Iñaki Gabilondo: «El periodismo tiene hoy la sensación de estar desbordado por todo»

Iñaki Gabilondo

César Coca le ha entrevistado para diariosur.es: «Una de las esperanzas mayores para volver a enganchar con la sociedad está en los medios de comunicación locales y regionales», asegura el periodista donostiarra, que ha anunciado su retirada tras más de medio siglo de carrera



Es uno de los profesionales del periodismo más respetados de este país. Y eso es mucho decir cuando el suyo es un oficio vapuleado por unos y por otros a cuenta de errores propios y ajenos, quizá más visibles desde que existen las redes sociales y las críticas y los insultos se multiplican mediante cuentas anónimas. Pero incluso en medio de ese ruido atronador, Iñaki Gabilondo tiene un bien merecido prestigio. A unos pocos días de cumplir 79 años -el próximo día 19-, este donostiarra que destila bonhomía acaba de anunciar su retirada. Deja tras de sí una trayectoria de más de medio siglo vinculada especialmente a la radio, donde tuvo durante décadas un liderazgo incontestable. Aunque varias generaciones de españoles recuerdan de manera muy especial que, recién nombrado director de Informativos de TVE, debutó ante las cámaras en el telediario de la noche para dar la noticia del golpe de Estado del 23-F. Gabilondo, que esta semana ha participado en Valladolid en el Congreso Internacional Miguel Delibes, organizado por la Fundación que lleva su nombre y ‘El Norte de Castilla’, es historia viva del periodismo español.

  • Ha anunciado su retirada, en parte por fatiga y también porque ha perdido la fe. ¿En la Humanidad o solo en la clase política?
  • La crisis de fe es como una bomba de racimo. El desencadenante ha sido la política, la imposibilidad de llegar a acuerdos en nada. Nunca he pensado que sea preciso pactarlo todo, pero en momentos de gran transformación como el actual no se puede avanzar sin acuerdos. Lo que más me ha desalentado es la sensación de impotencia, que como no se puede llegar a esos acuerdos necesarios todo se pospone y las grandes reformas se van metiendo en el cajón. Luego está también la edad, claro. Te da más dolor perder el tiempo. Y si bajas el tono, a todos nos ha afectado el golpe del covid. De todos modos, creo que a punto de cumplir 79 no necesitaba justificación para dejarlo.
  • ¿Se deja de ser periodista alguna vez o es algo que, como ciertos sacramentos, imprime carácter?
  • Creo que imprime carácter. Querer saber y entender las cosas que pasan han sido siempre mis constantes. Entender las cosas y a las personas.
  • ¿Ha hecho balance de su carrera?
  • Soy un privilegiado, no puedo decir lo contrario. He sido bendecido profesionalmente. He hecho radio, que es lo que quería; he estado en empresas que me han dado confianza; he tenido reconocimientos y he adquirido un pequeño patrimonio que me permitirá pagar la luz hasta el fin de mis días (sonríe al decirlo). He logrado más cosas de las que habría podido soñar.
  • ¿Y qué precio ha pagado por ello? ¿Sus hijos, por ejemplo, le han dicho o sugerido alguna vez que estuvo poco con ellos cuando eran niños?
  • Un precio muy claro ha sido haber tenido una distancia con tu casa y tus amigos muy superior a la que habría deseado. No he podido llegar a hacer con mis hijos todas las cosas que habría querido, ni con mis amigos. Creo que con mi mujer ha sido distinto. Pero me duele ese precio.

