
22.01.2025.- Pablo Zaballa le ha entrevistado para la Vanguardia: “Soy un poco como los Rolling Stones. Me han escuchado cuatro generaciones: los abuelos y los padres, en los 80 y en los 90 con García; los hijos, en Telemadrid o en Punto Pelota, en los 2000, y los nietos, ahora en mi canal de Twitch. Es de lo que me siento más orgulloso”. Siro López Fernández (68 años, Sarria, Lugo) es un periodista multidisciplinar e intergeneracional.
Nació en Galicia, pero desde los diez años vivió en Barcelona, donde completó su formación. Redactor y narrador de baloncesto en el equipo de José María García, también fue jefe de prensa en el Real Club Deportivo de La Coruña, director de deportes en Telemadrid o tertuliano en Punto Pelota y El Chiringuito de Josep Pedrerol.
En los últimos años ha explorado nuevas vías de comunicación, como Youtube o Twitch, primero en Colgados del Aro, un programa de humor con la excusa de baloncesto, y desde hace tres años con su propio canal de Twitch, un espacio con más de 300.000 seguidores en el que realiza tertulias y entrevistas. El aumento de popularidad del abuelo Siro, como le apodó su amigo Ibai Llanos, le ha llevado a escribir un libro de memorias: Un tipo con suerte.
¿Por qué te consideras Un tipo con suerte?
Digamos que el libro está enfocado al tema profesional. ¿Hay mayor suerte que vivir de mi hobby durante 46 años y que encima me paguen?
¿Te consideras afortunado en otras facetas de la vida?
¿Qué es lo que importa en esta vida? Tener salud y tener un trabajo que te guste, ¿no? A nivel familiar he podido disfrutar de mis padres. De hecho sigo disfrutando de mi padre que tiene 92 años y tiene buena salud y de todo el entorno que me rodea. Mi madre murió relativamente joven, pero por lo demás he tenido mucha suerte. Sería injusto si me quejara de cómo me ha ido la vida. Con 68 años sigo alargando mi vida profesional, mientras el 90% de gente de mi generación están ya jubilados o los han apartado. Yo puedo permitirme el lujo de casi elegir cuando parar.
¿En qué notas el paso de la edad?
Ahora me duelen más cosas cuando me levanto por la mañana y cuando salgo a hacer deporte tengo un poco de lumbalgia, me duele un brazo o una pierna… Por lo demás me encuentro fenomenal. Y cuando pensamos en el título del libro tuve alguna duda: una opción era esta, la de Un tipo con suerte, y otra era algo relacionado con Peter Pan porque, aunque mi cuerpo tenga 68 años mi cabeza sigue pensando como aquel chaval de 22 años que empezó en el mundo del periodismo, en lo positivo y en lo negativo.
¿Qué hay de positivo y de negativo en seguir pensando como un chaval de 22 años?
Evidentemente, es una exageración porque no soy el mismo, aunque ya me gustaría (risas). Sí creo que estoy más cerca de los 22 que de los 68. El hándicap es que sigo siendo igual de inconsciente para tomar las decisiones y muchas veces manda más el corazón que la cabeza. Pero también tengo más experiencia.
Te consideras afortunado en la salud, pero has tenido algún achaque.
Sí, me han operado dos veces de una arritmia y también he tenido una prostatitis. Tenemos un motorcito, como los coches, y hay que pasar la ITV de vez en cuando para ponernos al día.
¿Cómo llevaste tus intervenciones por la fibrilación auricular?
Hay mucha gente que no se opera. Me dieron la opción de seguir tomando Sintrom, un medicamento que te disuelve la sangre, durante bastante tiempo, pero yo prefería pasar por el quirófano porque el riesgo del Sintrom es que con cualquier golpe te puede generar un derrame.
Recuerdo que durante tu etapa en Colgados del Aro bromeabais con Juanma López Iturriaga sobre una intervención. ¿Era para quitarle hierro al asunto?
Nos lo tomamos con humor porque no era nada grave. En Colgados del Aro, reírnos de nosotros mismos era parte del programa. Es algo que forma parte de nuestras vidas. Juanma también es un poco aprensivo, como yo, y bromear con nuestros problemas de salud sirve para quitarle un poco de hierro al asunto. No sé si es bueno o malo. Sí creo mucho en la medicina preventiva. Si tienes alguna molestia, no la dejes, ves a mirarlo, porque incluso las peores enfermedades cogidas a tiempo pueden tener solución.
¿Cuándo te empezaste a concienciar sobre los hábitos saludables y la medicina preventiva?
Desde siempre. Aunque soy muy positivo, como digo también soy bastante aprensivo y siempre me pongo en lo peor para obligarme a ir al médico: a hacer analíticas, la colonoscopia cada cinco años, una revisión anual de la próstata… Por ejemplo, dejé de fumar con 39 años.
