José Luis Pérez (COPE + Trece), «empecé en Radio Berriozar»

José Luis Pérez

Miguel Bidegain esctibe en navarracapital.es:
«En el fondo, sigo siendo un chico de Berriozar. Cada vez que es posible, aunque últimamente me resulta más complicado, vuelvo para ver a la familia y a los amigos, que son los de siempre». Con esta sencillez se presenta José Luis desde Madrid, donde vive y trabaja como presentador del informativo ‘Trece al día’. Pero este periodista navarro, que empezó desde abajo, está trazando una carrera realmente meritoria a base de muchísimo esfuerzo y un compromiso inquebrantable. De hecho, en noviembre recibió una Antena de Oro por su labor televisiva. Eso sí, afirma bromista que el famoso de la familia es su hijo Josetxo, ganador de la sexta edición de Máster Chef Júnior.



Recuerda la niñez con nostalgia y esa idealización que da la lejanía, física y temporal, como unos años felices en los que estaba “casi permanentemente en la calle”. Fue allí, en Berriozar, donde dio sus primeros pasos en el mundo del periodismo. “Siempre digo, además con mucho orgullo, que empecé en Radio Berriozar. En un barrio chiquitín, alguien tuvo la fantástica idea de ponerla en marcha y eso nos permitió a un grupo de estudiantes de periodismo conocer y practicar la profesión”. Se ríe al evocar “aquellas andanzas, los grandes fines de semana en esa pequeña radio municipal donde no solo aprendíamos, sino que nos divertíamos un montón retransmitiendo los partidos del equipo del barrio… Éramos un grupo de amigos y eso me acompañará toda la vida”.

A José Luis le gustaba, desde que era un crío, “escribir y contar cosas, pero el gusanillo de la radio ya estaba allí” y se mostró con toda su intensidad en la emisora. “Nos permitió una maravilla, que seguramente ninguno tendremos otra vez en nuestra carrera profesional: ¡hacer el programa que te diera la gana! Se llamaba Área Deportiva. Me acuerdo perfectamente hasta de las sintonías”. De lunes a viernes, estudiaba en la Universidad de Navarra y el fin de semana descubría la profesión. “Me divertía muchísimo haciendo algo que a la gente le gustaba y le servía, que tenía su pequeña importancia, vaya”.

En el verano de 1995, hizo sus primeras prácticas en una radio profesional, en Onda Cero en Santander, y el siguiente verano lo pasó en Madrid como becario en Radio Nacional. “En los informativos España a las 6, España a las 7 y España a las 8, fue una enorme suerte porque eran programas emblemáticos que compartí con grandes profesionales, y en los que también descubrí parte de la dureza de la radio porque tenía que empezar a trabajar a la 1.30 o las 2 de la madrugada. Así de lunes a viernes, pero aprendí muchísimo”. Coincidió, un mes, con otro conocido periodista navarro: Alfredo Urdaci.

En 1997, terminó la carrera y, tras hacer las prácticas veraniegas, en la COPE en Madrid con Juan Pablo Colmenarejo, que había sido profesor suyo en la universidad, regresó a Pamplona. Debió de causar una excelente impresión en la emisora porque, en enero de 1998, el entonces director de informativos de Cope, Pepe Apezarena, “también navarro por cierto”, lo llamó. “Me dijo: ‘Mira, hay un trabajo, la verdad es que un tanto duro y difícil por las condiciones, pero creo que lo podrías hacer y te vendría bien para dar tus primeros pasos’”. Se trataba de ir como corresponsal a Toledo, donde no había emisora.

“Eso suponía que no tenía instalaciones. Así que alquilé una casa y, como puse el micrófono en el salón, aún me recuerdan que alguna vez me llamaban para entrar en el informativo de mediodía y, con eso de que estaba concentrado en el trabajo, de repente me acordaba de que tenía el puchero en el fuego. Así que tenía que aprovechar una pausa para ir corriendo a retirarlo y que no se me quemara”, dice con una suave risa, de nuevo un tanto nostálgica.

