Se cumplen siete años del cierre de Canal 9 y Ràdio 9

Sede de la antigua RTVV en Burjassot

Aniversario. Hoy (29/11) se cumplen siete años del fin de las emisiones de Canal 9. La nueva cadena, impulsada por el Botánico, busca una vuelta al origen para ganar público. Lo cuenta A.Rallo y Bruguera desde Las Provincias:

  • Resulta imprescindible comenzar el relato con esta pregunta: ¿Señor Fabra, usted se arrepiente de haber cerrado Canal 9?
  • No. Era lo único que podíamos hacer. Teníamos que reducir el personal como había hecho el resto de medios de comunicación. No contamos en el ERE con la colaboración de los sindicatos y, al final, tuvimos que hacerlo. Era necesario, pero lo tramitamos mal. Si lo hubiéramos hecho con el acuerdo de los sindicatos, hubiéramos ajustado la televisión con un contrato programa y un número de trabajadores acorde a las posibilidades…



El discurso de Fabra, siete años después de aquella traumática decisión, también acoge la tesis, rebatida por los grupos del Botánico, de que con el panorama actual, una televisión pública resulta innecesaria. A Fabra, la anulación del ERE por parte del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) le sorprendió en un acto en la Ciudad de las Ciencias. De allí, al Palau. «Tenía la decisión tomada», aseguran desde su entorno. La situación económica de aquellas fechas era dramática. Un par de datos de RTVV dan idea del abismo: 1.800 trabajadores y 1.300 millones de deuda. La Generalitat estaba en quiebra y sólo el oxígeno del Gobierno central la mantenía a flote. En el emblemático edificio de la calle Caballeros, se reunieron los pesos pesados del PP: Rita Barberá, Pepe Císcar y Serafín Castellano. El ambiente ya estaba «enrarecido». Desde Garrigues, que era el despacho que había llevado el ERE, les habían hecho llegar algún mensaje en plan ‘nos lo pueden tumbar’. Y ese aviso a navegantes finalmente confirmó el naufragio. Fabra asegura que todos le apoyaron. «Sin fisuras». Desde Madrid, especialmente desde Hacienda, recibía mensajes de apoyo y ánimo. Claro, que quizá el presidente pensó que a continuación le iban a seguir el resto de líderes autonómicos. Pero la realidad fue bien distinta. En esta aventura se quedó solo. Aquella tarde y noche -la del 5 de noviembre- se recuerda interminable en el Palau.

Todos asumieron el coste político de cerrar una televisión pública. Pero nadie esperaba un final agónico y fuera de control, con unos trabajadores sublevados. «Fabra asumió la orden política, pero el responsable de la televisión era Pepe Císcar y el de la Policía, Serafín Castellano», apuntan.

Ni el mejor jefe de prensa podía ‘vender’ un mensaje optimista. Y eso que Fabra dio un pequeño giro en la política que hasta ese momento se seguía en la cadena. Ese modelo de vigilancia de los contenidos, ideado en su día por Eduardo Zaplana y continuado por Francisco Camps, no encontró continuación en el político de Castellón. «Fabra mejoró Canal 9. Se hizo un esfuerzo por ampliar la libertad y se empezó a informar de casos de corrupción del PP», sostienen.

El control político es la pandemia de los medios públicos. El PP perfeccionó lo que le había dejado el Gobierno de Joan Lerma. Pero fue un paso más allá y terminó por delinquir. Esta semana, se conocía la sentencia por el amaño de las pantallas de la visita del Papa. Seis años y nueve meses de cárcel a Pedro García, el exdirector de la entidad pública, por arreglar el contrato para la trama Gürtel a cambio de medio millón de euros. La excúpula de Canal 9 también fue condenada a penas de hasta dos años y medio. El fallo no deja de cerrar una etapa, sin duda, la más triste. No ha sido este el único coletazo judicial de RTVV. Pero en la causa del agujero de la cadena pública hubo un evidente interés político. El asunto se deshinchó. La Audiencia ha absuelto al exdirector José López Jaraba.

Y llegó el 25 de mayo de 2015. Y llegó el Botánico al Palau de la Generalitat. Los extrabajadores de Canal 9 contuvieron la respiración y las manifestaciones que perseguían a Alberto Fabra. Empezaba la cuenta atrás. En algún caso quiso acelerarse tanto que ahora se puede recordar hasta como un mal chiste. Los años de inactividad, como ocurre en las casas deshabitadas durante demasiado tiempo, habían dejado inservibles los restos del naufragio de RTVV: el centro de Burjassot estaba (y está) en muy mal estado, y la Red de Transporte de la señal de radio y televisión, obsoleta. Sin embargo, se barajó hasta emitir el 9 d’Octubre, y Enric Morera, presidente de Les Corts, ofreció que mientras no hubiera contenidos, se emitiera la actividad parlamentaria. «La voluntad ha sido más optimista que las posibilidades», admitió la vicepresidenta Mónica Oltra el 31 de julio, solo dos meses después de llegar al poder, lo que da una idea de lo alejados que habían estado de la realidad los recién llegados al poder. Desde el Palau de la Generalitat comenzaron a entender que durante ese 2015 no se reabriría la televisión. Desde luego que no. Ni en 2016. Y casi acaba 2017 sin haberse podido emitir ni un ‘Bon día’.

El que iba a ser presidente de la CVMC en julio de 2016 resulta una elección fallida. Se retiró la candidatura de Josep López, el marido de la prima de Alfred Boix, número dos del PSPV. Mal comienzo para una televisión. Finalmente, Enrique Soriano es elegido para seis años, aunque a los dos años ya se plantea irse. Se ha quedado, pero su salida es inminente tras un cambio legal que permitirá al Botánico prescindir de la oposición para elegir a su sucesor. Las dificultades iniciales pasan factura y convierten los altos cargos de la televisión valenciana en muy volátiles. No se alcanzan los objetivos de audiencia y publicidad. La ley nacida hace cuatro años precisa de reformas mientras el Botánico la enmienda por la puerta de atrás. Empar Marco deja la dirección general el pasado mes de febrero y la sustituye Alfred Costa.

Hace dos meses, el TSJ anuló el nombramiento de Marco por incompatibilidades de dos evaluadores. Alrededor de cada elección se genera un revuelo político. La oposición critica la actividad inicial de À Punt por considerarla al servicio de Compromís. Ahora, con la llegada de Costa, es la izquierda del Botánico la que recela de la televisión por el pasado socialista de sus actuales dirigentes… y así, la televisión pública valenciana lleva siete años, desde que tal día como hoy fue desenchufada, intentando sintonizar con los valencianos.

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