«Está sonando África, de Toto»: el misterioso locutor detrás del éxito de Aspen FM, Fernando Iannello

Aspen

En clarin.com leemos: San Bernardo, 1987, las olas y el viento, el sucundum de Madonna, Lionel Richie, Phil Collins de fondo. Tiritando, caminando por la playa, Fernando Iannello vio venir a un amigo locutor, se puso a charlar con él, y esa conversación con aire de mar lo arrancó de un destino de oficina para plantarlo en un estudio de radio.



Llevaba tres años de la carrera de Contador público, ya había aprobado Macroeconomía, Derecho comercial, Matemática financiera y otras tantas asignaturas que incineraban su cerebro cuando tomó la decisión: adiós a las ciencias económicas.

La idea era probar con el Derecho y en simultáneo inscribirse en un terciario: el COSAL no le garantizaba trabajo estable, pero le encendía una cosquilla de vocación que nunca antes había sentido.

Con el diario del lunes, el locutor de las mañanas de Aspen (Aspen Express) hoy celebra el resultado. Escapó «a tiempo» también de la abogacía y cumple 30 años en esa atmósfera de «pura música las 24 horas». Sumado a la nave espacial en enero de 1993, cuando muchos consideraban a la 102.3 como «una radio de sala de espera de dentista, de ascensor, de hotel alojamiento», ahora vive un momento de reivindicación: la emisora se ubica segunda en el rating de FM, detrás de La 100.

Casi un discípulo zen, cultor del silencio cuando no hay nada bueno para decir, Don Aspen es el tono amigo, la resonancia en su punto exacto de 6 a 10, cuando la Argentina se despabila. Es amigo de otro vitalicio del dial, Leo Rodríguez, locutor, musicalizador y coordinador artístico de esa empresa del aire. «La gente está quemada, agotada», analiza. «Que seamos tan escuchados habla de lo que la sociedad necesita».

-Desmitifiquemos: ¿Es Africa, de Toto, la canción que más escuchaste en tus 30 años en Aspen?​

-​(Se ríe). No. Es un temazo que suena mucho, pero no sé si es el que más suena. La cuenta @AfricaTotoAspen potenció a Aspen desde las redes. No creo que alguien pueda odiar Africa. A veces uno tiene la percepción de que un tema suena demasiado, pero no es así. Está todo increíblemente dosificado y estudiado a nivel musicalización.

El tenista que despierta a los argentinos
Hijo de contador, infancia en Caballito, adolescencia en Belgrano, su perfecta dicción en inglés responde en gran parte a la educación bilingüe en un colegio de Flores, el Eccleston, donde cursó jardín, primaria y secundaria.

Nacido el 23 de enero de 1966, recibido como locutor en 1989, tuvo su primer ciclo propio (Costa Esmeralda) en FM Líder, «una radio trucha de la calle Cabildo» en la que compró espacio junto a un compañero.

El primer sueldo lo ganó en FM Río, una emisora de Martínez en la que trabajaban figuras como Juan Carlos Pérez Loizeau. Luego, mientras repartía demos en casete por cuanta radio de renombre existiera (FM Horizonte, La Z95, Del Plata, Rivadavia, Mitre) llegaron sus primeras suplencias en el informativo de Radio América.

Para fines de 1992, un amigo le avisó que en La Nación había un aviso de búsqueda de locutores y se presentó en el casting. Fue el director chileno Manuel López Oyarce quien tomó las pruebas y descubrió la ventaja con la que corría Fernando: había sido «escuchador» minucioso desde tiempos de FM Láser (marca a la que reemplazaría Aspen en 1988).

«¿Pero no has trabajado ya aquí, huevón?», se rió el chileno por teléfono días después, cuando le dio la bienvenida al equipo.

Los comienzos de Iannello en Aspen fueron de madrugada. En tres décadas pasó por todos los horarios y atravesó varias mudanzas. Primero salía al aire desde el edificio de Honduras al 5600, luego desde Freire 900 y más tarde desde Conde al 900. Fue Quique Prosen (ex director) quien decidió ubicarlo por las mañanas, la franja que mejor parece sentarle al hombre que abandonó el fútbol y practica tenis cuando abandona el aire.

«Radio y música siempre han sido un matrimonio muy bien avenido. Combinan a la perfección. Y la selección musical elegida por FM Aspen se dirige claramente a quienes hoy superan mayoritariamente los 50 años, de modo que la música constituye su música de juventud, lo que alimenta y enciende su nostalgia», analiza desde España el estudioso del éter, Gorka Zumeta, Licenciado en Ciencias de la Información e investigador del comportamiento de las emisoras y de los oyentes.

«Aspen se dirige al grupo mayoritario de la audiencia radiofónica, el mayor en número y en poder adquisitivo, el más atractivo por tanto. Pero, que no deja de cumplir años», suma Gorka como incertidumbre. Para Iannello, el plan es optimista: sumar paulatinamente a los hijos de esos oyentes.

-Desde aquellas burlas sobre Aspen como radio de sala de espera a la gran aceptación de hoy, ¿Cómo creés que logró reconvertirse la marca?

