Manel Alías, corresponsal de Catalunya Ràdio en Ukrania: «Un proyectil impactó en una ventana a pocos metros de mi»

Manel Alías

Jokin Buesa escribe en elnacional.cat: Caprichos del destino: el periodista Manel Alías llevaba 8 años como corresponsal de TV3 y Catalunya Ràdio en Rusia, toda una vida, y cuando preparaba las maletas para volver acompañado de su nueva familia (mujer e hijo) estalla un conflicto bélico que pone su vida patas arriba. Vladimir Putin decide invadir Ucrania y todo salta por los aires. Alías, un verdadero maestro del reporterismo y que nos había acercado particularidades de la vida en aquel enorme país gracias a sus crónicas, tuvo que cambiar de planes temporalmente y quedarse a cubrir las hostilidades de una guerra atroz. Su dominio de la situación, como el de su compañero Lluís Caelles en el lado ucraniano, lo convertían en imprescindible. Y estiró su estancia viajando a las zonas más calientes de este infierno del siglo XXI. Afortunadamente ya está en casa, pero la experiencia le ha dejado una huella que difícilmente se supera.



Alías ha concedido una entrevista a ‘El Suplement’ de Catalunya Ràdio en la que explicaba a Roger Escapa algunos de los pasajes más impactantes de todo lo que ha vivido. Y uno de los más escalofriantes ha tenido lugar hace menos de un mes, mientras se encontraba en la capital del Donbass, ocupada por los invasores. Los bombardeos de una parte y de la otra en este punto han sido una constante, las alarmas antiaéreas son la banda sonora habitual. Manel, alojado en un hotel, estuvo a punto de perder la vida. «Me salvó la linterna del móvil», ha explicado en la inmensidad del Estadi Olímpico de Montjuïc. Muy lejos del horror, sí, pero con las cicatrices emocionales todavía abiertas.

Un proyectil impactó en una ventana a pocos metros del comunicador, que abandonaba su habitación por las alarmas que anunciaban el ataque. Encendió la cámara del móvil y grabó la escena del desalojo («pensaba en un 30 minuts», confesa), a la vez que intentaba iluminar la escalera del edificio sumido en la oscuridad con la linterna de su terminal. Los pocos segundos que tardó en accionar el aparato lo salvaron de un desenlace trágico. No sufrió heridas físicas, pero otra cosa son las del alma y la mente. El relato es conmovedor. Y la cara del reportero después de sentir un misil tan cerca, muy clarificadora.

Esta, sin embargo, no es la experiencia que más lo ha marcado. Reconoce que un par de días antes la situación fue mucho más grave, espantosa, dantesca. «Vi morir a mucha gente. He visto cuerpos amputados, he visto muchas cosas. Y eso se va acumulando». Lo que no superará nunca, «pisar un trozo de cuerpo humano». Inimaginable. Explica que «ya no puedes trabajar de la misma manera. Hice la noticia del ataque, pero no explicaba que era el mío», porque no quería ser el protagonista. Pero ahora lo cuenta para que se entienda «que es un trauma. A mí me ha pasado una vez, pero hay gente que vive así cada noche. Entonces, ¿cómo será esta gente dentro de un tiempo?». Alías, siempre interesante, siempre se aprende con él.

La paz, un tesoro que no se valora lo suficiente hasta que la perdemos. Ojalá vuelva pronto. De momento, nosotros ya hemos recuperado a Manel. Que no es poco.

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