Víctor Vela escribe en elnortedecastilla.es: «Yo iba para cura, estudié cinco años y hay quien dice que se me nota, pero el periodismo se cruzó en mi camino», cuenta Fernando Ónega, protagonista este miércoles del ciclo Cronistas del siglo XXI, que organiza la Fundación Miguel Delibes en el Círculo de Recreo. La vocación se despertó cuando tenía 13 años.
«Hice una entrevista al director del seminario, la envié a ‘La noche de Santiago’, un periódico ya desaparecido, y me la publicaron.Y luego me fijé en lo bien que les quedaba la gabardina a los periodista de ‘El progreso’ de Lugo. Y yo quería ser como ellos, así que me presentaba en los camerinos de los teatros, con mis zapatos viejos y mi gabardina usada, para entrevistar a los artistas que venían a la ciudad». Entre ellos, Antonio Machín. Así, y como corresponsal de su pueblo, comenzó la larga trayectoria profesional de Fernando Ónega.
Fue director de Prensa del gabinete de Adolfo Suárez, director de informativos en la SER y la COPE, director general de Onda Cero. «Pero no me gustan los cargos de responsabilidad. Soy un periodista tímido y reflexivo que se siente más cómodo escribiendo en su casa, de madrugada».
Entre sus recuerdos, el del 23-F, que le pilló como jefe de informativos de la SER cuando apenas llevaba diez días en el cargo. «Sin quitarle méritos al Rey, el papel de la radio fue fundamental para que fracasara el golpe de Estado. Un país que sabe, a través de la radio, lo que está ocurriendo, un país bien informado y que conoce los datos» está mejor protegido ante intentos de golpes de Estado como los vividos en 1981.
«El golpe falló porque además fue una chapuza. Lo primero que hace un buen golpista es ocupar los medios de comunicación. Lo hicieron con RTVE, pero se olvidaron de la SER. Y la radio informó de lo que estaba pasando», añadió.
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