Aimar Bretos (Cadena SER): «Ante los crímenes de guerra no se puede callar, hay que contarlo»

Aimar Bretos

Laopiniondemalaga.es le ha entrevistado: Tenía 15 años la primera vez que se puso delante de un micrófono. Ocurrió en Radio Otxoki, una emisora local de su ciudad. Hizo prácticas en COPE Navarra y cruzó las puertas de los estudios de Cadena SER en 2008. Desde entonces, no ha dejado de escalar posiciones: Informativos Fin de Semana, Hoy por Hoy y Hora 25; programa que dirige con sólo 35 años y que hoy se hace desde Málaga con motivo del Festival de Cine.

  • Normalmente está al otro lado… ¿Cómo se siente siendo el entrevistado?
  • No me gusta nada. Cuando entrevistas, tienes el control y vas manejando la conversación. Y ahora estoy en tus manos… (Ríe).
  • Hora 25 es un programa con solera; cumplió 50 años el mes pasado. Por él pasaron multitud de históricos de la radio. ¿Cuál es la contribución de Aimar Bretos?
  • Estamos preparando un gran acto por el 50 aniversario. Lo celebraremos a finales de abril y vamos a juntar a buena parte de las personas que han formado parte de la historia del programa. Estos días he echado la vista atrás y he entendido la relevancia histórica que va a tener la foto que hagamos esa noche, con todos los directores vivos. Son nombres que ya forman parte del olimpo del periodismo, y tener la suerte de que La SER haya decidido que yo tome el relevo de todos ellos es el mayor de los orgullos profesionales que pudiera imaginar. Mi aportación al programa tiene que ser coger todo lo bueno que heredo, de una fórmula testada durante medio siglo, y actualizarla a las nuevas claves del audio de 2022, a las nuevas formas de consumo, a los nuevos ritmos de escucha y a una sociedad que está acostumbrada a que ya prácticamente el ocio y la información la consume bajo demanda. Esa tiene que ser mi gran aportación. Más allá de seguir aplicando el criterio periodístico, que es la marca de la casa del programa.
  • ¿Cree entonces que la radio tiene en el podcast un nuevo competidor del que preocuparse?
  • No lo veo como un competidor. La relación actual entre la radio, el resto de formatos de audio bajo demanda y el periodismo es preciosa. Es la prueba de que el poliamor a veces funciona (ríe).
  • La radio tiene algo inefable. ¿Qué opina de que se retransmita en vídeo? ¿Se rompe la magia?
  • En un mundo idílico preferiría que no hubiera una cámara grabando, pero soy consciente de que eso nos permite distribuir el contenido a través de nuevos canales y llegar a otros públicos. Hago ese sacrificio sabiendo que es el peaje que pagamos para llegar a los oyentes.
  • El 24 de febrero hicieron un especial sobre la invasión de Ucrania. Arrancó con una alarma antiaérea y gente gritando. «Así suena la guerra», dijo a continuación. Suficientemente evocador, ¿no?
  • Sí, y creo que es fundamental que tengamos micrófonos allí. Esta semana hablaba con un catedrático de Derecho Internacional que me explicaba lo fundamental que es el contenido periodístico que se está reportando en Ucrania; podría aportarse como prueba en un hipotético juicio a las autoridades rusas por crímenes de guerra. Ya sólo por eso me parece fundamental el periodismo, más allá, obviamente, de informarnos. En todas las guerras lo primero en caer es el periodismo. Desde las grandes redacciones lo mejor que podemos ver es el apoyo logístico y editorial a los enviados especiales, que son quienes mejor van a poder calibrar en qué punto tienen que estar en cada momento y en qué dirección tienen que apuntar para que nosotros, a miles de kilómetros de allí, escuchemos cómo suena esa guerra.
  • El orden mundial que conocemos se está resquebrajando por momentos. ¿Qué puede hacer alguien desde Madrid delante de un micrófono? ¿Hay que tomar partido ante hechos de esta envergadura?
  • Ante los crímenes de guerra nadie puede quedarse callado. Porque lo que se está produciendo son claramente crímenes de guerra. Incluso en los conflictos armados hay unas normas. Y se están violando, masacres contra los civiles incluidas. Ante esto nadie puede mirar para otro lado, y nosotros, que tenemos un micrófono delante, tenemos que denunciarlo. Pero no con una denuncia activista ni por medio de eslóganes, sino con la información que nos va llegando, que verificamos y que facilitamos al gran público para que sepa exactamente qué está pasando.
  • Si tuviera la oportunidad, ¿entrevistaría a Putin?
  • Esta misma tarde. Sin duda. Me encantaría poder entrevistarlo. Es más, me encantaría poder juntarlo con [Volodímir] Zelenski en el mismo estudio para que explicara qué razones tiene, si es que las tiene, para ejecutar la masacre que está provocando.
