Fallece María José Cazenave (Onda Prisma Radio)

Maria Jose Cazaneve

Jose Manuel Bretones escribe en Diario de Almeria que allá por 1989, María José Cazenave me dijo que la radio que hacía desde un pequeño locutorio de Balerma era su expresión de rebeldía. No podía permitir que Almería careciera de autovías, de universidad, de trenes dignos y que los agricultores tuvieran que mendigar el agua para sus invernaderos. Aquel tesón en pelear por su provincia era equiparable al amor que sentía por Almería, sus gentes y sus anhelos.



El micrófono de Onda Prisma Radio se convertía en una prolongación del hastío de los conductores que tardaban hora y media en desplazarse desde la capital hasta Adra, del exilio de los alumnos de Selectividad que debían marcharse a otra ciudad para estudiar una carrera universitaria o del desánimo de los ciudadanos con los problemas cotidianos.

Cazenave abría el micro de nueve de la mañana a dos de la tarde y lo mismo pinchaba un disco de Joe Cocker, ofreciendo datos de su carrera musical, que le cantaba las cuarenta al alcalde de turno por incumplir sus promesas electorales. Esa acidez verbal combatiendo por una provincia, por unos municipios mejores, se tornaba en palabras dulces, de cariño y afecto cuando sus oyentes llamaban a la radio y se desahogaban por el desvelo de un barrio sin asfaltar o unas calles sin barrer. Y, claro, en aquella época dura para los periodistas, Cazenave tuvo algún que otro quebradero de cabeza con mancebos de la política con maletines de la «Señorita Pepis». Eran quienes suponían que las radios de los pueblos tenían que adorarlos y venerarlos por el simple hecho de ser políticos. Jamás se plegó a esas coacciones. María José Cazenave, en treinta años de directo, nunca apagó su micro ni quebrantó sus ideales si era en bien de Almería. Si había que denunciar o luchar por un objetivo social común allí estaba ella con su característica voz diciendo las palabras justas y medias, sin bajezas, estridencias ni injurias.

Asumía compromisos y tomaba posición respecto a los eternos problemas de esta provincia sabiendo que Dios siempre le iba a echar una mano ante los riesgos colaterales. Y eso, como decía, no gustaba a determinada gente; más aún en localidades poco pobladas. La radio que hacía era una radio honesta, digna, modulada, con ritmo, que visibilizaba la realidad.

Que defendía a la mujer, sobre todo la del mundo rural. Sin ninguna cadena nacional detrás que le arropara, pero con un vínculo estrecho y directo con sus oyentes. Era su gran satisfacción: el cariño de unas gentes agradecidas porque les abría un vehículo de expresión para que hablaran de lo cercano; de lo cotidiano. Y hacer ese periodismo de calle desde un locutorio de pueblo es muy difícil.

La voz de María José se ha apagado para siempre tras una vida de superación personal y profesional. Tenía la ilusión de llegar a tiempo para recibir la distinción que la Asociación de la Prensa de Almería otorga a los periodistas que asumen la jubilación como una meta de su veteranía profesional y murió con la esperanza de que sus descendientes disfrutaran de una provincia moderna, mejor comunicada y más solidaria y justa. El legado profesional que nos deja al resto de periodistas es inmenso: el buen uso de la libertad de expresión es un arma poderosísima. Más, si se ejerce desde un minúsculo locutorio de un pequeño pueblo donde todo, si cabe, es más complicado. DEP.

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