Pepe Domingo Castaño (COPE): «Se está perdiendo el periodista auténtico, el que husmea en la calle»

Pepe Domingo Castaño

Sergio Garcia le ha entrevistado para elnortedecastilla.es: Tantos años detrás de los micrófonos bien merecían ser contados. Pepe Domingo Castaño (Padrón, 1942) recoge toda una vida unida a la radio en ‘Hasta que se me acaben las palabras’, una suerte de biografía en forma de recuerdos y memorias plagada de sueños cumplidos.

  • ¿Con qué Pepe Domingo se van a encontrar los lectores?
  • Con uno más íntimo. Más descarnado y desconocido. Hay facetas de mi vida que la gente no conoce y que van a conocer al leer el libro. Se van a enterar del porqué de mi vida.
  • Es un libro que se ha estado macerando unos años.
  • Tiene una primera parte hecha desde hace 20 años y la escribí porque lo necesitaba. Tenía que sacar todo lo que tenía de dentro de mí durante un bajón anímico que tuve. Lo volví a leer y me pareció que era muy malo y lo guardé en un armario. No lo hubiera publicado si no llega a ser por Juan Luis Miravet, que me oyó decir en una entrevista que tenía un libro de recuerdos que no publicaba porque era muy malo.
  • Finalmente lo hizo y de momento triunfa. Es algo que nunca se sabe, como al seguir los sueños. Un tema muy importante en el libro.
  • Si lo lee gente joven va a entender que vale la pena luchar por los sueños por muchos problemas que te presente la vida. Si estás seguro de que quieres realizar ese sueño, harás lo que sea por cumplirlo y este libro es la confirmación de que se pueden cumplir. Si lo lee gente mayor, se va a sentir identificada con mi época de niño y de joven, cuando jugábamos en la calle y éramos felices. El primer amor, los temblores de conocer a una chica…
  • Hace un trabajo de introspección tremendo, pero mirar hacia el interior de uno mismo es algo que cuesta a muchos, ¿ha sido su caso?
  • No me ha costado ningún trabajo, porque la primera parte la escribí con el alma. Era un día de lluvia, que estaba triste y tenía morriña de mi tierra. Me puse a la máquina para hacer un poema y me salió el primer capítulo del libro. Entonces me vinieron un montón de cosas y ya no pude parar. Escribí esa primera parte de tres veces. Tenía todo dentro de mí y cuando tienes algo muy vivido no te cuesta ningún trabajo redactar sobre ello. Para mí, era como volver a vivir todos esos recuerdos.
  • ¿Se desbloqueó algún recuerdo durante el proceso?
  • Lo tenía todo bastante claro. Pero hay cosas que no he escrito y he recordado al leer de nuevo el libro. Me asusté de tener tan buena memoria. Cuando vuelves a esos recuerdos, sí piensas que algunos son muy personales. Pero tenía claro que debía contar todo. Por eso está escrito con el alma.
  • Respecto a esos momentos personales, ¿sintió presión al ‘desnudarse’ de cierta forma ante el lector?
  • Me decía mi mujer cuando lo leyó que era una catarsis personal. Que estaba escribiendo algo para curarme de las frustraciones que tuve durante esa etapa. Y tenía razón. Escribiéndolo me curé de aquellos complejos que tenía. De inferioridad, de hacer el ridículo, ponerme colorado cuando conocía a una chica, el miedo a no valer para determinadas cosas. Cuando escribes, cuando lo cuentas, te estás curando a ti mismo. Me sirvió de cura.
  • Al ‘curarse’ y volver a leerlo, ¿le cambió esa visión sobre sus propios recuerdos?
  • Me pareció un libro completamente nuevo, ahora lo he vuelto a leer y hasta me gustó. Me convence incluso el estilo literario. Cuando vacías tu alma, la dejas libre de complejos. Al leer el libro recién escrito, todavía tienes dentro todo aquello. Pero con los años, lo lees con una libertad total.
  • ¿Cómo puede notar el lector ese cambio?
  • Van a notar una diferencia importante. En la forma de enfocar los temas, porque la primera parte del libro está escrita con el alma. Es un estilo muy íntimo, poético y sentimental. La segunda habla de mi trabajo. Es distinto, tiene un aire más periodístico. Y eso, si el lector está atento, lo puede identificar.
  • ¿Diría que lo han escrito dos personas diferentes?
  • Sí, porque ya había perdido los complejos. La segunda parte la enfoqué con el corazón y un alma muy limpia de complejos. La escritura es más libre, más abierta. Menos pura, quizá.
  • En esa segunda parte narra su vida profesional. Ha vivido en parte el desarrollo de los medios de comunicación en España, ¿cómo cree que han cambiado?
  • La prensa ha cambiado mucho. Ahora las empresas mandan sobre los periodistas. Influyen en la línea del periódico y me da la sensación de que o lo aceptas o no trabajas en ese medio. Está perdiendo protagonismo el auténtico periodista, el que husmea en la calle. Se está perdiendo el periodismo puro por uno fácil y dirigido. En la radio creo que se da menos, pero en el deporte nos hemos acostumbrado a que un comentarista sea de un equipo. Y que lo haya dicho y se acepte.
  • Eso también influye en la forma de informar.
  • Indudablemente. Si te pones una bufanda, se nota. Dentro y fuera del deporte.
  • Habla en el libro de una vocación poética, ¿se planteó la posibilidad de trabajar en prensa escrita?
  • No, porque mi estilo nació con la radio y el libro está escrito de esta forma. Es un medio con un lenguaje más poético.
  • ¿Es eso lo que más le atrae de la radio?
  • Sí, porque creo que eso llega mucho a la gente. Yo entiendo por poesía intimidad, sentimiento y corazón. Cuando empleas el corazón, más que la cabeza, tienes más facilidad para llegar a la gente. Es algo que he tenido siempre presente. Cuando nos fuimos de la SER a la COPE, si hubiera hecho caso a mi cabeza, no me hubiera ido, porque estaba cómodo. Pero el corazón me decía que me iba a venir bien, que me iba a recuperar por dentro. Le hice caso y no me arrepiento.
  • Seguir al corazón ha sido inherente a su vida.
  • Desde que estuve en mi pueblo y dejé un trabajo fijo para irme a la radio a Santiago de Compostela. Y luego cuando marché a Madrid. Vivía muy bien y mi corazón me dijo, si quieres cumplir tus sueños te tienes que ir. Cuando vas dejando cosas, unas por otras, es porque algo te lo pide. Y es el corazón, la cabeza te pide comodidad. Acostumbrarte a lo que haces y no complicarte la vida. Pues yo quiero complicármela. Y el corazón lo hace, afortunadamente.



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