Radio Santoña emite un programa hecho por los reclusos de El Dueso

Radio Santoña

Javier Fernández Rubio escribe en eldiario.es que las siete de la tarde es la hora del recuento en el penal, la hora en que los internos vuelven a sus celdas y esperan el paso de los funcionarios.
Tres de estos recorren cada galería y van cerrando al unísono otras tantas puertas. El golpetazo de la cerradura es algo que todavía se guarda en el cerebro de quien se ha alojado alguna vez en el centro penitenciario de El Dueso, en el municipio cántabro de Santoña, una costumbre que desaparecerá cuando se concluya la renovación de los cierres electrónicos.



Pero, mientras tanto, recordará que por muy bucólico que sea el paisaje en el exterior del penal -en una finca de 33 hectáreas con zonas ajardinadas, huertos, pistas deportivas, así como montes, playa y un horizonte extramuros- no deja de ser una cárcel y sus huéspedes cumplen condena.
“El sonido de un candado aquí suena diferente”, recita José Elizondo, mientras Espy (Juan Díaz Alés de Gavira) toca la guitarra y simula con sus nudillos el estampido del cerrojo.
José no es interno pero colabora desde hace más de ocho años en los talleres poéticos cuyo resultado acaba de ver la luz en forma de libro: ‘En El Dueso’ (Tantín, 2023).

José Antonio es el coordinador del trabajo social en el penal. También se encarga de la actividad de poesía y por ello acude regularmente al Módulo de Respeto.
Este es el bloque en donde se organizan actividades y tienen dependencias para el ocio y el ejercicio de los reclusos que han demostrado asumir un nivel alto de “autogestión de la vida en común”.
Ellos se organizan en asambleas por la mañana e impera un clima en donde es más fácil la comunicación. “Olvídate de todo lo que has visto en las películas -avisa nada más trabar relación con él-.
El Dueso es especial por el sitio, el espacio, la amplitud y su configuración…”, describe.

Son 33 hectáreas para 280 reclusos, aunque volverá a albergar a 600 cuando acaben las obras que están reformando los módulos. Enclavado en el entorno de la villa pesquera de Santoña, a un lado de la muralla del recinto está el campo, el monte, la playa de Berria y el Mar Cantábrico; y al otro, césped y arbolado, sendas y huertos, hasta un recinto para la cría y el cuidado de animales.

Pero sigue siendo una cárcel y en un presidio hay mucho tiempo vacío… aunque también es posible estresarse. Para ocupar el tiempo, el centro les ofrece la posibilidad de trabajar con un contrato y Seguridad Social como en cualquier otra empresa.
El nivel de ocupación es de un 60%. Y están los programas de prevención de actividades delictivas. Hay quien se apunta a las dos cosas y hay quien además se apunta a talleres voluntarios en donde no se recibe beneficio penitenciario ni compensación económica por asistir. Uno de estos es el de poesía.

“Al principio fue el verbo”
Aparte de Elizondo y Alés, Montse Barrero y José Antonio Gallego completan el cuarteto que ha estado estos años al frente del taller de poesía.
En las reuniones mensuales suelen incorporar a un poeta en calidad de invitado. Entre todos, y una docena de internos, se entabla una sesión de dos horas que en ocasiones tiene continuidad con un programa radiofónico que se realiza desde la cárcel para Radio Santoña.

Al principio tenia un componente competitivo, propio del ‘poetry slam’, pero después se convirtió en un mero intercambio de la poesía de la calle con la de los internos.
“Al principio fue el verbo, fue la poesía -afirma el coordinador, José Antonio- Hemos comprobado, y es la filosofía del centro, que lo que mejor funciona contra la desmotivación es hacer cosas para terceros”.
¿Cómo cuáles? “Llevamos programas con una batería de temas que trabajan la prosocialidad [ayuda a otros] y los valores. Desde hace 26 años acuden como camilleros voluntarios a Lourdes, junto con personal del centro, y nunca ha habido un problema. De hecho, no se distingue a los voluntarios que son internos de los que no lo son”.

Hay también huertos solidarios, cuyas hortalizas y verduras se entregan a la Cocina Económica de Santander. En 2022 salieron de El Dueso cerca de 1.500 kilos en dicha dirección.
Un huerto de caricos suministra a una asociación en Güemes que organiza comidas solidarias para recaudar fondos para familias en riesgo social de Guatemala. O se recuperan galgos en situación de maltrato, a través de la Asociación Galgos de Casa.
En el penal los presos los atienden y ellos ayudan a que los internos también se recuperen. Y está la poesía.

