Manuel Jesús Rodríguez, de la barra del bar a Radio Nacional de España

Manuel Jesús Rodríguez

El jerezano Manuel Jesús Rodríguez cambió su tierra por la capital hace 19 años, de los que acumula doce en Bodegas Alfaro, un rincón ‘jondo’ y con ‘sherry’ en pleno Lavapiés. Escribe versos en sus ratos libres y, de madrugada, dirige ‘Poesía en música‘, un espacio de RNE que ha tomado el testigo de su exitoso ‘El cante de Jerez’. Paco Sánchez Mújica nos cuenta sus historia desde lavozdelsur.es



Manuel Jesús Rodríguez salió de Jerez sin hacer ruido hace 19 años. Puso rumbo a Madrid, como tantos otros desde siempre, con una maleta cargada de sueños y dejando atrás olores, cielos, familia y amigos. Quiso ser cineasta, se volcó en la interpretación —»aunque nos viesen tres o cuatro», encontró un hueco tras la barra de Bodegas Alfaro, la referencia indiscutible entre las tabernas más flamencas de la capital, y ha acabado enamorándose perdidamente de la radio con un espacio en las ondas de Radio Nacional de España (RNE). Primero, durante 51 programas, con «El cante de Jerez«; desde este año, con «Poesía en música«. Entre medias, sobreviviendo y  retroalimentándose con la escritura y la lectura en una ciudad que no da tregua, tan frenética que solo se observa a los demás con detenimiento cuando se traspasa el umbral de una tasca. «Esto es un gran mirador de la gente, te sientas en un banco y la gente pasa, pero aquí te da tiempo a observarla, a ver ciertas actitudes: gente que viene y no dice ni hola; gente, al revés, que es excesivamente educada». Desde la atalaya que representa la vetusta barra del Alfaro, su segunda casa madrileña desde hace 12 años, en pleno barrio de Lavapiés, sirve finos, manzanillas, dobles, y conservas barbateñas. De madrugada, su voz se lanza a las ondas de RNE con un programa, Poesía en música, en el que rescata tesoros de la lírica española junto con piezas maestras de la música clásica.

Ya acumula más de 25 programas en esta nueva etapa tras «El cante de Jerez«, con el que dedicó programas enteros a grandes olvidados como Juanata, María la Burra, Ripoll, Luis de Pacote, entre otros muchos… Cantaores y cantaoras nacidos en una de las grandes cunas del flamenco. «Entré para cubrir un hueco en el verano y parece que gustó», recuerda con la humildad que le caracteriza. ¿Y antes de eso? «Yo quería ser director de cine, pero con el tiempo vi que eso no era verdad, de chico nos dicen tú tienes que ser algo en la vida, pero no se puede ser más que ser humano. Yo también caí en esa trampa de pretender ser algo, no hay que decir qué quiere ser uno de mayor, yo vine aquí a estudiar cine pero aquí estoy». Mientras dedica sus ratos libres a componer versos, «que todavía tienen que hervir más para ser publicados», se mueve con soltura, y con su acentazo jerezano por bandera, en la radio estatal. «Sergio Pagán, que fue quien me fichó, conocía mi afición por la poesía y me ofreció esto. No veía el programa, pero no lo pude rechazar. Hasta el programa cinco, más o menos, se ve que voy buscando su estructura, y hoy ya está muy formado y estoy muy contento. Está gustando entre los poetas. Algunos como Antonio Moreno y Susana Benet nos han felicitado. Es curioso porque no es mi vocación, pero no está malote, dicen que se me da bien», deja caer entre risas.

En el caso de El cante, Manuel reconoce que apenas le llegaron los ecos de la repercusión que tuvo el programa en su tierra natal. «Pensé que era un mensaje en una botella. No perteneces a RNE, es un contrato, pero en Facebook mucha gente me animaba, y sí es verdad que tuve feedback de los oyentes. Duró un año justo. Acabó con un resumen del homenaje a El Torta que se hizo en Jerez. Luis el Zambo lo compartía en Facebook y en el homenaje hice algunas entrevistillas de gente como Fernando de la Morena, que también dijo que le gustaba… Que no me llegase la repercusión no significa que no existiera. Lo dejé porque me quedé sin fuentes, un año poniendo cante de Jerez… El programa estuvo bien y me ofrecieron seguir con Lebrija, Cádiz, Utrera… pero no quería repetirme. No sé decir más de lo que he dicho», regatea.