  • Esto da pie a otro tema, ¿es partidario de que todos los discursos, sean cuales sean, tengan cabida en los medios? ¿O debemos cribar ciertos planteamientos?
  • Obviamente todo el mundo tiene derecho a expresar sus opiniones mientras eso no suponga entrar dentro del delito de odio y provocar violencia contra algún colectivo. A partir de ahí, creo que tenemos que ser impecables, contar la política, sus grandezas, sus miserias y contar su ruido sin amplificarlo. Hay sectores dentro de la política que están muy interesados en que parezca que estamos sumidos en un caos invivible para después lanzar sus redes de pesca. La obligación del periodismo es aportar a la ciudadanía los datos y las certezas, y contarle también si hay alguien que está intentando adulterar la convivencia.
  • A veces, en la vida, como en el cine, enganchan más las historias de buenos y malos. ¿Cree que el periodismo también emplea este recurso? Por ejemplo, con Vox o con Iván Redondo.
  • Un villano siempre ayuda a generar marcos más consumibles. Pero no sólo en el periodismo. Si hay uno que es bueno y hay uno que es malo, y los encasillamos en ese punto de una manera acrítica, nos va a permitir hacer unos discursos mucho más comestibles. Eso sí, también hay actores en la política, en la empresa y en muchísimos otros sectores que son villanos, y eso no se puede esconder.
  • Cada lunes reúne en El Ágora a Pablo Iglesias, a Carmen Calvo y a José Manuel García-Margallo para analizar la actualidad política. ¿Cómo mantienes el orden en el corral con esos tres gallos?
  • Me sorprende que todavía no me hayan nominado al Nobel de la Concordia… (Ríe) Ahora en serio, es un lujo poder tenerlos a los tres en un estudio y haber conseguido lo que ellos mismo llaman ‘tono Ágora’. Hay momentos en los que se enzarzan a niveles muy duros y ellos mismos se apelan a recuperar ese ‘tono Ágora’ Ni siquiera yo le puse el nombre. Ellos le han llamado así. Es un tono en el que se puede debatir de la realidad sin necesidad de subir el volumen; se han comprometido a tener un debate en profundidad. Además, los tres tienen muy buen rollo. Fuera de los micrófonos es una gozada escucharles. Y eso se traslada también en su caso al programa porque, a pesar de que haya momentos en que puedan chocar muy intensamente sobre determinados temas, hay algo que no se rompe nunca. Me parece valiosísimo.
  • A veces, tengo la sensación de que en vez de noche de El Ágora es más bien noche de pugilato…
  • Sinceramente, creo que está creando un clima de confianza, de respeto, de dejarse seducir intelectualmente. Si te fijas, muchas veces empiezan diciendo, creo que lo que dice ‘x’ tiene razón. A partir de ahí cada uno marca su terreno y defiende sus posiciones legítimamente distintas, si no, no habría tertulia. Se escuchan, se respetan y construyen sobre lo que ha dicho el anterior.
  • Muchas personas prefieren oír tertulias de radio en vez de televisión por esto mismo; hay más espacio para la serenidad. ¿Coincide con esto?
  • Cada formato aporta una cosa. La radio es serenidad, porque el grito no funciona, una tertulia crispada no vende. En la radio lo que funciona es que haya un intercambio argumental sosegado y profundo. Hoy vienen a Málaga para hacer un programa con motivo del 25 aniversario del Festival de Cine. Últimamente la radio se desplaza mucho: desde el volcán de La Palma hasta el referéndum de Vegas Altas. Estuvo en Torremolinos en octubre y ahora está en la capital.
  • ¿Por qué hay que hacer radio desde la calle?
  • Una de las ventajas de la radio, algo que se ha visto claramente con la pandemia, es que podemos estar en cualquier sitio con muy poca parafernalia técnica. La capacidad que te da para pisar calle, escuchar, ver, oler, analizar cuál es la situación y poder narrarla de una manera mucho más completa que si lo hiciera desde mi silla en la redacción de Madrid. Ahora podemos hacer un programa con un aparato del tamaño de una caja de puros desde cualquier punto de España. No necesitamos más que eso. Y si ya encima tenemos la suerte de encontrarnos con el público… Siempre confío en que los oyentes estén ahí, al otro lado, pero salir una noche y de repente encontrarte a 300 o 400 personas en un auditorio es un subidón enorme.
  • Su trabajo le obliga a tener que elegir canciones, dado el contexto de su visita, recomiende una película a quienes nos leen.
  • ‘Las invasiones bárbaras’. Trata de un hombre que sabe que va a morir y junta a su entorno, a sus parejas, a sus amigos… Me marcó muchísimo cuando la vi y cada vez que decido volver a verla es un chute de muchas cosas. La recomiendo.



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