Pilar Sanabria (Onda Cero Córdoba): 30 años ante un micrófono

Pilar Sanabria

Rafael Gonzalez le ha entrevistado para lavozdecordoba.es:
Supongo que habría que presentarla como periodista y poeta, porque ambas facetas de ella son ciertas. Las poetas de ahora son las poetisas de antes de que la Gramática, pobrecita, sufriera la revisión del género. No vamos a abrir ese melón en este momento porque además, nuestra protagonista merece la atención como creadora, por supuesto, pero también como periodista.
Pilar Sanabria Cañete (Córdoba, 1963) es poeta, es periodista y sobre todo es radiofonista, que no es un ejercicio menor. Ha cumplido 30 años delante del micrófono y esa es una cifra redonda para hacer un repaso de su carrera, de su profesión y de parte de su vida, vida que ha transcurrido ya durante más tiempo delante de un micrófono que lejos de él. Pilar nos cuenta cada mañana, a eso del mediodía, qué pasa en Córdoba, cómo es Córdoba, qué dice Córdoba, quien la maltrata o ayuda, quién le canta o le grita. Aunque sus inicios profesionales estuvieron en Madrid, en la Transición, en la primera libertad y en los movimientos vecinales de entonces, Pilar es cordobesa por partida doble: primero por ser de Peñarroya y después porque fue bautizada en el Sagrario de la Catedral, y eso son palabras mayores y marchamo de cordobesía hasta la eternidad. Nos recibe en los estudios de Onda Cero poco antes de iniciar la edición local de ‘Más de uno’, con el guion en la mano de ese día, que algunos llaman equivocadamente ‘escaleta’ , y el oído apuntando a cualquier última hora noticiable que pueda surgir. Es una forma de estar en la vida- atenta- que forja el periodismo y que es impronta en la radio. Y después de 30 años haciendo radio, una actitud imposible de cambiar. Sobre todo porque la radio no se hace: se es.

  • Treinta años de radio, Pilar Sanabria. ¿Cuánto ha cambiado la radio y cuánto has cambiado tú en ese tiempo?
  • ¡Uy! La radio ha cambiado muchísimo. Tanto, que a veces, ni la conozco de cuando comencé. Yo he cambiado como persona, como creadora, con muchas cosas que han pasado en mi vida en estos 30 años. He perdido a mis padres, a amigos muy queridos, y también he ganado a gente muy importante, como mi actual pareja. Y he aprendido mucho, porque en la radio todos los días se está aprendiendo. La radio para mí siempre ha sido un aprendizaje y va a seguir siéndolo, a pesar de todos los cambios que ha experimentado en este tiempo. Aunque ha cambiado mucho, ya digo, creo que la radio siempre va a tener su esencia, y esa esencia somos las personas que hacemos la radio. Creo que imprimimos nuestra personalidad cada vez que nos sentamos delante de un micrófono y eso no se va a perder nunca.
  • Pero ¿quedan personas en la radio?
  • Quedamos alguna. Los históricos (ríe). Las nuevas tecnologías han ayudado mucho, eso es cierto, pero también han obligado a prescindir de muchas personas muy valiosas. Creo que eso es lo que se echa de menos, que haya mucho más movimiento de gente en la emisora, que les guste este trabajo, la pasión o el milagro de la radio, como se le quiera llamar. Esto es un milagro diario.
  • Y con esos cambios que señalas ¿cuánto ha ganado o perdido la radio local?
