Recuerdos de una visita a Ràdio Gelida

Ràdio Gelida

A cargo de Red Perill que lo cuenta en elnacional.cat:
20:18 h Gelida. Exterior. Noche. Los de Pepephone no tenemos cobertura. Estoy en una pequeña ciudad con alma de pueblo que está un poco en tierra de nadie, en la frontera entre el Alt Penedès y el Baix Llobregat. O dicho de otra manera, a medio camino entre Martorell y Vilafranca conduciendo por carreteras secundarias. Pero el motivo que me lleva a escribir este artículo no es su emplazamiento, sino un hecho que desconocía hasta que la visité la semana pasada: Gelida es tierra de radio. Y por eso fui, porque me entrevistaban en Les Golfes, un podcast que comandan Dani y Antonio y del cual tuve el honor de ser el primer entrevistado.



Magnífico, excelso
Antes de empezar, Dani y Antonio me ofrecen hacer un tour por el estudio. «¡Radio Gelida emite desde el año 81!», me dicen con mucho orgullo. La emisora se encuentra en Les Monges, el típico edificio comodín que aloja entidades culturales variadas. De noche, prácticamente vacío, da un poco de miedo. El estudio, sin embargo, tiene aquel flow que comparten tantas radios locales: una estética retro que evoca en mí el imaginario de las radios de película, con aquel punto de calidez, un poco hortera, pero que las hace próximas y entrañables.

Entre el mobiliario nos encontramos las típicas estanterías llenas de discos, pero también varias fotografías, retratos que, conceptualmente, me parecen excelsos. Una es un montaje que emula una orla formada por los miembros de la radio para celebrar los 25 años (los hicieron en el 2006). La otra, una instantánea del acto tradicional del primer día de Fiesta Mayor: una cena en la cual la tradición manda que «todas las personas colaboradoras, que hacen programa o han hecho alguna vez, son los encargados de servir el tradicional melón con jamón, que año tras año cambia su presentación». ¡Magnífico! ¡Excelso!

La primera emisora del Penedès
Después del tour y de una visita obligada al típico lavabo que parece un escondite en un armario, nos sentamos en una sala anexa a gravar la entrevista con un portátil y dos micrófonos «por unos problemas técnicos en el estudio habitual». En la mesa hay una bolsa de palomitas abierta y tres personas dispuestas a pasar una hora bien buena hablando de música y de la vida, sin prisas, que es como más agradecidas son las entrevistas.

Antonio y Dani son dos melómanos que dedican una hora de programa (y las que hagan falta de preparación previa) a compartir canciones y reflexiones sin ningún tipo de rédito económico, como tantos de otros en nuestras radios locales y comarcales, entre los cuales me incluyo (no actualmente, pero sí en el pasado). Radio Gelida, concretamente, tiene el mérito de ser «la primera emisora municipal del Alt Penedès y unas de las primeras del país». Y es en estos programas modestos y que a menudo tienen poca trascendencia numérica: likes, escuchas, clicks… donde a menudo se viven las mejores experiencias.

Hablando demasiado alto
Y cómo manda el dicho (¿cuál?), acabada la entrevista, con Dani vamos a cenar en La Gralla. En la plaza de la Iglesia, uno de los locales más concurridos del pueblo. Nos acompañan Esteve de los Minova y Mireia, unos conocidos que viven en Gelida. Nos metemos entre pecho y espalda unos hamburguesotes del tamaño de un dinosaurio y hablamos una rato de todo y de nada: de cómo nos ganamos la vida los músicos (el uno da clases, el otro dibuja), de cómo está el panorama artístico o de la tranquilidad con la cual se vive en Gelida si has crecido en Ripollet o en l’Hospitalet.

Zampado el empanado de vacuno, nos marchamos a dar una vuelta para acabar de digerir y para que me enseñen un poco el pueblo. Acabamos amonestados por un vecino. Nos inquiere que estamos hablando a un volumen bastante alto. Estamos en un paso de cebra cualquiera. Son las doce menos cuarto. Bajamos el volumen y nos despedimos. Me quedo con ganas de ver el castillo y pienso que ya volveré un día que no sea oscuro.

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