Lidia García, del podcast ‘¡Ay, campaneras!’ publica un libro sobre cuplé, copla y zarzuela

Ay Campaneras

Paloma Abad escribe en vogue.es: Hablamos con Lidia García, creadora del ‘podcast’ ‘¡Ay, campaneras!’ –que regresa a final de mes–, sobre el nuevo libro que ha escrito en torno al cuplé, la copla y la zarzuela.



Si a Lidia García (Montealegre del Castillo, 1989) alguien le hiciera la tan manida pregunta de lo que aprendió durante confinamiento, probablemente tendría que esperar sentado a que esta investigadora predoctoral del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de Murcia terminase de explicar cómo los proyectos que empezó a esbozar en los primeros días del confinamiento de 2020, de la mano de su podcast ¡Ay, Campaneras!, le cambiaron completamente la vida.

Para empezar, pasó de ser una investigadora anónima con ciertas dotes pizpiretas en las redes sociales a convertirse en la divulgadora de referencia en cuestiones de copla, cuplé y zarzuela para toda esa generación que jamás habría incluido la banda sonora de sus abuelas (García dixit) entre sus favoritos de Spotify. Muchos de los que saben conjugar a la perfección los verbos frontear y shipear desconocían el valor simbólico y reivindicativo que albergaba esta música popular española, y Lidia García vino a quitarle la caspa (y el franquismo) a estas composiciones más propias del gramófono del desván que de la pista de baile. “Yo creo que esa idea lleva erradicándose mucho tiempo. Hay mucha gente que lleva años trabajando en ello, incluso en momentos en que sí era realmente complicado, como los setenta o los ochenta, muy cercanos a la dictadura. Hablo de Martirio, Carlos Cano, Manuel Vázquez Montalbán…. Pero, oye, si he aportado algo en ese sentido, me parece fenomenal…”, asegura la modesta investigadora al otro lado de la pantalla de Zoom.

El motivo de la llamada es el lanzamiento de su primer libro, editado por Plan B, que se titula (¡oh, sorpresa!) ¡Ay, campaneras! y está llamado a continuar y profundizar en la conversación musical que inició en marzo de 2020 frente a un micrófono en su cuarto de baño y que, por avatares del destino, se convirtió en un sorprendente e interesante refugio sonoro para miles de escuchantes. “Es como una ampliación del podcast. Mucha gente, al leerlo, me dice que pueden casi oírme, y eso me parece muy chulo, porque he intentado mantener el mismo tono y el mismo espíritu divulgativo. Aporta, si acaso, un poco más de profundidad en algunos temas, e (algo que con el audio no podía hacer) incluye muchas fuentes”. El volumen, de poco más de 200 páginas cuajadas de salseos y feminismos de hace un siglo, ya ha enviado a imprenta su segunda edición tras tres días en las librerías.

Uno de los grandes aciertos de Lidia García desde que debutase el podcast ¡Ay, campaneras! (que a finales de mes estrenará su segunda temporada de la mano de Podium Podcast) ha sido el ser capaz de desenredar y mostrar los hilos invisibles que unen estas músicas con la comunidad LGTBI y la disidencia de género (¿o acaso se creían que las drag queens tiraban de repertorio popular por casualidad?) y que tanto se afanó en ocultar el franquismo. “Figuras como la de Rafael de León, por ejemplo, muestran que son muy frecuentes las letras con una doble lectura. Hablamos de lo LGTBI, pero sobre todo hablamos de la clave marica. Es lo que encontramos en él y lo que se ha soterrado muchas veces durante la dictadura”, apunta la experta, defensora ferviente de los cuplés sicalípticos. “Como cualquier régimen con aspiraciones totalitarias, eligió lo que más éxito tenía (en ese momento era la copla, que venía triunfando desde la Segunda República. Pero si hubieran tenido otro género mejor, también se lo hubieran encalomao)
Es una manera muy eficaz para infiltrar ideologías en las masas, o vehicular el ideario oficial. Por otra parte, trabajaron en identificar lo andaluz con lo español, de una manera artificiosa que ayuda a un discurso centralista a difuminar todas las otras culturas periféricas”.

Hablamos de homosexualidad en las letras de Rafael de León y en las melodías de Miguel de Molina, Tomás de Antequera, el Titi… pero es llegar al departamento femenino y descubrir un silencio atronador. Más allá de Gracia de Triana (que, probablemente, pagó con su carrera el hecho de no encajar en el ideal de mujer que se esperaba), no hay folclóricas que hablen abiertamente del placer (y el sufrir) entre mujeres. “Estamos sometidas a esa doble alteridad: ser mujeres y, además, no ser heterosexuales. Así que es todo mucho más complicado. Cuando ha habido figuras, ha resultado muy difícil hablarlo en voz alta. Sigue siéndolo”, asegura García, que no sabe si alguna vez volverán la copla y el cuplé a primera línea musical, pero “de momento, les estoy consagrando mi existencia”.

Todo ello, ojo, teniendo en cuenta que las folclóricas españolas fueron pioneras en muchísimas cosas. Desde Concha Piquer diciendo eso de “tengo mucha vocación, pero si no gano dinero no me divierto” hasta Rocío Jurado alegando su feminismo en prime time televisivo en un momento en que muchas políticas no alzaban voces ni banderas. “No soy detractora del hombre, para nada, soy defensora de los derechos de la mujer, que es diferente”, espetaba la folclórica. “Me parece que ella justamente dio también ese giro de muchas cosas que se habían dicho en la copla sobre la mujer como sujeto deseante, las devolvió a la palestra de una manera absolutamente explícita”, señala García, que también reivindica que por mucho que ahora se hable de la autoficción, ellas son las auténticas pioneras: “Para autoficción la de las folclóricas, que se inventaban media vida. Es apasionante”. Lidia García no canta ni baila, pero no se la pierdan.

68143