Antonio López-Larín, ex corresponsal de Radio España Independiente

Antonio López-Larín

Fulgencio Fernández le ha entrevistado para lanuevacronica.com: Recuerdo sus últimas palabras después de una larga conversación en la casa que él mismo se había hecho en el Barrio de la Inmaculada —él siempre matizaba, «el que dicen Corea»— y de pasear por sus calles con continuas paradas pues nadie pasaba sin saludarle: «Me voy a permitir una sugerencia como ‘colega’ y una petición como obreros que somos: Te pido que titules el reportaje así: ‘Un albañil de León’».



Y es que en la petición de Antonio López-Larín, él es el inolvidable, latían varios pasajes de su vida por los que tenía cierta predilección. Este paisano, puro compromiso, fue corresponsal de la mítica Radio España Independiente, conocida como La Pirenaica, y cerraba siempre sus crónicas con la misma frase: «Les habló para Radio Pirenaica, un albañil de León».

Después de la explicación te enseñaba la vieja máquina de escribir en la que redactaba sus crónicas y otros escritos «de lucha», en una casa rodeada de cuadros de gente como el superconocido de Carlos Marx, La Pasionaria, «de la que fui amigo»… y muchas banderas de la República, de ahí su inevitable recuerdo en un día como hoy; 14 de abril, Día de la República.

  • ¿Cómo nació todo?
  • Piensa una cosa, ¿qué siente un niño de 8 años en un pueblo de Toledo cuando chocas con la realidad de que han asesinado a tu padre? Después te tienes que ir de allí (Villatobas)y llegamos a León, de donde era mi madre, en 1940, y me convierto en un niño obrero por necesidad familiar, ayudando a mi madre a vender frutas y chucherías, por el barrio de Las Ventas, después lo que saliera, trabajé dos años en la Renfe y, finalmente, me hice albañil, que es lo que he sido toda la vida; yo mismo levanté esta casa y la quise hacer aquí, en el Barrio de la Inmaculada, el que decían en León Corea. Y aquí sigo. Con esta biografía, ¿qué crees que podía ser? Es más, ¿qué estaba obligado a ser?».

Estaba obligado. Otra de las claves de la vida de Antonio López-Larín, el compromiso, del que nunca se borró. Cuando tenía veintitantos años su inquietud era «entrar en la resistencia» a la dictadura, luchar contra aquello que le había arrebatado a su padre y «como en León no había movimiento decidí marchar a Francia, tratar de entrar en contacto con ‘el Partido’ (el PCE) y organizarnos; sentía la necesidad de resarcir todo lo que pasamos, todo lo que pasó mi madre pues la mayor alegría de mi vida es empezar a ganar un sueldo u que ella pudiera descansar». Por ello, recordaba, «el día que más me encabroné fue cuando la Policía, buscando al albañil que hablaba en La Pirenaica, se la llevó detenida

¿A ella, qué había hecho? ¿No era suficiente dejarla viuda en plena juventud?».

Así era «un albañil de León» que, repetía con frecuencia, «siempre di la cara; lo que me costó ser despedido de muchos trabajos y alguna satisfacción que jamás olvidaré, como cuando estábamos trabajando en San Marcos y vino ‘el listero’ y echarme. Cuando me iba miré atrás y vi a todos mis compañeros caminando detrás, ellos también se iban ¿cómo no iba a seguir dando la cara?». No podía por ello no ser uno de los ‘cabecillas’ de la histórica huelga de la construcción en León (1976), aquel para el que miraban muchos compañeros, el mismo que andaba montando el germen de las primeras Comisiones Obreras, el que ni ya jubilado dejó de estar en todas las manifestaciones obreras.

Todas las manifestaciones que en la jornada de hoy se celebran serían impensables hace unos años sin la figura de Antonio López-Larín con sus banderas de la República y el PCE. Como siempre, dando la cara, «un albañil de León». Concretamente del Barrio de la Inmaculada.

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