Reinventarse con palabras
“Yo nací en Soba, pero me vine de Bilbao porque siempre quise hacer algo en la cárcel -explica José Elizondo, uno de los artífices del taller de poesía- Quería ocupar espacios poéticamente y visibilizar realidades, cambiando el foco para llegar de otra forma a determinados colectivos”.

En esta ocasión, llega acompañado de un invitado, el poeta visual Alberto Muñoz. A la sesión acude una decena de reclusos, algunos con una carpeta bajo el brazo, otros sin nada, otros con su memoria, casi todos con palabras tatuadas en los brazos. Se sientan en torno a una mesa. Los hay de todas las razas y nacionalidades: españoles, nigerianos, dominicanos… pero a todos les une la potencia del verbo y la palabra recitada. Espy se ha traído la guitarra y Muñoz prepara para después unas cartulinas negras, goma de pegar y palabras recortadas de periódicos y revistas. A través de la palabra, “cuentan cómo se han reinventado”.

“La poesía para ellos no está cargada con el prejuicio de lo romántico; sino más bien la ven como una manera diferente de cambiar las cosas, escuchando y no juzgando; tomando tierra se pueden hacer cambios”, asegura Elizondo.

Poco a poco se van animando. Cada uno da un paso al frente y recita sus poemas, la mayoría a ritmo de rap, con o sin el acompañamiento de Espy, que se anima tanto que al final se arranca con un solo titulado Nada es eterno, “al estilo Camarón”, según dice. Finalmente, Alberto Muñoz les descubre y les explica la poesía de collage hecha de automatismos. En torno a la mesa, van tomando, como si fueran cerezas, palabras y expresiones, imágenes significativas de una revista, componiendo con el conjunto un recitado cargado de automatismo, pero siempre sorprendente y misteriosamente poético. Todos aplauden a todos.

“Este es un espacio de libertad -asegura Elizondo antes de pasar a la radio del penal en donde se grabará con el resto un programa de 45 minutos para Radio Santoña-.
Cuando están aquí se olvidan de estar aquí”.

Ibra ha escrito para la ocasión un largo poema que se titula A la droga, ese “hilo que no deja de tirar de mí”. Ibra tiene una hija a la que no ve desde hace nueve meses, él “muere deseando estar un segundo más pegado a ella”, él procede de un mundo en el que “si las miradas matasen, cuánta gente moriría”.

A Jordi también le va el rap. Es de la República Dominicana y le queda poco para salir. “La calle me envolvió y de salir no encontré manera… / Conozco la cárcel como las letras del abecedario”, recita.

El colombiano Kevin es el más renuente a salir a la palestra pero acaba dando el paso. Lleva una lágrima tatuada bajo un ojo y dos diminutas katanas sobre una ceja. Al igual que otros se ha dejado una incipiente barba que le cubre el mentón, pero no las mejillas. “De aquí se sale, esto no es el cementerio”, rapea siguiendo el ritmo con una mano. “No me hables como si estuviera muerto”.

El rap, las madres, el crack, la restitución, el futuro… La temática tiene estas variantes.

‘Abre la muralla’
Hay sentadas ocho personas a la mesa y no muy lejos hay otras seis. Todos los que han intervenido en el taller pasan a la habitación de al lado en el Módulo de Respeto (piso segundo, mixto, para hombres y mujeres). La emisora de El Dueso es Encadenado2 y el programa semanal que emite a través de Radio Santoña se titula significativamente Abre la muralla.

Bajo la dirección de Benito, un interno, todos van desfilando ante los micros para leer sus poemas. “La poesía no entra en El Dueso, sino que está en El Dueso”, es el comentario de Elizondo ante una de las intervenciones. “Hay vocación de visibilizar y humanizar estos espacios y para eso la poesía es muy potente”, agrega. “La mejor poesía es dar las gracias”, concluye a modo de conclusión.

Días después de esta conversación en el penal con el equipo de elDiario.es, en la santanderina sala de teatro Espacio Miriñaque, se escenifica el acto final. En presencia de público, incluido algún excarcelado, se presenta el libro con lo mejor de ocho años de poesía carcelaria de El Dueso. Faltaban los autores que aún están entre rejas pero estuvieron los que lo fueron y los que desde hace ocho años han hecho posible una obra cuya recaudación irá destinada a los Amigos del Orfanato de San Roque, en Mozambique.

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