Periodismo y política

  • Más allá de las cuestiones tecnológicas y los nuevos soportes, ¿cuáles son las mayores diferencias entre el periodismo de sus primeros años y el actual?
  • Ninguna se puede comparar con las desencadenadas por la llegada de las nuevas tecnologías. Todo lo anterior era esperable, pero esto ha sido disruptivo. Han volado todos los enganches que creíamos tener. El periodismo tiene hoy la sensación de estar desbordado por todo, con dificultades para desarrollar el oficio, con el espacio comunicativo ocupado por muchas señales, tantas que estamos sepultados por un alud. La sociedad vive un estado de estupor.
  • ¿No hay esperanza?
  • Una de las esperanzas mayores para volver a enganchar con la sociedad está en los medios locales y regionales. Yo me formé en ellos y sé que ese estupor se vive en esas sociedades con menos intensidad porque se controla mejor la relación.
  • ¿Cómo es la convivencia con la clase política? Porque se habla ahora de una relación excesiva y olvidamos que durante la Transición se dieron muchos episodios de vinculación personal incluso afectiva entre periodistas y políticos.
  • Pero aquello era un tiempo de emergencia. En muchos casos se ha sostenido esa relación intensa y es una aberración. Además, los gobiernos han dado licencias de radio y TV, prolongando de esa manera un efecto funesto. Por eso ahora es prioritario situar la relación en su punto exacto: el de la afinidad. Se puede tener afinidad con unas ideas, pero no avanzar ni un centímetro más. Hay que intentarlo.
  • Muchos periodistas se han pasado a la política y algunos políticos se han ido al periodismo. ¿Qué le parece?
  • No me parecería tan mal si la relación no estuviera tan degradada ante la sociedad. Pero tal y como está me parece muy mal. No afecta a todos en igual medida, claro, pero la dolencia debe ser señalada. Y cuando los medios tradicionales se definen como de calidad ante los nuevos, conviene recordar que la calidad no se tiene solo por antigüedad. Todos los medios, nuevos y viejos, deberían revisar la historia de sus dependencias y relaciones políticas.
  • ¿Qué sensación le produce que cuando un político o un partido se ve envuelto en un caso judicial, en 48 horas haya algún periodista y algún medio sacando presuntos trapos sucios del juez que lo lleva?
  • Es la prueba del nueve de ese pecado del que hablaba, de esa vinculación aberrante que nos ha hecho polvo. Eso nos va a matar porque así no se puede tener la más mínima credibilidad. Encima, hay quien no quiere corregir eso, más bien lo contrario.
  • ¿Es más peligrosa para la sociedad la crítica constante a ciertos líderes y partidos o la adulación perpetua?
  • Quien sale perdiendo siempre es la democracia. Es aceptar la aberración del elogio sin cuento o que el partido que no está en el poder, sea cual sea, tenga como única tarea demolerlo todo. Si eso es la democracia, conmigo que no cuenten. Sinceramente, creo que la democracia no habría sido aceptada por la sociedad si se hubiese planteado así. Y para los medios que se suman a ello, el daño a su crediblidad es enorme.
  • Algunos periodistas han soñado con derribar un gobierno, el que fuera.
  • Eso es una herencia de aquella relación de los tiempos de la Transición. Esos colegas de los que habla aún siguen asociando periodismo y epopeya. Algunos de ellos habrían podido ser los mejores periodistas de Europa si se hubiesen limitado a ser eso, periodistas. Lo digo en serio: no he conocido mejores que ellos, pero…

Trabajar en equipo

  • El periodismo siempre ha sido un trabajo en equipo pero ahora se le dice a los jóvenes que deben crearse una marca personal y de esa manera se alimentan grandes egos. ¿Qué le parece?
  • Eso es enemigo de las acciones en equipo, que es lo único que tiene porvenir. Lo interdisciplinario está hoy día en la vanguardia de todo. Ningún avance, ningún trabajo importante, se entiende ya sin ello. Quienes hablan de la marca propia y ponen su ego por delante de todo están siendo arrastrados por la moda.
  • Eso parece peligroso.
  • Nadie es solo un individuo, pero ahora más que nunca. Hay una verdadera necesidad de concertar disciplinas de distinto tipo. Si trabajas de solista crees que estás en la ola del momento, pero en realidad estás de espaldas.
  • Hoy todo tiende a pasarse por el filtro del espectáculo. También la información. El problema para quien se resiste a hacerlo es que buena parte del público lo quiere así.
  • Es un problema de la velocidad a la que vivimos, el tiempo que nos pueden dedicar. Un ciudadano normal puede haberse levantado hoy en su casa de Madrid, coger el AVE o el puente aéreo para ir a Barcelona, tener una reunión y luego una comida de trabajo, regresar a Madrid e ir a un espectáculo con su mujer. ¿Qué tiempo le queda para la información?
  • ¿El drama es ese?
  • Se vive de una manera relampagueante y la información adopta la forma de flashes. Por eso la complejidad se cuenta cada vez peor, porque no te dan tiempo a explicarla. Así que muchas veces nos acusan de frivolizar porque simplificamos, pero lo hacemos porque los ciudadanos no pueden dedicarnos más tiempo. Eso nos condena a un ejercicio de gran dificultad. En el fondo, el problema es el tiempo.
  • Antes le he pedido que hiciera un balance global de su carrera. Ahora le voy a pedir que me diga qué días se fue a su casa con una sensación de desolación.
  • La desolación la sentí muchas veces cuando tuve que dar noticia de atentados terroristas, más aún siendo vasco. Aunque también me sucedió cuando fui consciente de que había cometido un error. Y eso cuesta olvidarlo, aunque luego hayas pedido perdón.
  • ¿Y los días de la mayor satisfacción?
  • Fueron muchos, sobre todo los del encuentro con la gente común. Durante mis años en el programa matinal de la SER, la primera parte se dedicaba a la actualidad, con entrevistas a dirigentes de todo tipo. Luego, a medida que avanzaba la mañana, entraban cocineros, artistas, profesionales, enfermeras, agricultores… esa parte de la vida era la que me daba la mayor satisfacción. Y estaban ahí casi todos los días, aportando frescura a las conversaciones, porque ninguno entraba allí sabiendo lo que tenía que decir.

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