Antonio Castilla, ‘el Marconi de Jerez’

Para todo aquel que siga pensando que la radio es un aparato técnico capaz de transmitir magia e incentivar la imaginación, el nombre de Castilla debe ser de obligado recuerdo y cumplido reconocimiento, pues Antonio Castilla además de ser conocido como ‘el Marconi de Jerez’, es el padre de la radio española.



La historia de la radio difícilmente sería concebible sin la figura de Guillermo Marconi, sin recordar aquel año de 1894 en el que en una finca cercana a Bolonia y propiedad de su padre, el físico italiano comenzó a desarrollar sus primeros experimentos con un emisor y un receptor de fabricación propia, logrando elevar sustancialmente las distancias y el alcance de las emisiones mediante antenas verticales. Tampoco el mágico universo de la radio habría sido posible sin la evolución de su investigación científica, llevada a cabo en el Reino Unido, sin la Marconi’s Wireless Telegraph Company Ltd., y su famosa patente nº 77777, que perfeccionó el sistema de telegrafía sin hilos, posibilitando operar en diferentes longitudes de onda salvando las molestas interferencias y mejorando  ostensiblemente la calidad del sistema. En el día mundial de la radio, de la magia de sus ondas, hay que recordar y elevar al lugar que merece su figura, la primera transmisión radiotelegráfica a través del Atlántico llevada a cabo por Marconi en diciembre de 1901, pero en este día tan sonoramente especial también para la radio española, sería injusto no recordar a Antonio Castilla López, ‘el Marconi de Jerez’.

Discípulo de Matías Balsera

La radio es el medio de comunicación que más se parece al ser humano, porque es sencilla, acogedora, intimista, posee la mágica capacidad del acompañamiento, y su didáctica enseñanza abre una puerta sonora a la imaginación. Por ello en la evolución de un medio que marcó a numerosas generaciones de españoles, hay que citar el nombre de este ingeniero jerezano que puso en marcha la radio en España. Junto al onubense Matías Balsera Rodríguez (primer radioaficionado de la historia de España) es uno de los nombres más relevantes en la historia de la implantación y el desarrollo tecnológico del citado medio. Respecto a Balsera hay que destacar que su trabajo fue esencial, puesto que Castilla fue su eficaz discípulo y su alumno más aventajado. Matías Balsera realizó sus primeras experiencias contactando con las dos estaciones radiotelegráficas que la Compañía Transatlántica tenía establecidas en Cádiz en aquella primera década del siglo XX desde octubre de 1901. Haciendo uso del sistema francés Rochefort y distando una de otra unos cinco kilómetros entre la delegación ubicada en Cádiz respecto a la factoría de Matagorda, Balsera
logró contactar con ambas estaciones desde su casa en el Puerto de Santa María, ubicadas a unos 20 km de Cádiz y 14 de Matagorda.

De esta forma se convirtió en el primer radioaficionado y DX-ista de la historia española. Castilla conoció a Balsera en el año 1900 y su viva inteligencia les unió en la búsqueda del sueño sonoro, del mágico estudio científico de la TSH. Con la financiación de la Marina de Guerra alemana, le acompañó eficazmente entre 1904 y 1908 en una serie de experimentos para la puesta en marcha de un invento para el control de la navegación de torpedos. Antonio Castilla aprendió y compartió pasión junto al ingeniero de Gibraleón, llegando incluso a superarle con el paso de los años.

La radio es el medio de comunicación que más se parece al ser humano, porque es sencilla, acogedora, intimista, posee la mágica capacidad del acompañamiento, y su didáctica enseñanza abre una puerta sonora a la imaginación. Por ello en la evolución de un medio que marcó a numerosas generaciones de españoles, hay que citar el nombre de este ingeniero jerezano que puso en marcha la radio en España. Junto al onubense Matías Balsera Rodríguez (primer radioaficionado de la historia de España) es uno de los nombres más relevantes en la historia de la implantación y el desarrollo tecnológico del citado medio. Respecto a Balsera hay que destacar que su trabajo fue esencial, puesto que Castilla fue su eficaz discípulo y su alumno más aventajado. Matías Balsera realizó sus primeras experiencias contactando con las dos estaciones radiotelegráficas que la Compañía Transatlántica tenía establecidas en Cádiz en aquella primera década del siglo XX desde octubre de 1901. Haciendo uso del sistema francés Rochefort y distando una de otra unos cinco kilómetros entre la delegación ubicada en Cádiz respecto a la factoría de Matagorda, Balsera
logró contactar con ambas estaciones desde su casa en el Puerto de Santa María, ubicadas a unos 20 km de Cádiz y 14 de Matagorda.

De esta forma se convirtió en el primer radioaficionado y DX-ista de la historia española. Castilla conoció a Balsera en el año 1900 y su viva inteligencia les unió en la búsqueda del sueño sonoro, del mágico estudio científico de la TSH. Con la financiación de la Marina de Guerra alemana, le acompañó eficazmente entre 1904 y 1908 en una serie de experimentos para la puesta en marcha de un invento para el control de la navegación de torpedos. Antonio Castilla aprendió y compartió pasión junto al ingeniero de Gibraleón, llegando incluso a superarle con el paso de los años.

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