Recordando la «Subasta de Ilusiones» de Radio Granada

Pepe Real

Fernando Argüelles rememora desde el diario Ideal el programa «Subasta de Ilusiones» de Radio Granada:
La mañana del día de Reyes, allá por los años cincuenta del pasado siglo, tenía una característica muy especial en los pasillos de San Rafael. Allí los niños ingresados en el hospital, o los que estaban en custodia de los hermanos de San Juan de Dios, se llenaban de alegría y felicidad gracias a la generosidad de centenares de granadinos. Los más pequeños recibían sus regalos de manos de Melchor, Gaspar y Baltasar, pero recibían también la ilusión recogida gracias a la magia de la radio las semanas previas. Esa mañana era el colofón a unas semanas intensas que cada noche surgían en las ondas de la radio local.



En la Navidad de 1953 nacía ‘Subasta de ilusiones’, un programa benéfico que, como recoge el periodista Luis Arboledas en su libro sobre la historia de la radio en Granada, «en poco tiempo se convirtió en un fenómeno social; en locales públicos se juntaban peñas para ir pujando por los objetos: comerciantes y particulares no perdían la ocasión para aparecer ante sus conciudadanos como auténticos mecenas y la ciudad entera se movilizaba para seguir la subasta a través de las ondas». El locutor Pepe Real fue el alma máter de este programa que mantenía a la ciudad completamente en vilo. Dos décadas estuvo en antena, hasta que la llegada de la televisión le quitó protagonismo.

Las anécdotas y recuerdos de aquel programa se multiplican en la memoria de los granadinos que vivieron aquellas navidades de los años cincuenta. A las diez de la noche, después de radiarse ‘el parte’, la voz de Pepe Real iniciaba la emisión del programa que mantenía despiertos a los granadinos hasta altas horas de la madrugada. No había televisión en los hogares, y lo que cada noche pasaba en la radio era la comidilla en los desayunos del día siguiente.

La mecánica del programa era muy simple. Desde Radio Granada abrían sus teléfonos para que los granadinos mostraran su generosidad. Por ejemplo, sonaba el teléfono y al otro lado se oía una voz que decía: «Mire, aquí Restaurante Gamboa, que ofrecemos un almuerzo para diez personas, incluido champán, copa y puro», y a partir de ahí ya iban llegando las llamadas de los oyentes que iban diciendo lo que pagarían por esa cena, llevándosela el mejor postor.

Y como ese almuerzo para diez personas, muchos otros regalos y de lo más variado: chotos, trajes, sacos de arroz, colecciones de sellos, jamones, acuarelas, balones, bicicletas, cortes de pelo o afeitados… de todo. La generosidad de los granadinos no conocía límite, y no era extraño que por objetos que costaban cien pesetas se llegaran a pagar hasta 300.000, o que el dueño de un céntrico hotel costeara un quirófano completo para la Clínica del Hospital de los hermanos de San Juan de Dios.

Los empleados de la emisora se volcaban con el programa, como la recordada Mercedes Domenech, Manolo Vigil y muchos otros. Se llegaron a organizar, incluso, ‘peñas’ de amigos que cada noche se reunían en conocidos bares de la ciudad para pujar. Así, entre otras, estaban las peñas del Bar Jandilla, la de Los Leones, el Sevilla y muchas más. Entre ellas había rivalidad, como la que demostraron pujando por una gran parrillada para cuarenta personas en un merendero de Huétor Vega. La subasta creó gran sensación, ganándola la peña del Bar Sevilla, que la donó a los Hermanos de San Juan de Dios y éstos a un grupo de necesitados.

Pero todo no eran regalos. Por ejemplo, una llamada ofrecía mil pesetas si la señora del alcalde cantaba una canción. Lógicamente, enseguida se producían otras llamadas ofreciendo más dinero para que esto no se tuviera que producir. A pesar de todo, hasta la censura se hizo patente en el programa: una noche una voz femenina llamó para ofrecer su «conejito blanco». Las peñas y los oyentes se lo tomaron con demasiada ironía, lo que obligó a intervenir a la autoridad civil.

Antes de la Cabalgata de Reyes se hacía entrega de todo lo recaudado, lo que también era un gran acontecimiento. En la retina de los granadinos han quedado guardadas imágenes como la carretilla llena de claveles de Motril que se iban entregando a los granadinos a cambio de donativos. Pasaba en 1956, y en tan peculiar desfile participaron los integrantes de las peñas y conocidos empresarios de la ciudad como Moisés Linares, una de las personas que más se volcó con este programa solidario. Han pasado los años, pero aún en mañanas como las de hoy la voz de Pepe Real parece oírse en Granada.

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