la religión, a alguna cosa donde las ofensas estén perfectamente pautadas.
  • Por cierto, ¿de qué va el primer capítulo del pódcast?
  • Ah, no lo sé, porque esto es una cosa interesante: no quiero que tenga un guion. Corremos riesgos, y a lo mejor resulta ser una pesadez, y si es así pues a otra cosa mariposa. Pero no quiero que tenga un guion, quiero que tenga un equilibrio, difícil, entre lo espontáneo y lo interesante. Que lo espontáneo no sea banal. Decía Samuel Johnson, en la biografía que Boswell le dedicó -un libro canónico de la literatura anglosajona y uno de los que tengo en mi mesilla de noche siempre-, que la conversación es el máximo de los retos que tiene una inteligencia. Es de esas frases exageradas y que habría que matizar, pero que no deja de tener su parte de verdad. Un pódcast no me parece exactamente un programa de radio tal y como yo la entiendo, con sus guiones y tal… Y sí, Yaiza y yo llegaremos con una idea al estudio de lo que podemos tratar, pero yo quisiera que sea una cosa que fluyera, perfectamente libre, eso es fundamental. El tema de la espontaneidad tiene el riesgo de que pueda ser banal. Pero bueno, tengo una comunidad de oyentes y de lectores que sabrá perdonarme. Lo que no querría es perder el tiempo yo ni hacérselo perder a nadie, que el tiempo es lo único que tenemos.



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