“Además, tenía que hacer las gestiones para conseguir la licencia de la emisora, encontrar incluso ubicación para la radio… Siempre digo, medio en serio medio en broma, que eso es lo mejor que he hecho en mi carrera profesional porque, por pura casualidad, encontramos un piso que está en pleno centro de la ciudad”. La etapa de Toledo duró cuatro años, al cabo de los cuales y ya con una emisora en condiciones, le plantearon “ir a echar una mano a Alicante”. Estuvo allí otro año y, cuando le propusieron dirigir los informativos de toda la Comunidad Valenciana, aceptó y pasó los ocho años siguientes en Valencia “en un momento de gran intensidad informativa porque los ojos de la política nacional miraban a Valencia. Profesionalmente fueron años muy buenos, hasta el punto de que pensaba que iba a seguir allá mucho tiempo”.

Pero tuvo que cambiar de planes tras otra llamada de Juan Pablo Colmenarejo, quien había sido nombrado director de Informativos de la Cope e iba a seguir emitiendo el programa La linterna. “Necesito a alguien que sea de mi confianza para que me eche una mano y habíamos pensado en ti, ¿cómo lo ves?”. Por si tenía dudas, también le llamó el presidente del Grupo Cope, Fernando Jiménez Barriocanal, quien insistió en que era la persona adecuada para ese trabajo. “Si te reclama alguien que es un referente para ti y el presidente del grupo, no puedes decir que no. Y también era un motivo de orgullo porque lo que me pedían era dar un cambio a los informativos de una de las principales cadenas del país”. Así que otra vez hizo las maletas y, ahora con una familia porque en Valencia nacieron sus tres hijos, se marchó a Madrid con la preocupación de “si iba a poder estar a la altura de lo que me pedían”.

Salto a la TV
Pudo, y con tal solvencia que hace tres años le encomendaron la misma tarea en la cadena de televisión del grupo de la Conferencia Episcopal: Trece, donde dirige un informativo que pocos días antes de la entrevista se había erigido en la quinta opción nacional. “Si me hubieran dicho eso cuando llegué, no me lo habría creído”. Siendo un hombre de radio, afirma sentirse cómodo también en la televisión “porque lo que me gusta es contar y explicar las cosas como las veo, y la raíz es la misma”. Dice estar muy contento, “las cosas van bien”, y no puede disimularlo. Imaginamos que su satisfacción se deriva también de los buenos datos de audiencia, de los que las televisiones viven pendientes, aunque matiza que no es exactamente así: “Trece, al ser muy familiar y muy comprometida con el humanismo cristiano, no es una tele en la que valga todo para conseguir audiencia, más bien al contrario”, incide.

Efectivamente, las cosas van tan bien que José Luis ha recibido un galardón nacional, el Premio Antena de Oro 2020, que concede la Federación de Asociaciones de Radio y TV de España. “Bueno, eso de los premios… Un compañero de la radio suele citar a Alfredo Di Stéfano, que decía ‘no sé si me lo merezco, pero lo agarro’”. Y tras reírnos los dos, se pone serio para dedicar el galardón a las personas que ha ido mencionando por ayudarle en su carrera. “También a los equipos que me rodean. Por mucho esfuerzo que le ponga uno, e incluso aunque se tenga talento, si no cuenta con un grupo que le eche una mano cada día es imposible que eso salga. En la tele es aún más evidente. Uno pone la cara, pero hay muchísima gente detrás. No me hubieran dado esa Antena de Oro sin su trabajo. Es que se dejan la piel”.

