Iñigo Alfonso, periodista de RNE: «Al Gobierno le ha faltado la percepción de tener que rendir más cuentas»

Iñigo Alfonso

Jesús Barcos le ha entrevistado para noticiasdenavarra.com: Íñigo Alfonso (Pamplona, 1979) cree en una radio sosegada. Convencido de que su audiencia le pide «un panorama honesto del día», no «lo que tiene que pensar, como en otras ocasiones ha ocurrido, también en mi radio». Este navarro, conectado a sus raíces, a pesar de los 21 años que lleva en Madrid, destaca la pluralidad ideológica de sus oyentes, un «tesoro» que quiere cuidar. «Yo no me levantaría diariamente a las dos de la madrugada para manipular», concluye.

  • «Es una maldición vivir tiempos interesantes», dice en Twitter.
    – Es una frase que se atribuye a Hannah Arendt, que realmente proviene de la cultura oriental. Un haiku que refleja muy bien el tiempo que le tocó a Arendt, y el que en cierta forma nos toca a nosotros , muy contradictorio y complejo, en el que uno necesita una mirada lo más clara posible, pero sufre casi una adicción por cómo se producen las cosas y cómo necesitas explicarlas y tienes que contarlas. A veces es una maldición. Probablemente, en el fondo, sea una gran oportunidad, porque lo que estamos viviendo pocas generaciones de periodistas lo han podido vivir.
  • ¿Qué entiende por «una radio pública sin complejos»?
    – A la radio pública se le atribuye un punto de vista cercano al poder, a uno u otro Gobierno, alineada políticamente. Tenemos que trabajar en una Radio Televisión Española muy alineada con los intereses de la sociedad, y por tanto, muy exigente con el poder. Deberíamos conseguir ser el reservorio del buen periodismo, como ocurre en otros países, y crear alrededor de la marca una sensación de institución, inapelable para un montón de personas que comparten esa idea de fiarse y confiar en esta marca, y al mismo tiempo para el poder ser una reserva de profesionalidad y capacidad de control. Es lo que intentamos hacer cada mañana.
  • Si le pregunto por el minuto y resultado de la legislatura
    – Creo que es muy compleja. Me gustaría hablar en términos colectivos. El Gobierno de coalición es un experimento en sí mismo, y un reto para la oposición. Ha habido tantos hechos y tan relevantes, como una pandemia, una guerra, dos problemas económicos muy potentes€ Probablemente, de todas las legislaturas que yo recuerdo es la más convulsa, y por tanto, vamos a necesitar un poco más de tiempo para saber exactamente cómo han podido moverse cada uno de los actores políticos ante este panorama. Solo le tengo que recordar que hasta ha cambiado el líder de la oposición. Fíjese si ha sido convulsa para todos.
  • El giro de guion con la guerra es terrible, en una sociedad que imaginaba mucho más optimismo.
    – Aquí tenemos dos grandes retos de legislatura. Uno tiene que ser necesariamente el tema de la desigualdad. Un asunto que debe ser prioritario en la atención de los políticos. No puede haber tantos trabajadores pobres, familias que ahora mismo lo están pasando tan mal. Hay que movilizar muchos recursos para atender esto, porque si no se atiende la desigualdad, se deteriora la vida democrática en cuestión de minutos. Y ese es un problema que nos afecta a todos. También este país tiene una cuenta pendiente con la convivencia. En una dinámica de polarización, de permanente campaña electoral, creo que los medios de comunicación deberíamos intentar quitar tensión, pasión, poner un poco más de cabeza, y reivindicar algo que hasta este momento ha sido razonablemente posible en este país, una convivencia entre diferentes. Eso es una democracia. Y sin embargo hora mismo da la sensación de que los bloques se excluyen. Y a mí eso me preocupa, la verdad.
  • Se han conocido espionajes, intentos de influir en resultados electorales en la última década… Un panorama ético y estético pestilente.
    – La calidad democrática nos tiene que preocupar a todos. No me gustaría ver una involución democrática en mi país, y no somos ajenos a este riesgo. El hecho de que pueda haber un espionaje descontrolado es un mal síntoma. Creo que como ciudadanía tenemos que exigir la máxima transparencia posible y una toma de decisiones correctas por parte del Gobierno, que tiene que rendir cuentas y estar sometido al control parlamentario. Tenemos que tener mucho cuidado con actitudes que pueden poner en peligro o deteriorar las instituciones y el sistema de convivencia en común, que es la democracia, que es nuestro país.
  • Pedro Sánchez está a punto de cumplir cuatro años en la Moncloa. ¿Qué balance hace de este trayecto?