-Para la época en que entré pasaban música lenta, tono medio y bajo, y de ahí los chistes. Pero lo que ocurría era algo grandioso, los musicalizadores viajaban y traían en la valija CD con lo que se escuchaba afuera y acá no estaba sonando todavía. Creo que fue cambiando algo del estilo de la música y el golpe de timón lo da Quique Prosen.

-¿De qué modo?

-No perdimos la formalidad de fines de los 80, o de los 90, pero mantuvimos el no tener estridencia ni adrenalina. La idea es no gritarle al oyente.

-¿Qué podés y qué no podés hacer al aire en las mañanas de la radio?

-Dar información útil, pero que no te queme la cabeza. Yo trato de no elegir policiales, excepto que hayan robado el banco central, claro. Información sin opinión, sin inclinación, el hecho objetivo en sí. Por suerte en la historia de la radio nadie se ocupó de meterse en lo periodístico y forzar cierta línea. Aspen no tiene intencionalidad política.

-Ignorar la grieta es parte de ese éxito…

-Sí, justamente, no es nuestro objetivo hablarle solo a un público o mostrar una camiseta. Nuestra historia se basa en la música y nunca rosquear para ningún lado.

-¿Tres reglas de oro para ser locutor de Aspen?

-Una buena pronunciación en inglés, una buena voz y profesionalismo. Eso para empezar. Y después, la gente que se queda muchos años en la radio es buena gente, sin ego, con buenas relaciones interpersonales.

-Cómo creés que pasamos de esa radio vintage a esta que dispara la aguja en las mediciones, detrás de La 100?

-No me sorprende. Esto es lo que la gente necesita. El sonido, lo artístico, la musicalización. Todo eso no se ve, pero es el resultado de un trabajo de escritorio y después uno frente al micrófono. Esta radio es una amiga del oído, cuando escuchás algo que suena feo, o hay demasiado silencio, te vas. Sumar generaciones es nuestro desafío divino.

-¿Un top de artistas que más suenan en Aspen?

-Tal vez Phil Collins, Beatles, Electric Light Orchestra, Dua Lipa, The Weekend, Harry Styles…

-¿Si tuvieras que escribir un manual de cómo tratar al oyente, qué prioridades escribirías?

-Primero y principal respetar la temática que te pide la radio en la que estás, la estética, el ritmo de conducción. Después está tu impronta, si sos más simpático, serio o sensual. En particular, hay que pensar en el horario en que estás conduciendo y qué puede estar haciendo el oyente a esa hora, imaginarse cómo te escucha, dónde y con quién y qué busca de vos, por qué te elige. Eso es importante para poder llegarle.

-¿En la vida real sos tan calmo como en el aire?

-Muy calmo. Cuando me toca hablar con alumnos de la carrera de locución, les comento que lo que viene con uno se transmite inexorablemente. Si alguien es tranquilo o si es una bola de nervios se nota. En la conducción, sobre todo, no podés disfrazarte.

Jazzero, fanático de Racing, casado con Andrea desde hace 30 años, padre de Facundo, Tatiana y Juan, Sir Iannello cuida el instrumento como nadie y evita los aires acondicionados y el cigarrillo. Hace unos días se lo escuchó excepcionalmente «cascoteado». El público supo perdonar cuestiones de fuerza mayor como haber bramado por la Scaloneta en la final del Mundial.

Acostumbrado a que taxistas y vendedores lo escuchen saludar y al instante lo saluden al grito de ‘¡usted es el señor de Aspen!’, Iannelo es también el tono usual que se escucha en las publicidades del cine. Ejecutor de un precioso castellano neutro, puede escuchárselo en documentales de aviones, robótica, medicina, tribus… Su catálogo de servicios incluye, además, voz para primerísimas marcas de perfumes internacionales y otros productos del segmento de lujo, en inglés y en español.

Inamovible ya en esa casa de Conde 51 (Aspen forma parte del grupo Octubre), Fernando no piensa abandonar su formalidad, aunque esa cualidad se desmoronó alguna vez que el micrófono quedó abierto en una accidentada charla doméstica con el operador. No hay blooper que su oyente no perdone. «Me metí en la vida de las personas de una forma que no puedo dimensionar», se emociona y descarta cualquier proyecto de jubilación.

-Treinta años es demasiado tiempo en un mismo trabajo. ¿Cuándo se jubila una voz? ¿Pensás en el momento de dejar?

-Claro que 30 años es mucho tiempo. Más de una vez planteé si hice bien y llegué a la conclusión de que hice lo correcto. No me cuesta nada ir a la radio, valoro estar ahí, soy un privilegiado. Me pienso por siempre en Aspen, no me imagino el momento de terminar, no pienso en el último día, no lo tengo en mente. No me imagino trabajando en otra radio. Vaya a saber hacia dónde irá evolucionando esta profesión.

La asistencia perfecta de su voz presentando clásicos más su halo misterioso lograron grabarse a fuego. La gran injusticia, tal vez, sea que APTRA jamás le haya entregado un Martín Fierro. «¿Sabés lo que es ir a trabajar todos los días con gente macanuda, sin rispideces, en un ambiente de trabajo de lujo?», compensa con la pregunta de su no Martín Fierro. Y vuelve al aire, a esa zona donde flota y ahora suena otra vez su amigo Toto.

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