Fernandisco (Radio 4G): «Soy un trastornado. Entono mi mea culpa: ‘Estoy loco'»

Fernando Martínez "Fernandisco"

Andrea M. Rosa Del Pino le ha entrevistado para El Mundo: El pinchadiscos, locutor de radio y mítico presentador de ‘Del 40 al 1’ conversa con LOC sobre su faceta de coach musical, por qué «odia» al Chikilicuatre y los valores que le enseñaron grandes como Prince o Whitney Houston.



El pasado sábado, Fernandisco (63) se convirtió en el flamante presentador del escenario Dance de Love The 90s. Un festival de música noventera, en el participaron celebs como Jenny de Ace of Base, Corona -la responsable de The Rythm of the Night- y Bellini, la brasileña detrás de Samba de Janeiro. Un evento donde el público parecía estar más emocionado con las estrellas nacionales que con las extranjeras, incluido el mismo pinchadiscos catalán, quien fue uno de los artistas más aplaudidos de la noche. Una situación emotiva o, como describiría el mítico locutor, un verdadero «milagro».

«Lo que vivimos en IFEMA fue una locura. Para mí es un milagro tener ahí bailando a gente que te saluda, que tiene una banda sonora que tú les ayudaste a crear. A mí me parece que la música de los 90 es ideal. Porque el único fin que tiene es hacerte bailar y accionar tu corazón. Por eso evoca tantos recuerdos. Aquí hay pura inteligencia emocional y cuando ves que la gente escucha estos temas, sientes que se les ilumina la cara. Eso, para mí, hace que los 90 sean inolvidables», comentó a LOC.