    – La moción de censura fue en sí misma un experimento, que llevó a una convocatoria de elecciones rápida dentro de una normalidad democrática. Un mal indicio del comienzo de la legislatura fue la necesidad de repetir elecciones. Ahí nos dimos cuenta de que el diálogo no estaba engrasado. En el fondo esto es algo que nos ha perseguido a lo largo de toda la legislatura, más allá del reto descomunal que ha sido enfrentarse a la pandemia, que lo ha marcado todo, y ahora la guerra, dos hitos de los que no podemos prescindir a la hora de analizar honestamente qué ha ocurrido. Me parece que el Gobierno ha desplegado en el ámbito social mucha capacidad. Le ha faltado desde mi punto de vista, ahormar un diálogo con la oposición más efectivo. A veces este Gobierno de coalición ha pecado por olvido de que carece de una mayoría absoluta.
  • Esta semana entrevistó a Andoni Ortuzar, que reclamaba mimar a los socios de legislatura.
    – Cuando hablo de oposición incluyo también a los socios. Lo recomendable sería establecer algún tipo de puente y de estabilidad de las alianzas, pero sinceramente, creo que le ha faltado al Gobierno esa percepción de que tiene que dialogar y rendir cuentas de forma mucho más frecuente. Es palmario, clarísimo, lo que ha ocurrido con el bloque de investidura, y los acuerdos de Estado de un momento tan complicado como una pandemia y una guerra son reducidísimos. Esto hay que ponerlo en el debe del Gobierno. También de la oposición, pero el Gobierno tiene una responsabilidad específica porque es quien debe impulsar la política de acuerdos.
  • Salvo Calvo-Sotelo, Suárez, González, Zapatero y Rajoy revalidaron en las urnas su primer mandato. Pero en una situación tan novedosa la estadística se puede romper.
    – La política de hoy tiene que tener en cuenta el estado de ánimo de la gente. La política se ha sentimentalizado mucho, y a la hora de hacer el balance de la legislatura no es igual que lleguemos en un estado de ánimo más sosegado que más nervioso. Esto el Gobierno y la oposición deben tenerlo muy en cuenta, porque si llegamos crispados, desbocados y muy polarizados esto se va a notar en el resultado electoral. Por eso yo llamaría a todo el mundo a tener una posición un poco constructiva. Me parece preocupante el exceso de sentimentalismo, dramatismo y ruido que vive la legislatura. Y la ‘foto finish’ se determinará desgraciadamente por cómo lleguemos al día de elecciones y con qué sensación.
  • Madrid es un territorio lleno de minas. ¿Le augura a Núñez Feijóo tropiezos o ciertas dificultades para ahormar a su propio partido?
    – Núñez Feijóo llega a la presidencia del Partido Popular con una legislatura muy lanzada y con referencias electorales prácticamente continuas. A esta velocidad va a tener que acostumbrarse a manejarse.
  • Igual también eso es una ventaja.
    – Puede. Creo que Núñez Feijóo tiene que tener claro es qué proyecto de país quiere y con quién quiere desarrollarlo. Hasta este momento, con las formas sí que está demostrando que quiere plantear una alternativa distinta. Habrá que esperar un poco para ver si en el fondo ha cambiado. Pero no sé si vamos a vivir un tiempo suficientemente tranquilo como para poder verlo en perspectiva. Estamos ya en una dinámica de elecciones en Andalucía, el año que viene va a haber municipales y autonómicas y luego vendrán las Generales.
  • ¿Yolanda Díaz es un mirlo blanco para la izquierda o empieza a tener complicaciones?
    – Me parece muy interesante su movimiento, porque es un experimento para quien nos gusta la política ver si puede haber un proyecto transversal de unidad entre muchas fuerzas políticas con sensibilidades muy diferentes. ¿De ahí saldrá un proyecto de país a la izquierda del Partido Socialista? Esa es la gran pregunta. Me parece también muy interesante la forma en la que va convivir con el PSOE , porque Unidas Podemos es muy distinto a Yolanda Díaz. Y el presidente del Gobierno, si quiere revalidar la presidencia, va a necesitar que ese proyecto de Yolanda Díaz se consolide como alternativa. No lo suficiente como para amenazarle, pero sí para consolidar un bloque que le pueda ayudar a revalidar.
  • ¿Qué imagen detecta de Navarra en Madrid? ¿Qué cree que transmite la Comunidad Foral cuando se asoma a la agenda informativa?
    – Navarra despierta en Madrid sobre todo afecto en el sentido de considerarnos una comunidad con mucha historia, apacible, confiable, de personas trabajadoras. La verdad es que los atributos que se escuchan de Navarra son siempre muy positivos . Navarra está asociada a una marca de calidad. También el País Vasco y otros lugares en el norte. En muchas ocasiones, en Madrid, aunque sea un tópico, el norte está asociado con cierta fiabilidad. Por otra parte, en el encaje turístico no sabe la progresión exponencial que hemos tenido. La cantidad de personas que escuchas que van a Navarra y la aprecian. Ha sido un esfuerzo muy bien hecho desde Navarra, desde diversos colectivos, y creo que eso hay que ponerlo en valor.