Un vistazo rápido a las Bodegas Alfaro, de cuyas paredes cuelga un recibo de la contribución del año 29 del siglo pasado, es retrotraerse a grandes fiestas de la Bulería en Jerez —están repletas de carteles históricos de un evento que ahora cumple medio siglo—, es contemplar la icónica publicidad de algunas de las bodegas del Marco, y es fijar la retina en los rostros de algunos de los más grandes del arte jondo. En el centro de la pista, Manuel Jesús, ese muchacho que entró de casualidad en el verano de 2004 y que, año tras año, ha madurado en este emblemático bar y, a la vez, ha podido disfrutar entre sus rincones de noches inolvidables con algunos de sus clientes VIP: de El Torta a Capullo, pasando por Gaspar de Utrera y Rubichi. «He vivido multitud de anécdotas con El Torta, Rubichi, Gaspar de Utrera, Capullo, gente de La Zaranda… Muy graciosas todas, algunas con más pellizco que otras… Pero en general aquí hay y ha habido una serie de personajes a los que se les tiene mucho cariño». «Es un bar de parroquianos mezclado también con gente que no lo es. Realmente también es un sitio de paso, de Erasmus y gente que no es  habitual, pero sí hay una nómina importante de habituales», explica Manuel Jesús, que no se considera encargado del establecimiento, aunque sí el más «veterano, como el brandy».

El actual propietario del Alfaro de la calle Ave María, el el madrileño Ángel Rodríguez, es un apasionado de Cádiz y del flamenco. Y eso se palpa en el bar, cuyos camareros son buenos aficionados y no dudan en contar con un hilo musical de lo más jondo. La piedra vista, los espejos, los retratos… «Lo mejor de este trabajo —explica Manuel— quizás sea lo que no es llamativo: ese día a día, ese reírte, lo que no brilla es lo que al final se destaca más aquí. A eso le presto más atención que a cualquier otra cosa. Cosas que de tan tontas y nimias no te puedo decir porque suceden a todas horas». Eso sí, aclara, «no se me olvida cuando llegan mete patas, gente borracha, eso me cuesta más trabajo».

Entonces se refugia en sus poetas de cabecera, en Juan Ramón, Cernuda, Machado, Gaya, Mariscal, Novoneira, José Mateos… «Lo que más me ha gustado siempre es la poesía. No he llegado a publicar, pero escribo mucho. Precisamente hace unos días quedé con José Mateos para ver por dónde van mis poemas… y me ha señalado cosas  muy interesantes, dónde está lo mejor. Llevo escribiendo desde los 14 años, pero en este año y pico sí que creo que ha hervido más mi poesía. Puede ser que sea natural o que toque publicar ya, te tienen que escuchar, no hay teatro sin público, la poesía no se forma hasta que alguien no la lee, pero al final no veo la necesidad, a mí lo que me gusta por igual es leer y escribir. Realmente, creo que hoy por hoy me interesa más ir ahondando en que los poemas sean más vivos que publicar».

Nos hemos citado al caer el sol. Acaba de regresar de pasar unos días en Jerez y surge la inevitable pregunta. ¿Qué sientes allí ahora? «Esta vez he sentido algo, que ya venía sintiendo de otras veces, pero es raro. Soy de allí, pero ha sido algo así como si no me perteneciera ya, como si la ciudad no fuese mía. Esta vez ha sido muy acusado. Jerez huele muy bien y he observado que en las cornisas crecen matojos, me gusta un montón porque es auténtico, le da un sabor que sería un error si se cortaran. Le quitaría personalidad a la ciudad. Aquí no se ve eso. En los aleros se ven hierbajos, todo el centro, las cornisas con jaramagos… Eso me gusta mucho. Pero sí es verdad que tengo una sensación rara con Jerez». ¿Y qué se echa de menos, del día a día, a 600 y pico de kilómetros? «Echo de menos el olor y los cielos de Jerez. Los de aquí son bonitos, pero me gustan más los de allí. Evidentemente, también a mis amigos y amigas, a mi familia… pero tengo la vida muy hecha aquí. Si los echara de menos mucho me iría para allá, eso lo tengo claro. Si estoy aquí es porque quiero».

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