Juanma Castaño (COPE) sobre Manu Carreño (SER): «No tengo ningún trato. Hay una división que no ha cicatrizado nunca»

Manu Carreño y Juanma Castaño

«El EGM ha reconocido lo que internet nos daba hace tiempo», afirma el periodista que ha terminado con 25 años de hegemonía de la SER en la noche deportiva radiofónica
El periodista Juanma Castano, con el último EGM de El Partidazo de COPE. Lo cuenta David Sanz Ezquerro en El Mundo:



El gran titular del último EGM del año ha sido el fin del dominio de El Larguero de la SER en las madrugadas deportivas después de 25 años. Noticia superlativa protagonizada por un programa de nombre El Partidazo de COPE. Juanma Castaño (Gijón, 1977) es el autor de este tanto. Tiempo atrás, como adolescente, vivió con entusiasmo el anterior vuelco en este terreno de juego. «Como todos los españoles fui oyente de García y como casi todos los jóvenes me pasé a De la Morena», recuerda sobre aquel duelo a la luna en la radio de los 90.

Después, Castaño formó parte del equipo de El Larguero, pero desde 2016 está enfrente, a los mandos de El Partidazo (790.000 oyentes), desde donde ha adelantado a su antiguo programa (748.000) y a su ex jefe, ahora en El Transistor de Onda Cero (256.000). Echa la vista tres años atrás y recuerda cómo se planteó el reto: «Tenía claro que no quería hacer un programa con tono de noche, eso de que el oyente necesita más de calma, algo más íntimo… Traté de hacer radio con la misma naturalidad con la que lo haría a las tres de la tarde».

Muchos en la radio no confían en el EGM, pero Castaño acepta las reglas el juego. «Es un medidor mejorable sin ninguna duda, pero es al que me tengo que someter», afirma. No obstante, también destaca que «existen otros indicadores que pueden dar la medida de si lo estás haciendo bien», como las descargas de los podcast y los datos en iVoox o iTunes. «Ahí las diferencias son muchísimo mayores», subraya. «Internet va por delante», insiste: «El EGM está reconociendo ahora los datos que internet nos estaba dando hace tiempo».

Hoy, la tecnología ha cambiado también el propio trabajo de los periodistas. «Ya no existe la rutina», explica sobre un día cualquiera de El Partidazo. «Las redes sociales nos han hecho esclavos del teléfono móvil», resume. «Estoy todo el día con el grupo de Whatsapp recibiendo cosas. Cuando llego a la radio ya sé lo que te va a proponer cada uno. Esto no pasaba antes. Cuando preparábamos El Larguero con De la Morena llegabas a las cinco de la tarde y no habíamos hablado en todo el día de lo que íbamos a hacer esa noche».

Detrás de El Partidazo hay un equipo, pero Castaño prefiere no echar la cuenta («porque a lo mejor la COPE se asusta», bromea). En la redacción de Madrid están unas 12 personas entre redactores y productores, pero la nómina se amplía con los colaboradores, reporteros y comentaristas repartidos por toda España. Y sobre el estatus galáctico de algunas estrellas de la radio, lo entiende en términos de mercado: «En este mundo cada uno cobra en función de lo que produce. No hay empresas que regalen el dinero a sus trabajadores».

De este nuevo presente del periodismo deportivo, Castaño lamenta la escasa accesibilidad de los protagonistas. «Ahora es muy complicado acceder a personajes», explica: «Está todo muy bunquerizado en los clubes. Ellos controlan su propia información. Y los futbolistas creen que es mejor que la gente les conozca a través de su Instagram. Yo estoy en contra de todo eso».

Según reconoce, el terreno del periodismo deportivo a menudo queda tan embarrado o más que el político. Admite que existen las presiones, pero asegura que la única opción es no plegarse. «El primer día que dobles el brazo ante un presidente porque no le guste un contertulio de tu programa, estás muerto», garantiza: «Eso quiere decir que tiene un poder sobre ti y no va a dejar de ejercerlo nunca». En su caso, asegura que nunca ha recibido una llamada directa en ese estilo: «Pero siempre hay… sugerencias, digamos».

En cuanto a las batallas entre los medios de comunicación, Castaño recomienda no ponerse en primera línea. «Hay que ser agradecido con tu empresa, pero militante no. Eso lo aprendí cuando me fui de la SER», explica. «Me di cuenta de que te dejabas la piel por gente que hoy es dueña de un empresa y mañana, a lo mejor, es de otra», zanja. En su opinión esas disputas son más propias de un pasado superado. «La guerra García-De la Morena enfrentó no sólo a dos grupos de comunicación sino prácticamente a dos Españas», señala.

«Hoy no existe eso y me alegro. Mantenemos una línea de respeto con los rivales», apunta. Aunque de sus adversarios mantiene opiniones distintas. Sobre De la Morena: «Es un gran amigo y gran rival. Mantengo una relación de profundo respeto, cariño y admiración hacia él». Sobre Manu Carreño (El Larguero): «No tengo ningún trato con él. Compartimos años gloriosos en Deportes Cuatro, pero se produjo una decepción a raíz de la salida de Manolo Lama. Hay una división que no ha cicatrizado nunca y que es difícil que cierre».

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