  • ¿Y desde el punto de vista político?
    – Trasciende a veces una imagen mucho más crispada que la realidad navarra. Cuando llamo por teléfono para preguntar cómo va esto, me recuerdan la condición de una tierra muy plural y diversa, probablemente mucho más que el resto de territorios del país, y con equilibrios mucho más delicados pero muy efectivos. Creo que en la lógica de la polarización de Madrid se transmite en muchas ocasiones una crispación en Navarra que a la hora de la verdad, afortunadamente, y lo compruebo con gusto, trasciende de los políticos y no empapa a la sociedad. Me parece muy interesante que la gente pueda sobrevivir a la diferencia política porque hay algo más que les une, por más que en Navarra la diferencia política esté muy presente porque es una tierra muy diversa. Ese es un buen mensaje para la convivencia, con todos los fallos que puede haber y con toda la necesidad de que se superen también bloques en Navarra. Pero creo que allí se vive bien porque la gente quiere vivir bien. Todo esto lo veo en mi grupo de amigos. Esa realidad hay que preservarla, porque desgraciadamente en Navarra ha habido momentos en los que ha sufrido la violencia, momentos muy duros, y eso ha podido estar en peligro. Pues vamos a intentar fortalecerlo en lugar de debilitarlo.
  • El seísmo que generaron Sergio Sayas y Carlos García Adanero en el Congreso provocó un efecto cascada y un sector mediático cargó contra Javier Esparza. ¿Este episodio ha alimentado tópicos?
    – En Madrid sorprendió a muchos. No les cuadraba con la imagen que tenían de los navarros. Se utilizó mucho ese tópico que no lo estoy reivindicando, porque no entro en que somos mejores ni peores, pero realmente ahí se abundó en un contraste con el imaginario que despierta Navarra. Oye, que estos habían dicho que iban a votar una cosa y han votado otra. Esto no me pega. Eso me lo dijeron muchos, gente incluso que no está a favor del Partido Socialista ni de la reforma laboral. Se generó un contraste que me llamó mucho la atención. Más allá de eso, la necesidad de levantar la voz para posicionarse políticamente me parece comprensible en este momento, pero un mal síntoma de cómo van las cosas. Esto evidentemente ha tenido sus consecuencias y las han pagado Adanero y Sayas, en primer nivel. La política así no se conduce por territorios de ejemplaridad. Hay que reconocerlo, y creo que deberíamos abundar más en esa línea de denunciar la no ejemplaridad que aplaudirla.
  • Para un medio público como RNE en una legislatura donde Vox tiene 52 escaños y derecho a presencia, ¿esto ha sido asunto delicado o generado quejas?
    – La radio en la que creo está distanciada del poder y de los políticos, pero exigente con el poder político. Confrontar a Vox con sus contradicciones, como lo hacemos con el Partido Popular, el Partido Socialista o Unidas Podemos, no es complicado. En ese sentido Vox es un partido como los demás, tiene contradicciones y nosotros las destacamos. Creo que es más llamativo cuando uno pone el micrófono a Vox es la reacción visceral a favor y en contra que se genera. A favor del entrevistado y en contra del entrevistador, o en contra de ambos. Se genera una especie de espiral en la que se alteran los ánimos. Radio Nacional tiene que entrevistar a Vox porque es la tercera fuerza del Congreso de los Diputados. Y a Vox se le trata igual que al resto, se le comenta sus contradicciones y se le pide concreción, porque en el fondo, cuando tenemos un ambiente tan sumamente sentimental como este, no es difícil estar a la contra de los demás, lo más complicado es concretar un proyecto político viable, y yo lo que pido a los entrevistados de todos los partidos es que concreten su programa político. Y pido detalles y datos. Ahí es cuando vemos exactamente qué capacidad de Gobierno tienen unos y otros, o una alternativa viable. Me parece que este es el trabajo que tiene que tener la radio pública. Hay veces que esto no es fácil, se lo admito, pero desde mi punto de vista es el camino correcto.
  • El jueves criticó la programada falta de discreción de Juan Carlos Sanxenxo. Parece que el emérito no ha asumido lo ocurrido.
    – A la hora de analizar lo que está ocurriendo con el rey Juan Carlos estamos planteando si es correcto para un atributo de jefe de Estado el regreso en esas condiciones. Creo que la discreción es un elemento que es mejor salvaguardarlo y blindarlo. Uno no puede devaluarse. Al final, estar sometido a una espiral de expectación pública mediática, retransmitida al minuto de lo que podía ocurrir o no en Sanxenxo me parece que no es bueno para una persona que ha ocupado la jefatura del Estado. Las formas en democracia son muy importantes, y la ética y estética tienen que estar en muchas ocasiones unidas. Eso es algo que a veces en política se nos olvida, y también a la hora de evaluar las instituciones.



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