¿Cuidas más la alimentación que cuando eras joven o te prohíbes algún alimento?
No, pero nunca he sido una persona de muchos exceos. ¿Alcohol? Cuando era joven salíamos cada noche y nos tomábamos todas las copas que podíamos, pero eso es pasado. Ahora prácticamente no bebo. Si el fin de semana salimos a comer o cenar fuera me tomo un vinito o una copa, pero en el día a día nada. Es un poco obligado por los problemas que me van surgiendo. Por el corazón me han recomendado aminorar el alcohol y dejar las bebidas que tienen mucha cafeína. En la alimentación no he cambiado mucho porque creo que siempre he llevado una dieta sana.
El periodismo es una profesión sedentaria. ¿Haces ejercicio?
Antes salía a correr dos o tres veces por semana, pero lo he abandonado desde que empecé con Twitch hace dos o tres años. He dejado el pádel y me he vuelto a reenganchar al golf, pero es un deporte que si no haces el gesto bien, te puede generar alguna contractura en la espalda. Y pasar tanto tiempo sentado también influye. El otro día hablaba con un amigo mío que es fisio y que me decía “Siro, estás teniendo problemas de lumbalgia, tienes que empezar a hacer abdominales y ejercicios para reforzar el abdomen y la espalda”. Tengo que hacerle caso y quiero volver, tanto a hacer un poquito de gimnasio como salir a correr.
Al margen del estado físico, ¿has necesitado en algún momento tratarte por salud mental?
Nuestra generación y la de nuestros padres están mal educadas en ese sentido. Antes no se podía hablar del psicólogo o del psiquiatra porque decían que estabas loco. Seguro que en algún momento he necesitado ayuda, pero mis depresiones duran horas y las he superado de una manera individual porque siempre he positivado y he intentado buscar soluciones. No es lo recomendable. Igual que si te duele la rodilla vas al traumatólogo y si te duele una muela, al odontólogo, cuando tienes un problema de ansiedad, estrés o depresión, hay que ir al especialista. Y creo que, afortunadamente, la juventud está más concienciada.
Hablas de tu generación y la de tus padres. ¿Cómo ha cambiado la percepción sobre los mayores?
El cambio más llamativo es que han cambiado los perfiles de edad. Antes veíamos a las personas de casi 70 años como ancianos. Yo con 68 años no me considero de la tercera edad y creo que los jóvenes tampoco me ven así por lo que transmito. Evidentemente, también ha cambiado la forma de relacionarse con los hijos y los jóvenes.
Entrando un poco en periodismo, ¿cómo ha cambiado la profesión desde que empezaste hace 46 años?
¡Buah! Ha cambiado muchísimo. Cuando yo empecé en el periódico Dicen, en Barcelona, para buscar un reportaje histórico tenías que ir a la hemeroteca e ir repasando uno por uno los periódicos. Ahora tienes todo el archivo en un Google. Los datos te salen por las orejas. A nivel técnico, tanto en radio, como en televisión o en prensa escrita, es un cambio radical. Lo que más noto es en el funcionamiento de los profesionales: las nuevas generaciones están perdiendo el hábito de tener agenda, esos contactos que te cogen el teléfono para darte información y enriquecer tu trabajo, y también falta rigor, quizá motivado por la inmediatez, esa necesidad de dar una noticia cuanto antes porque otro la puede publicar en el mismo momento.
Eres un ejemplo de adaptación a los nuevos modelos de comunicación. ¿Cómo ha sido ese proceso de transformación al mundo digital y el streaming…?
Siempre he dicho que no tiene mucho mérito. Hago lo que llevo haciendo 46 años: charlar delante de un micrófono o una cámara. La diferencia es que antes lo hacía desde un plató o un estudio y ahora lo hago desde mi casa. Si tengo que apuntarme alguna medalla, que tampoco me la tendría que colgar yo, debería ponérsela a mi hijo Xavi. El mayor problema que me he encontrado es el tema técnico y él me fue ayudando y convenciendo de que no era ninguna complicación y de que ahí había un mundo que me podía dar continuidad en la profesión.
Tienes casi un millón de seguidores entre todas tus redes sociales. ¿Qué tal llevas la popularidad a tus 68 años?
Bien. Siempre he creído en la naturalidad. Es verdad que mi imagen ha cambiado y ha habido momentos que yo parecía un personaje excesivamente histriónico, casi enfadado con el mundo, pero siempre digo que ese programa [Punto Pelota] no me hacía justicia. ¿La fama? Nunca he entendido a la gente que se cree más que nadie por salir en un medio de comunicación u otro. Yo sigo siendo el mismo. No me afecta. Si alguna vez he dicho que no a un chaval que me pide un autógrafo es porque me daba vergüenza o no creo que sea suficientemente importante. También se lo dije a la gente de la editorial, que si se habían vuelto locos para hacer un libro de mis memorias. ¿Por qué me voy a sentir yo más importante que nadie? Y no es demagogia. Siempre he pisado con los pies en el suelo, quizá influido por mi padre, que trabajó a destajo en la mina o en la SEAT. Y siempre he sido consciente de que esta profesión es una noria, como cuando me quedé en la calle cuando José María García se fue de Antena 3 a la Cope. Nos engañaron. Dijeron que apostaban por nosotros y al cabo de año y medio cerraron. Tuve que empezar de cero. Entonces no me hundí. Y tampoco me he venido demasiado arriba cuando las cosas me han ido bien.