  • La radio local ha ganado con la gente que seguimos ahí de alguna manera, que nos mantenemos aquí lo mejor que podemos. Y ha perdido, quizá, frescura, inmediatez, cercanía… Los que estamos todavía en la radio local es lo que intentamos mantener: esa proximidad e inmediatez. También la fiabilidad. Que el oyente confíe en nosotros y, sobre todo, poder acercar a la audiencia – que afortunadamente es grande, amplia y extensa- lo más próximo, que es su ciudad, su pueblo, su tierra, su día a día. Podemos conocer lo que pasa a miles de kilómetros de aquí con esa tremenda gama de redes sociales, pero creo que a todo el mundo le gusta saber lo que pasa en donde vivimos, en la calle de al lado, en el barrio. Pienso que eso es muy importante y hay que seguir manteniéndolo. Las grandes cadenas apuestan siempre por lo internacional o lo nacional y están suprimiendo muchos programas locales, lo cual yo siempre voy a reprochar a esta cadena o a cualquiera. Los medios locales – prensa, radio y televisión- son fundamentales para el crecimiento y desarrollo de las personas, y en el conocimiento de su tierra. Que amen, que quieran a su tierra.
  • Para mantenerse en la radio local, en Córdoba, ¿conviene no pisar determinados cables de alta tensión?
  • A veces ha sido así. Nos han dicho: “Ten cuidado que te puedes electrocutar si pisas ese cable”. Y ha habido que hacer las cosas con mucho tiento. Todavía existen ciertos ‘poderes fácticos’ que manejan mucho los hilos y, bueno, pues uno tiene que andar con pies de plomo. Afortunadamente yo no he sentido esas presiones y te lo digo con la mano en el corazón, sinceramente. Si algún día las siento es probable que no siga en ésto, porque no me gusta estar condicionada. Ni por nada ni por nadie.
  • La radio para ti ¿fue vocación o casualidad?
  • Fue vocación. De pequeña jugaba con la fregona de mi madre e imaginaba que era un micrófono. Y mi padre fue contable toda la vida, pero tenía vocación de actor, que no vio cumplida, y un artista a la hora de pintar o de tallar madera. Él talló, recuerdo, las carcasas de aquellas primeras radios que había de lámparas, y yo le preguntaba por los hombrecitos que había dentro de aquel aparato. Era lo que me imaginaba: hombrecitos dentro de aquella caja mágica que mi padre había hecho y que saldrían de allí en cualquier momento. Siempre amé la radio. La deseé desde siempre.
  • Pero la radio te busca. Son muchos los que han buscado la radio y ésta los ha rechazado. Debe ser ella la que te elija a ti.
  • Yo estudié Empresariales porque mi padre quería que siguiera su estela. Lo que ocurre es que mi estela fue por otros derroteros (ríe). Comencé a colaborar en aquellas radios libres de la transición democrática, radios de los barrios. Mi primera emisora fue ‘Radio Fortaleza’, en el barrio de Hortaleza en Madrid. Cuando me sentaba delante del micrófono, francamente, me transformaba. La timidez de mi adolescencia se convertía en poca vergüenza y en una anarquía total. En aquella época contábamos los problemas de los barrios y de la gente. De vez en cuando venían los municipales, precintaban la emisora, y nosotros, al día siguiente quitábamos el precinto y seguíamos emitiendo. Aquello era apasionante. Sí, quizá la radio salió a mi encuentro. Estuve un tiempo trabajando en otras cosas, con abogados laboralistas de CCOO, por ejemplo, que tenían el despacho en la Glorieta de Bilbao. Pero me dije que no, que yo lo que quería era trabajar en la radio, allí o en Radio Peñarroya, que es mi tierra. Estuve en la Escuela de Radio y Televisión, en Madrid y comencé a hacer cosas. Cuando ya volví a Córdoba me dediqué a llevar maquetas a todas las emisoras hasta que me llamaron de Rueda Rato, lo que antes era Onda Cero. Y hasta ahora. Aquí estamos, delante del micrófono, compañero inseparable e insustituible de mi vida.
  • Es curioso: en Córdoba hay compañeros que llevan muchos años en las mismas cadenas.
  • Es cierto. Aquí en Onda Cero la media de edad de los compañeros, trabajando en la casa, ronda los 30 o 32 años.
  • ¿No hay sangre nueva? ¿Las nuevas generaciones no quieren dedicarse a la radio?
