Javier Del Pino (Cadena SER): «Seguramente volveré a Estados Unidos más pronto que tarde»

Javier Del Pino. Foto: Begoña Rivas

Iñigo Domínguez y Javier Del Pino (Cadena SER) han estado conversando sobre la vida y en especial sobre sus respectivas etapas como corresponsales en Roma y Washington respectivamente. De la lectura de la charla mas que entrevista, podemos llegar a intuir por que por dos veces Del Pino ha rechazado hacerse cargo del «Hoy por hoy» de la Cadena SER, probablemente el caramelo más apetecible de la radio convencional en España. El texto completo en jotdown.es o en la revista en pdf a partir del 7 de agosto.



Esto no es una entrevista. En realidad quedamos a comer para hablar de lo que más solemos hablar, de lo raro que es volver a tu país después de muchos años y no acabar de sentirse nunca de ningún sitio. Por ejemplo, la cita es en algo que antes no existía: una gastrocroquetería, en la calle del Barco. Con el temor de ser siempre demasiado pesados para los demás y ser tildados de esnobs o simplemente imbéciles cuando hablamos de este tema, atacamos el aperitivo.

– ¿Te imaginabas que ibas a acabar en una gastrocroquetería cuando volvieras a España?
– Gastrocroquetería es otra de esas palabras con las que te encuentras después de tanto tiempo fuera y te asombran, porque glorificar una croqueta me parece un exceso de solemnidad. Te habrá ocurrido a ti también: la lengua avanza sin ti, vuelves, y te encuentras muchos giros y términos que no comprendes, y para los que tampoco había necesidad, la verdad. A mí me costó meses conjugar el verbo «petar» porque no lo entendía bien y me daba vergüenza usarlo mal. Y, por cierto, el tema de la comida es muy divertido en los conflictos de identidad entre países. Recuerdo cuando mis hijas eran pequeñas, en Estados Unidos. Siempre que iban a casa de una amiga americana se quedaban a cenar, porque la cena era muy apetitosa ante la mente de unas niñas: hamburguesas, perritos calientes o pizza. Pero cuando venían amigas de mis hijas a mi casa, la mejor manera de echarlas era diciendo: «¡A cenar!». Sabían que eran lentejas, verduras, cosas así, y salían disparadas.

– Es curioso cómo para tus hijos tú eres tu país, eres España; el que haces la tortilla, huevos fritos, alubias con chorizo…
– Yo soy el que les digo que hacer snacks no es bueno, pero ellas entienden que hacer snacks forma parte de su cultura también. Eso desvela lo mucho que nuestros hijos son del país en el que han nacido.

– Tus hijos llegan a convertirse en extraños para ti. Antes de tenerlos piensas que serán una especie de continuación de tu persona, en un mundo parecido, pero de repente ves que tienen algo de extranjero, de extraño. La relación con nuestros padres transcurría en el mismo espacio cultural, y crees que con tus hijos será así, pero no.

– Nada parecido a lo que nosotros somos con respecto a nuestros padres. Es curioso ver frente a la gente que habita en el país del que proceden, en tu caso Italia y en el mío Estados Unidos, a nuestros hijos; todos les consideran 100% americanos, mientras que nosotros a ellos los consideramos de alguna manera parcialmente españoles, aunque sea en un porcentaje muy pequeño. Pero realmente no lo son.
– Hay un momento en el que marcan qué es lo que van a ser o qué es lo que pueden llegar a ser, y, si hasta los doce años han vivido en ese país, son al 100% de ese país, por mucho que intentes explicarles que un cocido madrileño es un buen plato a la hora de comer para luego seguir trabajando.

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