Cuando dos periodistas charlamos, es imposible que no hablemos del trabajo. En este caso, surge el tema de la polarización de los medios y la identificación de unos y otros con las diferentes opciones políticas. “Es que los medios de comunicación son un reflejo de la sociedad, que está preocupantemente dividida y polarizada. Hay razones que aconsejan poner fin a esta situación y cada uno tenemos que aportar nuestro granito de arena para conseguirlo”, opina. En el fondo está la relación entre políticos y empresas informativas. “Es una relación interesada por las dos partes, ellos te llaman para venderte que lo suyo es lo mejor, para pedir que le trates mejor que al adversario… Y si yo me acerco a un político es para obtener información, que me diga algo que no ha dicho a los demás. Es interesada, por eso entre mis amigos no hay políticos en ejercicio, porque pueden condicionarme en mi trabajo”. Asegura que “ninguno de mis jefes me ha presionado para que diga esto o lo otro, para que apoye a ese o aquel, ni cuando era becario ni siendo director de informativos, nunca”.

¿La polarización es un síntoma de que nos hemos dejado llevar por las redes sociales? “Algo de eso hay, cuando tendríamos que ser justamente lo contrario. Tienen cosas buenas, pero también han contribuido a la difusión de noticias falsas. Algunas basan su negocio en apelar a los más bajos instintos de la condición humana. Pero el periodismo de siempre, el que cumple con los principios de la profesión y difunde noticias contrastadas y verdaderas, tiene que ser el contrapunto de todo eso”.

Aún seguimos unos minutos más hablando sobre la mala salud de hierro del periodismo, también de los riesgos del directo, donde cuando metes la pata lo haces ante miles de personas. Por un momento parece que va a contar alguna anécdota, pero no lo hace. Y cuando veladamente se lo pedimos, se escabulle con elegancia: “Como doy clases en un par de másteres para gente que quiere trabajar en televisión o radio, les digo que eso les va a pasar, que alguna vez se van a quedar en blanco. De todas formas, la audiencia es comprensiva con esos pequeños errores. Si vas cada día pensando ‘¡uy, la que puedo liar!’, acabarás liándola porque estarás atenazado por la tensión. Y si pasa, hay que olvidarlo cuanto antes”.

Hijo famoso
José Luis Pérez es un rostro conocido, pero su hijo mayor, Josetxo, es famoso, “mucho más que su padre sin lugar a dudas”. Y es que ganó la sexta edición del concurso televisivo Master Chef Júnior. Desde pequeño le ha gustado cocinar, como a su padre. “Me ayudaba picando cebolla, haciendo algunas cositas de pinche, vaya. Nos dijo que quería presentarse al concurso y lo inscribimos, pero le advertimos de que no le iban a coger porque había 8.000 aspirantes y que se mentalizara de que no pasaba nada si ni siquiera le llamaban. La gran sorpresa es que no solo le aceptaron, sino que ganó. Estamos muy agradecidos porque tratan a los niños con muchísimo cariño y, además de encantados porque ganó, lo fundamental es que tratan de enseñarles que con esfuerzo y compañerismo se pueden conseguir grandes cosas”.

Cuando tienen alguna celebración, o en las recientes fiestas, los dos se meten en la cocina e intentan preparar platos diferentes. “Estas Navidades, para compensar la amargura de no poder ir a Pamplona, hicimos un cordero a baja temperatura que… ¡una delicia!”. No puede disimular el orgullo que siente por sus hijos, a los que trata de dedicar “cada rato que tengo libre”, por breve que sea. “Los tres, Josetxo y los gemelos Mikel y Aimar, juegan al fútbol cada fin de semana y ese es mi gran divertimento y el de su madre. Es como el concurso, se trata de que lo pasen bien y aprendan a trabajar en equipo, a competir en el buen sentido y de que hagan deporte”. Y hablando de fútbol, Osasuna: “¡Hombreee…! En nuestra casa ya se sabe que, cuando juega, no se va a ver otra cosa en la televisión. Procuramos ver los partidos todos juntos”. Quizás, en la intimidad, José Luis cante los goles rojillos como lo hacía con los del Berriozar Club de Fútbol en la entrañable emisora municipal.

62515

loading…