Un trabajo elaborado por Mercedes Díaz y Borja Troya sobre lo que ocurrió hace 25 años, cómo se gestionó y el futuro que tiene por delante.
El 25 de abril de 1998 se abrió una brecha de 50 metros en el dique de la balsa minera de Boliden en Aznalcóllar, Sevilla, El río Guadiamar se inundó de lodos tóxicos y aguas ácidas. 4.600 hectáreas se vieron contaminadas. La marea negra llegaba a Doñana si nadie lo evitaba. Las primeras horas de aquel sábado nadie sabía qué hacer, nadie tomaba decisiones mientras el vertido avanzaba hacia el gran humedal que había sido declarado patrimonio de la Humanidad tres años antes.
Los políticos llamaron a los científicos. La solución fue levantar a contrarreloj varios muros en la zona de Entremuros, a las puertas del parque nacional. Doñana se salvó.
Se retiraron 37 toneladas de peces muertos. 500 camiones estuvieron meses trasladando el lodo y el suelo a la corta minera. Recorrieron 17 millones de kilómetros, cuatro vueltas al mundo. Según el CSIC, esta catástrofe tuvo un impacto contaminante 100 veces superior al del Prestige.
Boliden cerró la mina después de reabrirla. La investigación penal se archivó. La multinacional sueca no era responsable de lo ocurrido.
El río Guadiamar es hoy un corredor verde que une Sierra Morena con Doñana. Aznalcóllar espera que la nueva compañía mexicana que ha ganado el concurso público para explotar la mina tenga en regla todos los permisos dentro de unos meses.
En julio, 25 años después, se celebrará el único juicio a Boliden, el civil. La Junta reclama casi 90 millones de euros a la compañía.
Puedes escuchar y descargar en plataformas de audio como SER Podcast, Spotify, Amazon Music y Ivoox.
76296
