Cristina Lopez Mantas escribe en periodistadigital.com: ‘El origen de la pandemia: un nuevo orden mundial’ es el nuevo libro del reconocido periodista Albert Castillón.
Un análisis de la pandemia y cómo ha cambiado la vida a nivel global desencadenando un nuevo orden mundial.
En ‘La Segunda Dosis’ (Periodista Digital) explica los efectos de esta a nivel psicológico, social y económico.
El ensayo surge después de conversaciones con diversos expertos, entre ellos el coronel Pedro Baños.
“Todo lo que se publicó se va confirmando, jamás se encontró al paciente cero, nadie se cree lo del pangolín, sabemos que la investigación la financió Estados Unidos, pero la fue a hacer a un laboratorio de Wuhan. Cambia el orden mundial cuando todo ocurrió en aquel mes de marzo del 2020, China estaba a punto de dar el sorpasso a Estados Unidos en todos los aspectos económicos y estamos en esa lucha en la que EEUU pierde batalla, Rusia quiere ganar terreno, y China es el gran gigante que lo domina todo”.
Al igual que en cualquier conflicto o guerra, uno de los principales enemigos es la verdad ha sido la desinformación que lejos de ayudar a la prensa, ha perjudicado.
«Cuanta más gente ve un medio, más presión sobre el periodista»
Lo peor -incide Castillón- es cuando los compañeros se convierten en comisarios políticos que deciden lo que es verdad y lo que no, otorgándoles el poder de la verdad.
“Jamás un compañero periodista debería haber cruzado esa barrera, y haberse puesto como juez y parte de compañeros, independientemente de eso, el propio Gobierno estuvo fabricando fake news durante años. La mayor fábrica de fake news fue Moncloa y lo pagamos caro, provocó una inflexión en la veracidad de los medios de opinión pública en España, grandes medios como televisión, la prensa, la radio… Esto ha cambiado, no nos cree nadie, solo los digitales libres que dicen lo que realmente está sucediendo, los grandes medios de radio fueron contratados y subvencionados desde el minuto uno por Moncloa”.
Lo cierto es que la prensa está viendo una vorágine de subvenciones públicas del Gobierno que controlan los medios de comunicación.
“A más gente sigue un programa de televisión o radio, más presión sobre el periodista hay, llega un punto que si tú haces las preguntas que deberías a tal político y no vuelve, un día le haces la pregunta que quieres, pero ese político no volverá, y si no vuelve, eres tú como periodista el que tiene la espada de Damocles en la cabeza para que te echen”.
Critica Castillón que lo que pesa en esta situación es que “el cargo público esté en la televisión”, porque mañana puede gobernar y dirigir Moncloa, y por tanto, repartir subvenciones y la publicidad institucional. Por eso, el periodista está bajo la presión de que no se enfade ningún político, haciendo entrevistas masaje en las que el comunicador casi nunca pregunta lo que quiere, y pocas veces se dice el cien por cien de la verdad.
“Eso provoca que la gente para enterarse de qué sucede se vaya a medios alternativos de información. Cuanta más gente ve un medio, más presión ejerce la clase política, eso destruye la democracia y la independencia de la prensa”.
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¿Moncloa?
Pero ¿En que época? En la de Aznar era una con otra