¿Cómo era trabajar con José María García?
Es el mejor jefe que he tenido. Era un tipo muy exigente y que a veces te metía una bronca en antena, pero defendía mucho a sus profesionales. José María García era perro ladrador, pero poco mordedor. Cuando se acababa el programa se acababan los problemas. Nos trataba muy bien en todos los aspectos. Todo lo que sé de radio lo sé por García y creo que cambió la valoración del periodismo deportivo. Con José María pasamos de ser los patitos feos a los cisnes de la profesión, tanto a nivel de trato como de remuneración económica.
Decía García en una entrevista con La Vanguardia que cambiaría alguna cosa de su pasado. ¿Te arrepientes de algo?
No me arrepiento porque cuando lo hice estaba convencido y, en la mayoría de ocasiones, acerté y me salió bien. Profesionalmente, si pudiera dar marcha atrás me hubiera ido con García a la Cope y no me habría quedado en Antena 3.
De García a Josep Pedrerol.
La única cosa positiva que puedo decir de Pedrerol es que es muy trabajador. Y ya está. Trabajar con él es complicado porque enseguida pierde los papeles, tanto delante como detrás de la cámara. Exigir no es insultar, menospreciar o vejar a la gente. Por no entrar en otras cosas que son inadmisibles y creo que le hacen mucho daño a la profesión y a la sociedad. No han salido, entre otras cosas porque él retiró la demanda contra mí, pero si saliesen la gente se iba a echar las manos a la cabeza.
Y de Pedrerol a Ibai Llanos.
Si García es el gran comunicador del siglo XX, Ibai es el genio de la comunicación en el XXI. Es un fenómeno, un chaval con una cabeza privilegiada para generar contenido y que su mensaje llegue a la gente. Tiene algo innato y es muy divertido trabajar con él.
¿Prefieres trabajar sin un jefe?
Sí, porque ahora dependo de mí mismo, pero creo que pasar por una redacción es muy importante por todo lo que se aprende, lo positivo y lo negativo, la convivencia con los compañeros, el ambiente de trabajo… Llegado a este punto, ojalá hubiera descubierto este mundo hace tiempo. Estoy contento con lo que estoy haciendo, pero no renuncio a mi tiempo en las redacciones.
¿Qué tiene de positivo trabajar en tu casa?
Ahora me levanto a las diez y a las once estoy delante del micro. Acaba el partido, me pongo delante del ordenador y ya estoy en directo. Con la llegada de las redes sociales y la necesidad de la inmediatez, poder tener tu canal de televisión o de radio en tu casa es maravilloso. Hago lo que quiero, cuando quiero y como quiero, pero dentro de mi anarquía me he obligado a tener organizado el canal.
Llevas 46 años en el periodismo. ¿Hasta cuándo Siro López detrás del micro?
Hasta que pierda la ilusión. Mientras la salud me acompañe, esto es un hobby para mí y no le pongo fecha de caducidad. Será mi cabeza la que me diga “hasta aquí hemos llegado”. No me gusta dar consejos, pero cuando alguien que se quiere dedicar al periodismo me pregunta, le digo que se ponga en la posición del oyente, el lector o el espectador. Y si tu trabajo te aburre, imagina lo que se está aburriendo la persona que está al otro lado. ¿Cuándo lo dejaría? Cuando me falte ilusión o me aburra.
Dices que no te gusta dar consejos. ¿Qué consejo le darías al Siro de 18 años?
Que fuera más sensato y pensara más las cosas, sin dejarse llevar tanto por el corazón, pero como no me ha ido mal, casi le diría que se fije en este señor de 68 años e intentase ser como él durante los 46 años de profesión.
Presumes de muchos nietos en tu canal de Twitch. ¿Alguno de carne y hueso?
Tengo cuatro y vamos camino de cinco. Soy bastante niñero, pero para algunos ratitos. Los abuelos estamos para malcriar a los nietos, la obligación y responsabilidad de criar es de los padres.
Fuiste padre a los 28, 34 y 44 años. ¿Qué tal la última experiencia?
Yo lo recomiendo. A mí y a Julia [su mujer] nos ha rejuvenecido. Volvimos a hacer cosas que habíamos dejado de hacer diez años antes. Incluso a nivel de educación fue muy diferente.
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