Se cumplen 70 años del estreno de «Historias de la radio», uno de los grandes clásicos de nuestro cine

Historias de la Radio

16.06.2025.- José Luis Sáenz de Heredia fue uno de los directores más importantes del cine español. Hoy en día se le recuerda como uno de los principales representantes del cine de la etapa franquista, pero fue un pionero en casi todos los géneros cinematográficos de la posguerra. Dirigió películas patrióticas, como Raza; filmes de época, como El escándalo; cine religioso, como La mies es mucha o comedias con elementos fantásticos, como El destino se disculpa. Con Historias de la radio abrió la veda a una corriente que tendría mucho éxito en la década de los 50: la comedia coral. Consistía en mezclar varias historias conectadas por algún elemento común. En Los ángeles del volante, dirigida en 1957 por Ignacio F. Iquino, por ejemplo, los protagonistas eran taxistas. En Las muchachas de azul de Pedro Lazaga, dependientas de unos grandes almacenes. En Las chicas de la Cruz Roja, de Rafael J. Salvia, voluntarias con hucha en el día de la banderita y En el día de los enamorados de Fernando Palacios, parejas de enamorados.

Con Historias de la radio Sáenz de Heredia quiso rendir su particular homenaje al que, aún sin la amenaza de la televisión, era el medio de entretenimiento principal de los españoles a comienzos de la década de los 50. “La radio, cuando no había televisión, era una ventana abierta a la fantasía. Y encima en un país que no tenía libertad; que tenía muy reciente todavía la posguerra más dura. Era un país con muchas telarañas y la radio actuaba como una pequeña vía de escape”, recuerda siempre Iñaki Gabilondo. Programas como Cabalgata de fin de semana o los seriales radiofónicos eran seguidos por millones de oyentes. Había concursos musicales, programas cara al público, locutores como Bobby Deglané, José Luis Pécker, Pepe Iglesias, El Zorro o Juana Ginzo eran tan famosos o más que las principales estrellas de cine.

Buena parte de Historias de la radio se rodó en los estudios antiguos de Radio Madrid en Gran Vía 32. “En la segunda planta del edificio, donde está la cadena SER, la radio se hacía cara al público, con la orquesta en directo, con los concursantes en directo, con público en el salón. Era el equivalente a un plató de televisión de ahora. Todos los concursos, como Cabalgata fin de semana, se convertían en la única plataforma, el único escenario donde se podía seguir la evolución de los cantantes y artistas. Los concursos eran, al mismo tiempo, el milagro y la esperanza del milagro”, explica Iñaki Gabilondo.

El mismo José Luis Sáenz de Heredia escribió tres historias breves que se mantenían ligadas gracias a otras dos historias menores. Una de las historias menores era la de dos oyentes gorditos que, cada mañana, se juntaban para hacer una tabla de gimnasia radiada. La otra, la de una pareja de locutores de Radio Madrid. Paco Rabal da vida a un profesional trepa y soberbio y Margarita Andreu a su comprensiva y competente novia. La primera de las tres mayores de Historias de la radio está protagonizada por Pepe Isbert en la piel de un inventor que participa en un concurso radiofónico. Para ganar 3.000 pesetas debe presentarse en la emisora vestido de esquimal, con trineo y perro lobo. Camino de la radio el hombre sufrirá todo tipo de incidentes.

En la segunda historia, Ángel de Andrés está robando en una casa cuando, de repente, llaman al teléfono y decide contestar. Es un concurso de la radio y el ladrón decide participar. Esta escena tendría cierta polémica. Años después, en 1987, Woody Allen rodó una escena muy parecida en su película Días de radio. El abogado y escritor Fernando Vizcaíno Casas, amigo de Sáenz de Heredia, le animó a que demandase por plagio a Woody Allen, pero el director no quiso. Decía que no se creía que el director neoyorquino hubiera visto su película y hubiera copiado la escena.

El tercer relato que cuenta Historias de la radio está protagonizado por Alberto Romea. El actor se había retirado del cine poco antes, poniendo punto final a su larga carrera iniciada en 1914 en los albores del cine español. Sin embargo, Sáenz de Heredia le quería a toda costa para el papel y no paró de insistirle hasta que consiguió que aceptase hacer la película. Alberto Romea interpreta a un maestro de pueblo que se presenta a un concurso de preguntas con el fin de conseguir el dinero suficiente para que uno de sus alumnos pueda ser operado en Estocolmo. El pueblo entero congregado en la plaza sigue con emoción el concurso radiofónico en el que el maestro va contestando una pregunta tras otra. El hombre va sumando dinero, acercándose a la cifra que necesita. Sin embargo, la última pregunta parece imposible de contestar. La resolución de esta tercera historia resulta verdaderamente antológica.

En la película participan algunos personajes reales de la época, empezando por un auténtico mito de la radio de entonces, como era Bobby Deglané. El torero Rafael Gómez, El Gallo es entrevistado. La cantante Gracia Montes o el conjunto vocal Los Xey interpretan sus canciones y Luis Molowny, jugador del Real Madrid, habla de sus éxitos deportivos. Además de los principales protagonistas, en el reparto aparecen también un montón de actores en pequeños papeles, como Juanjo Menéndez, José Luis Ozores, Xan das Bolas, Guadalupe Muñoz Sampedro o Tony Leblanc.

Historias de la radio tiene un poco del cine de Frank Capra y también del neorrealismo italiano. Un sainete costumbrista tan divertido como entrañable, lleno de humanidad y sentido solidario. De esta forma se convierte en un calidoscopio de la sociedad española de aquellos años, donde no falta un poco de crítica, pero también de moralina. La película tuvo un gran éxito de público. Diez años después, Sáenz de Heredia rodó un largometraje similar en torno al, por entonces, nuevo y pujante medio de comunicación. Fue Historias de la televisión. Sin embargo, esta película tuvo mucho menos éxito y hoy solo se la recuerda porque en ella Concha Velasco canta La chica yeyé. Sáenz de Heredia no consiguió dar ese tono entrañable y tan cercano al público que tenía Historias de la radio, algo que los que nos dedicamos a este medio entendemos perfectamente. “La radio es el único medio de comunicación al que la gente quiere. Nadie dice que ama a la televisión o que quiere a un periódico. A un periódico se le respeta o a la televisión se la admira. Pera a la radio se la quiere. La radio está metida en el corazón de la gente de este país porque ha vivido con este país”, concluye Iñaki Gabilondo.

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