Pepe Machi, EA5RO, y los radioaficionados en la rotura de la Presa de Tous

Pepe Machi

Pascual Fandos escrube en Levante: Los radioaficionados facilitaron información sobre las inundaciones en una época en la que no existían móviles ni internet, alertaron de situaciones de riesgo y pusieron en contacto a familias disgregadas.



«Trabajaba con mi padre y mis hermanos en la farmacia y cuando llegaron las primeras noticias lo abandoné todo, incluso a mi familia, cogí la emisora y me fui al ayuntamiento». Pepe Machí, que como radioaficionado utiliza el identificativo EA5RO, no pegó ojo en la noche del 20 de octubre intercambiando información desde la casa consistorial de Algemesí con otros radioaficionados de la Ribera sobre cómo subía el nivel del agua y comunicando llamadas de auxilio de personas que se habían quedado atrapadas. No existían los teléfonos móviles ni internet y Machí se muestra contundente al señalar que «el papel de los radioficionados fue fundamental. Si no hudiera sido por ellos, la gente no hubiera sabido qué estaba pasando y mucha gente no hubiera recibido auxilio».

Recuerda que ya a las 8 de la mañana un radioaficionado de Guadassuar que utilizaba el distintivo EA5YS comentó que «la presa se iba a tierra, pero no le tuvimos en cuenta cuando le tenían que haber hecho un monumento. Le hicimos más caso al gobernador civil que decía que no pasaba nada y yo incluso comenté en la farmacia que no subieran nada, que todo era una mentira». Lamenta su error. «Cuando volví al día siguiente, lloré», recuerda. El agua había entrado casi un metro en su casa y «por lo menos dos» en la farmacia de la calle Valencia, arrancando estanterías que estaban perfectamente fijadas a la pared cuando su previsión era que entrarían «cuatro dedos» de agua.

Machí recuerda la noche del 20 de octubre como una jornada intensa. «Cada uno decía desde su pueblo cómo estaba el agua, si había algún incidente, si había caído algo… aquí teníamos un empleado del ayuntamiento que estaba en el servicio de obras y nos daba las cotas del terreno para saber el agua que había en cada sitio. Fue una noche de mucha preocupación porque escuchabas que en Carcaixent se ahogaban, que el agua llegaba al primer piso y que la gente se iba hacia arriba, y todo eso nos llegaba por las emisoras. (…) Claro que me lo creía, lo único que no me creí ese día fue lo que había dijo el radioaficionado de Guadassuar por la mañan», incide Machí.

La mañana del día siguiente, un profesor del instituto, Carlos Cebrián, que había estado toda la noche trabajando de forma voluntaria con su vehículo todo-terreno rescatando a personas y ayudando a familias afectadas por la inundación se ofreció a llevarle a la farmacia. «Estaba deseándolo, me sacó del ayuntamiento, yo dejé la emisora allí, a disposición de las autoridades y de la Policía Local, y cuando volví a por ella me dijeron que se había quemado y no le ha vuelto a ver nunca más». Machí recuerda la labor de otros compañeros en los días posteriores facilitando información a familias angustiadas del paradero de alguno de sus miembros, un trabajo que también se realizó desde la emisora Radio Alzira de la SER, aunque comenta que él ya no participó en esa labor.

Hasta el Ayuntamiento de Algemesí llegó Bartolomé Albert, un radioaficionado de Carcaixent que el día 20 por la mañana se había desplazado a Madrid en autobús acompañando a un familiar y al conocer por las noticias de lo que estaba sucediendo regresó a València con la misma compañía y después cogió un tren que le llevó hasta Algemesí, donde ya no pudo pasar. A través de la emisora se puso en contacto con un radioaficionado de Carcaixent, Miguel Esteve (EA5EO), que vivía en la calle de sus padres y que le informó que el agua había subido «por encima de la cruz de la farmacia de Escrivá», lo que suponía que estaba a la altura de un primer piso.

Unos tramos a pie, en otros haciendo autostop, dio la vuelta a la Ribera por Guadassuar, l’Alcúdia, Alberic y Castelló hasta que el día 22, casi a la vez que empezaban a entrar víveres y mantas a la ciudad, llegó a Carcaixent. «Hacía falta una emisora y llevé la mía, que había construído yo y era muy modesta, al hospital viejo, que es el conservatorio actual. Por la mañana limpiaba barro, y estuve con la emisora algunas tardes.

«Servía para transmitir información, como no había teléfono, radioaficionados de otros sitios se ponían en contacto para preguntar por familias y se pasaba la voz de casa a casa. También se ponían en contacto con gobierno civil. Vinieron radioaficionados que se repartieron por los pueblos para tener un punto de contacto en cada municipio», relata Albert.

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