María Rosa Granados: señora radio, una voz de Almería que daba la vuelta a España

María Rosa Granados

8.11.2025.- Tony Fernández escribe en cadenaser.com: La tuve que engañar y pido que me perdone. Llamé a Rafa Góngora para que nos hiciera unas fotos juntos y me preguntaba: ¿Para qué quieres las fotos? Posamos junto a la hemeroteca de LA VOZ en una casa que conoce bien, porque hizo tantas cosas a lo largo de su carrera profesional que no podía faltar el periódico de todos los almerienses. Nunca se lo dije pero ella lo notaba. Le tenía un enorme respeto porque la conozco de toda la vida. Ella de Regocijos y yo de Magistral Domínguez: dos calles en pleno corazón de Almería. Cuando llegué a la radio me temblaban las piernas y cada vez que pisaba la redacción plagada de profesionales enormes: buscaba mi mesa compartida con el Chacho Torres y me ponía a picar con la Hispano Olivetti.

María Rosa Granados me llamó para volver a la ya Radio Nacional para cantar los goles del Almería a toda España y, sin decírmelo, yo sabía que confiaba en mi. Antes de esa segunda etapa la recuerdo con Lola Benavides, Encarny González y Angelita entre los Belda, Fernández, Pérez, Torrijos, Willy, Sánchez… Y el mítico Pajarero (director). Me habré dejado a Juanma Cidrón y Antonio Cortés, los pupilos de Antonio Sánchez ‘Marconi’ el rey de la técnica. Para no hablar de mí que era ‘el niño del barco’ de la redacción, me voy a centrar en Maria Rosa, que hacía los informativos con José Antonio Belda y mandaba las crónicas a Sevilla y Madrid. La voz desde Almería para España.

Yo sabía de ella y ella no tanto de mi. Me presentaron como el alumno de José Miguel Fernández cuando en realidad fui antes el ahijado de Juanita Pardo, su compañera de estudios en el Instituto y que acabó Medicina en Madrid y allí se quedó. Mi madre me contaba que María Rosa era una gran estudiante. Se conocían porque vivíamos en la misma casa de Juanita. No iba mal encaminada mi madre porque Juanita fue la médica más joven de España en 1966 y María Roja una estrella de la radio.

Una redacción de categoría
Aquella redacción de Radiocadena en Almería contaba con un corresponsal de Radio Nacional que era Antonio Torres. Había máquinas de escribir y se hacía radio a pulmón y se daban las crónicas en riguroso directo. Yo era técnico de carrera y tocaba los aparatos con infinito cariño. Había tal volumen de trabajo que los encargados del sonido estaban en directo y cuando había que hacer una grabación tocaba esperar. Yo sabía hacer de todo y veía los apuros de los que consideraba mis maestros y un día de lío con el Pajarero dando caña, me puse a los mandos y le grabé una crónica a Torrijos y la mandé a Sevilla. Antonio Sánchez, ‘Marconi’, me marcaba al hombre mientras que Guillermo Acosta, Willy, me animaba a que lo siguiera haciendo.

Me gané la confianza del Chacho Torres los sábados porque yo era el primero en llegar y cada vez que María Rosa me necesitaba allí estaba el ahijado de Juanita. Era de una profesionalidad total. Me hacía repetir y escuchar los 30 segundos antes de mandarlos a Madrid y cuando entraba en directo su aplomo y fluidez dejaban muy alto el pabellón almeriense. Eran locutores de una categoría inmensa. Existían las tensiones porque la radio es una profesión de egos, pero María Rosa llego a ser directora sabiendo bien el terreno que pisaba.

Una vida de compromiso
Algunas tardes hacía grabaciones con protagonistas de la sociedad almeriense y más de una vez le daba yo al play y me quedaba para escuchar su voz y aprender su forma de preguntar. Me quedé con su modelo y se lo copié. Hacía entrevistas cortas e intensas. Sus preguntas eran claras. Y lo mejor de todo era la introducción que enganchaba al oyente. Redactaba de maravilla y hacía al invitado sentirse como en casa pese a que marcaba las distancias. Además de la radio hizo carrera política y ha escrito libros, siempre con la mirada de una buena estudiante de la calle Regocijos.

Unos alumnos maravillosos
Un día en mi segunda etapa en Radio Nacional me llamó a su despacho y me dijo que a sus hijos Alberto y Javier “les gusta el deporte y quieren hacer radio”. Menuda responsabilidad tener a los hermanos Gómez Granados a mi cargo. Los domingos no parábamos y las tardes eran muy largas. Yo estaba muy verde y no me veía para enseñar, pero José Ángel me echó un cable y salieron buenos locutores. De las meriendas me encargaba yo, a base de bollos de chocolate de toda la vida que los compraba al regreso del partido, y en media hora que entraba la información nacional nos poníamos a tono. Dos niños de tal palo: buenos estudiantes y hombres de bien.

Una enorme alegría
Salía del estudio de la radio de coger el bocadillo de salchichón de cada mañana y vi una señora sentada en el pasillo. “Tonyyyy”. La conocí a primera vista y me insistía en que “son ya 88 años”, y esta vez le di dos besos como a una madre porque siempre que la veía me recordaba a mi madrina Juanita, que siempre me habló maravillas de María Rosa. No posaba tranquila viendo como Rafa hacía tantas fotos, y cuando lo lea se dará cuenta que forma parte de mi vida profesional y personal.

Un beso para la señora de la radio.

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