Silvia Del Valle «La Bronca» (Euforia Radio): De limpiar baños a ser la locutora hispana de más éxito en USA

Silvia Del Valle

Teresa Aranguez escribe en peopleenespanol.com que Silvia del Valle es un ejemplo de cómo se puede pasar de la pobreza a una posición acomodada. Gracias a la persecución incansable de sus sueños y el trabajo arduo, hoy es una de las voces más escuchadas y cotizadas del país.



Hoy conduce un coche de alta gama y vive la vida de sus sueños. Su voz es una de las más escuchadas y seguidas por la comunidad hispana en Estados Unidos, un logro que ha conseguido a base de muchas horas de trabajo, esfuerzo y, sobre todo, ilusión.

Ella es La Bronca, la locutora de Euforia Radio y responsable del Free Guey Show, uno de los más exitosos y escuchados de la cadena. Aunque hoy es una mujer reconocida y con una posición económica muy acomodada, su vida no siempre fue así.

Silvia del Valle, su nombre detrás de La Bronca, es un ejemplo de superación y de sueños cumplidos. Eso sí, nada le cayó del cielo, antes de tocarlo tuvo que pasar por vivencias personales muy duras, dolorosas y también muchísimas carencias.

Ninguna de estas circunstancias le arrebataron su visión desde que llegó a Los Ángeles: la de algún día ser una persona de referente y de éxito para poder ayudar a su familia y representar a su comunidad latina.

Así mismo ha sido. En un entrañable reportaje de Despierta América este domingo, María Antonieta Collins charló con la querida locutora e hizo un recorrido por su vida, desde la escasez económica más absoluta hasta su posición privilegiada en la actualidad.

Y es que, ahí donde la ven, Silvia sabe lo que es llegar a este país con una mano delante y otra detrás, dormir varias noches dentro de un coche y tener que limpiar muchos baños. Su testimonio al mañanero de Univision bien podría formar parte de una película, pero es toda una realidad.

Llegó de muy jovencita a Los Ángeles, la ciudad que la vio crecer en todos los sentidos y también pasar calamidades. Después de varios días buscándose la vida, sus padres encontraron un pequeño lugar sin luz ni agua en el convivían con las ratas. Un ‘hogar’ que igual y todo agradece porque les dio un techo bajo el que poder dormir.

Poco a poco fueron adaptándose a esta nueva vida y cultura, y Silvia aprendió pronto que había que trabajar sin rechistar. Todavía recuerda la esquina en la que vendía ropa usada y algún que otro mueble.

«A cada rato la policía me levantaba, entonces yo me iba para otra esquina y para ahí iba la policía», explicó. Cuando los oficiales conocieron que la razón por la que estaba allí vendiendo era para poder comprarse sus libros, «jamás me molestaron. Donde me veían ellos ya me dejaban poner mi tendido de curiosidades», explica.

Gestos amables como este en el camino le devolvían la fe y le alimentaban sus sueños. Trabajó de todo, vendiendo y limpiando baños para poder llevar el dinero a su casa; también aguantó muchas humillaciones de sus superiores.

Pero eso ya es pasado, todo ese sacrificio ha tenido su recompensa. A pesar de los momentos desagradables, nunca dejó de creer en sí misma y de aspirar a más. Y aquí está, con más de un millón de seguidores en Instagram y una profesión en la que brilla.

Una historia que, al igual que la de Francisca, inyectan de fe, esperanza e inspiración a quienes llegan a este país sin medios pero con la herramienta más importante de todas: la ilusión.

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