La radio como terapia para el alma

Francesc Miralles escribe en cadenaser.com que habitualmente, la voz popular, igual que los refranes, son ejemplos de la sabiduría innata que tiene el ser humano y muchas personas han recurrido a la radio como intento de consolar desvelos, insomnios. La psicóloga María Gallego señala que, según varios estudios, la radio reduce el estrés, la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Además, es un gran antídoto contra la soledad y muchas personas que viven solas se sienten acompañadas por locutores y participantes de programas. De hecho, las tertulias, pueden aportar la sensación psicológica de estar entre amigos. Al no proyectar imágenes, la radio también estimula la imaginación.



Después de tener un día muy ajetreado, los programas de radio nocturnos ayudan porque tienen un ritmo más pausado que favorece la relajación al escuchar la voz más pausada de locutores y locutoras, también el estilo de música de noche. Este tipo de programación es totalmente distinta a la matutina, donde el ritmo es más acelerado.

Las primeras transmisiones públicas de radio se realizaron en la torre Eiffel por científicos de radio. Lee de Forest, junto con sus compañeros, es visto como el padre de la radiodifusión. Aprovechando que fue a pasar su luna de miel a París en 1908, se tomó un descanso y subió al monumento más famoso de Francia. Desde allí transmitió una selección de música a los suburbios parisinos y se convirtió en el primer DJ de radio. También emitió el primer boletín de noticias de radio, convirtiéndose en un verdadero pionero.

El Emperador del Japón habló por primera vez en radio para anunciar la rendición de su país. La primera vez que los japoneses escucharon la voz del Emperador Hirohito en la radio fue cuando anunció la rendición de Japón en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, no todos entendieron su mensaje. Lo que se escuchó durante la reproducción de la grabación de su discurso el 15 de agosto de 1945 estaba hablado en un japonés arcaico que solamente entendía la gente con una educación muy alta, los samuráis y sus familias.

La misteriosa señal de radio rusa UVB-76 se ha transmitido continuamente desde 1982. Nadie sabe quién produce o envía la señal. Solo se sabe que emite desde cerca de Moscú. Su señal consiste en un zumbido que se repite 25 veces por minuto, y ocasionalmente, cada cierto número de años, emite una cadena de nombres y números al azar que nadie ha podido descodificar hasta la fecha.

Se cree que las ondas de radio seguirán viajando para siempre a menos que algo las absorba. Una onda de radio es simplemente una onda de radiación electromagnética, cuya partícula portadora es el fotón, también conocido como el «bosón de calibre» para la fuerza electromagnética. Así como la luz de las estrellas distantes, compuesta de fotones, viaja miles de millones de años luz sin extinguirse, también lo hacen todas las demás radiaciones electromagnéticas, incluidas las ondas de radio, las microondas, los rayos gamma, los rayos X, etc. Por ejemplo, la señal original de la transmisión que hizo desde Berlín en 1932 Edward R. Murrow durante la Segunda Guerra Mundial, todavía se encuentra viajando hacia el exterior del sistema solar, describiendo una esfera con un radio de 84 años luz, probablemente tan atenuada y llena de estática que es indistinguible del siseo de fondo que produce el sol. Pero esos fotones originales todavía vuelan por ahí, en el espacio exterior, a menos, por supuesto, que hayan chocado con algo grande como la magnetosfera de Júpiter y hayan sido absorbidos o desviados. Sin embargo, esto es difícil, puesto que el espacio exterior es realmente amplio y es difícil que una onda electromagnética llegue a chocar con un planeta o una estrella. Por esta razón es que existen proyectos para buscar señales de inteligencia extraterrestre, conocidos bajo las siglas SETI (Search of Extra Terrestrial Intelligence). El primer experimento SETI moderno fue el Proyecto Ozma del astrónomo estadounidense Frank Drake, que tuvo lugar en 1960.

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