  • Habla de inteligencia emocional y, según sé, usted se ha convertido en coach musical. ¿De qué se trata ese oficio?
  • Hablo del liderazgo que me han enseñado los grandes. Como he tenido la oportunidad de entrevistar a muchas estrellas internacionales, como Bruce Springsteen, Freddie Mercury, Elton John, Phil Collins, George Michael, ABBA, Prince, Madonna, Paul McCartney y los Rolling Stones, puedo relatar lo que ellos me han contado y trasmitir su conocimiento en ponencias… ¡Y la gente flipa! Y es que estos artistas son, en realidad, grandes lideres. Como CEOs de una empresa. Tienen una actitud que sobrepasa todos los sentidos. No son normales, son bestias pardas de alta montaña con mucho que enseñar.
  • Y me imagino que usted, como licenciado en psicología, utiliza sus conocimientos para complementar esas vivencias.
  • Es verdad. Creo que ofrezco como una experiencia 360. Porque, cuando has estudiado profundamente a Freud, acabas entendiendo que todo eso se puede aplicar a cualquier campo de trabajo. Además, siento que la psicología me ha enseñado muchas cosas. Por ejemplo, el valor de la humildad y esa capacidad de entender que no sabes todo. Creo que un pro que piensa que lo sabe todo está perdido, ese es su fin. Por eso yo, además de poner en práctica mis conocimientos, intento aprender todos los días.
  • A propósito de humildad, hace un tiempo dijo que creía que el hecho de que lo eligieran para su primer trabajo, en un casting de 300 personas, era «pura suerte». ¿Sigue creyendo después de tres décadas de carrera que la casualidad lo trajo hasta aquí?
  • Lo sigo creyendo. Estoy convencido de que el hecho de que me eligieran como el ganador de un concurso, de la emisora de las Ramblas, entre 300 personas fue suerte… Pero también pienso que la suerte solo aparece cuando la vas a buscar. No viene cuando estás sentado en el sofá de tu casa o cuando esperas que te llamen. No, el que tiene que llamar e insistir eres tú y, al final, alguien se fijará en eso. Creo que tuve suerte, pero esta me pilló picando piedra… Y cuando picas piedra, la suerte, aburrida, te dice «coño, vamos a decirle que sí a este tío».
  • ¿Y de dónde nació su apodo «Fernandisco»? ¿También a causa del azar?
  • Cuando yo comencé a coquetear con la radio y vendía discos en una tienda de Badalona, tenía una pandilla de amigos con los que salíamos de juerga. Y un buen día, un amigo mío, comiendo una salchicha Frankfurt, me dijo «dame un mordisco, Fernandisco» y dije «¡esta es un idea de la hostia!». Y ahí quedó pasa siempre. De hecho, «Fernandisco» es una marca registrada y nadie nunca me llama Fernando. Es que Fernandisco no es mi alter ego. Ya se ha fusionado con Fernando y trabajamos en la misma dirección.
  • Permítame decirle que, además de una marca registrada, usted es casi una institución. De hecho, cuando la gente piensa en ‘Del 40 al 1’, una de las primera cosas que recuerda es su nombre. ¿Se podría decir que esa fue su época dorada?
  • Fue la leche. Imagínate… ¡Me dio un premio Ondas! Es que cuando me llamaron para contarme, yo solo pensaba «¿perdona?», porque parecía casi imposible que alguien por presentar videoclips llegara a eso. Así que sí, pienso que tiene mucho mérito. Para mí, fue lo más grande del mundo. Pese a ello, me gustaría confesarte algo: cuando el programa marcaba cifras astronómicas, cuando llegó el reconocimiento, yo no lo pude disfrutar porque estaba currando, estaba en una montaña rusa…. Y ahora es cuando lo estoy gozando. Cuando, por ejemplo, presento Love The 90s y la gente se me acerca.
  • Supongo que muchos se le acercan para hablarle de música y a mí me gustaría hacerle una pregunta como experto: ¿hay alguna canción que sienta que su éxito es o fue incomprensible?
  • La del Chikilicuatre. Ese año, estaba yo en el jurado de Eurovisión con Raffaela Carrá y ella me preguntaba «¿pero qué es esto?» y yo solo le decía «no sé que decirte, ni cómo explicarte. Es una catástrofe para nuestro país y no tiene ni puñetera gracia»… Y ella volvía a preguntar «pero será una broma, ¿no?». Y no, ¡no era una broma! Esa era nuestra canción para Eurovisión. Es que era demencial que la gente bailara el maiquelyason, el crusaíto y todo aquello. Pero, ¿sabes qué? Que me tuve que comer todo lo que dije, porque la canción quedó número siete en el certamen y yo quedé como «no tengo ni puta idea de música». Por eso, cuando Raffaella me preguntó por el resultado final, le pedí que no me volviera a hablar sobre el tema… Porque ni sabía qué decirle.
  • Ahora viajemos al presente. Tiene un programa, con Mar Montoro, en Radio 4G, que se llama ‘Desde que amanece, apetece’. ¿Qué es lo que más le gusta de él?
  • Es un programa que hacemos desde hace tres años y me gusta porque tenemos mucha diversión, buena música y expertos hablando de temas de actualidad. Aun así, no nos metemos en política, ni en el tema de la pandemia… Porque siento que los locutores tenemos que tener claro una cosa: a la gente hay que divertirla, no encabronarla. El que está en el coche, en el autobús o en el metro quiere pasarlo bien, no comenzar la mañana escuchando que el mundo es una mierda. Sí, sabemos que hay una guerra, pero no puedo comenzar el día diciéndole a la gente «hoy se cumplen 120 días de conflicto». Yo no me olvido de Ucrania. Es más, hablamos de las donaciones, pero no soy de los que va a decirte de madrugada «madre mía, ¡vaya mañana!», porque a la gente le amargas el día.
  • Para terminar: hoy tiene 63 años, ha logrado convertirse en un referente y sigue trabajando. ¿Qué es lo más le importa actualmente?
  • Mi familia es lo más importante que tengo: mi primer amor (mi esposa Isabel), quien es productora y mis hijos que, aunque no quieren ser locutores, me admiran. No les he influenciado ese gusto. Aunque, déjame decirte que eso quizá no se hereda. Porque yo tampoco venía de una familia que tenía que ver con la radio y, un día, mi madre me descubrió hablando en la tapadera del lavabo, esperando que se escuchara mi voz con eco. Y sí… Aunque quizá no me sienta especial, hoy sí creo que nací para esto. Y para las otras tantas cosas que hago. Como el doblaje de películas, los bolos en festivales, las conferencias… He llegado a la conclusión de que quiero morir en un escenario. Pero también te tengo que decir una cosa: todo lo que te he dicho en esta entrevista es de un trastornado. A mí me gusta lo que hago, pero yo estoy como cipote de la cabeza y entono mi mea culpa: estoy loco. Pero eso me ha hecho diferente.

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