  • Las hay pero está muy complicado, porque las grandes cadenas lo que suelen hacer ahora es contar con trabajadores autónomos, con horarios desde las 9 de la mañana hasta las 10 de la noche. Es complicado para la savia nueva. Me consta que hay mucha gente a la que le gusta esto y le encantaría hacer radio, pero está muy difícil. A lo que hay que añadir las nuevas tecnologías, las redes, que ya tienes radio ‘a la carta’. Puedes elegir el menú de la radio que te quieras’ comer. Y es una pena. Muchas veces lo comento con mis compañeros, cuando hablamos de que nos llegue la jubilación o una prejubilación: esto se queda en cuadro al paso que vamos. Me preocupa mucho eso, porque es mi pan, pero también es mi pasión la radio local. Somos lo que contamos lo que pasa aquí y los que conocemos en profundidad lo que aquí ocurre.
  • Pero conocer ‘lo que pasa aquí’, retomando la pregunta anterior, no implica necesariamente contarlo. Hay muchas cosas que no se cuentan…
  • Sí, hay cosas que no se cuentan pero se cuentan muchas. Entonces, creo que debemos de seguir en esa brecha. Toda la gente que hacemos información local creo que deberíamos estar luchando a brazo partido por esto. Todos. Es imprescindible que haya esa cercanía.
  • Te lo pregunto porque parece que la información más crítica se ha depositado en la grandes figuras de la radio y las locales se dedican a otra cosa.
  • Eso es cierto. Estamos como dormidas. No hay todo el tiempo que deseáramos tener. Los programas locales se han acortado una barbaridad y claro, contamos con muchas secciones, programas específicos, y es lo que hay. Además, tenemos que estar trabajando con la publicidad, que es lo que nos da de comer. Son muchas circunstancias.
  • Es agosto cuando hablamos y hay compañeros de vacaciones, pero cuando hemos entrado aquí, a la emisora, prácticamente estabas solo tú. Tú y yo hemos conocido otras épocas en la radio repletas de gente nueva, de bullicio y actividad… ¿Cómo se mantiene el ánimo día a día con esta soledad?
  • Bueno, pues porque como nos gusta tanto… claro que se mantiene el ánimo. Y además buscamos hasta debajo de las piedras lo que haya que contar. La ilusión sigue. Tengo todavía ese pellizco en los primeros minutos al abrir el micrófono como cuando comencé. Y eso es importante, porque si no se tiene ese ‘pellizco’ ya, es como si hubieses perdido la esencia, las ganas y el empuje de esto.
    Aquí estamos. Con más o menos gente, pero al pie del micrófono.
  • ¿Los que verdaderamente importan son los oyentes?
  • Hombre, la audiencia es la que merece el máximo respeto para una persona que hace radio. Y no creo que haya que trabajar por tener más o menos. No me gustan esas guerras, a veces suicidas, entre las grandes cadenas (ríe). A mi me gusta trabajar por la credibilidad de la audiencia que tengo día a día. Ganar un oyente en la radio es dificilísimo. Mantenerlo es más difícil todavía, y perderlo es facilísimo. Con un ‘click’ de botón, se pierde un oyente. Siempre he trabajado por la credibilidad, por ser muy llana y sincera, por ser muy honrada y directa. ¿Por qué? Pues porque creo que es la única forma de llegar a las personas, personas que a mí también me llegan. En realidad tú estás entrando en la casa de esas personas todos los días, te han dado su permiso para hacerlo. Por eso creo que hay que ser muy honrado en lo que estás haciendo y no, como hay mucha gente, sintiéndote por encima del bien y del mal. Estamos para generar opinión, por supuesto, pero siempre manteniendo ciertos límites y respetando al máximo a los oyentes. La audiencia es muy inteligente y a la audiencia no se le engaña. Hoy en día las personas están muy preparadas, desde la señora que va a la compra hasta el universitario que está estudiando. La audiencia se percata y enseguida sabe lo que está llegando con verdad y lo que no. Y eso es lo que me cuentan muchos, cuando salgo de aquí.
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