
30.06.2025.- Jesús Suárez escribe en 21noticias.com: Mira, yo no sé tú, pero yo sigo creyendo en la radio. Sí, en la radio de verdad, la que huele a cables, a sudor y a café frío en un vaso de plástico. No en esa radio de voces perfectas y publicidades a precio de oro, no. Yo hablo de la radio que hace la gente de la calle, la que se mete en los bares, en los pasillos de las facultades, en las esquinas donde nadie mira. Esa radio, en A Coruña, se llama CUAC FM. Y lleva casi treinta años dando guerra en el dial.
Te cuento cómo empezó todo. Fue en 1995, cuando unos chavales de la Universidad, con más ganas que medios, se juntaron porque pensaban que el campus tenía historias que merecían ser contadas. Eran del Colectivo de Universitarios Activos. Unos tipos que, en lugar de quedarse en casa estudiando apuntes amarillos de tanto pasar de mano en mano, se empeñaron en abrir la boca. Hicieron un programa piloto en Radio Culleredo, lo llamaron A pé de Campus. Era modesto, pero tenía chispa. Y ya estaba el germen sembrado.
Al año siguiente, el 15 de junio del 96, fundaron oficialmente la asociación CUAC. Y lo siguiente que hicieron fue liarse la manta a la cabeza y subir a la azotea de la Facultad de Económicas, allá en Elviña, con una antena a cuestas. Montaron el emisor como quien monta un tenderete en la feria. Y el 27 de marzo de 1996 empezó a sonar CUAC FM en el 103.4. Nadie daba un duro por ellos, pero ahí estaban, con el decano y el vicerrector mirándolos entre orgullosos y con cara de “estos chavales están un poco locos”.
Al principio era solo una radio universitaria. Pero pronto se dieron cuenta de que la universidad se les quedaba pequeña. Porque el mundo ardía más allá de las aulas. CUAC empezó a abrir sus micros a quien quisiera hablar. Gente de los barrios, músicos, colectivos sociales, tipos con historias que nadie quería escuchar. Y así se hicieron radio comunitaria. Una radio que no es de nadie y es de todos. Una radio que se mete en los rincones donde las grandes emisoras no se atreven a entrar.
En 2006 se unieron a la ReGaRLiC, la Red Galega de Radios Libres e Comunitarias. Y en 2009 estuvieron en la fundación de la Red de Medios Comunitarios de España. Porque sabían que para aguantar en este mundo, hacía falta tejer redes. Porque solos puedes gritar mucho, pero te oyen cuatro. Juntos, haces temblar paredes.
Pero ojo, que no todo ha sido fiesta. En 2002, un maldito traslado de la Facultad los dejó sin estudio. Bajaron la persiana un tiempo. Pero en 2003 volvieron, más cabezotas que nunca, empujados por gente grande como Manuel Rivas, que tiene verbo para mover montañas, y Xurxo Souto, un tipo que lleva la música y la palabra en la sangre. Porque CUAC es eso: gente que se niega a rendirse.
Y luego vino 2017. La Xunta, que siempre anda mirando qué se emite y qué no, les abrió un expediente sancionador por emitir sin licencia. Como si la libertad necesitara permiso. CUAC, en lugar de seguir emitiendo a escondidas, decidió dar un golpe de efecto. Apagaron su emisor de FM el 1 de octubre, a la una y tres minutos de la madrugada. Una hora elegida a propósito, como un puñetazo en la mesa. Porque cuando se lucha, hasta el reloj importa. Y empezó la guerra de #CuacResiste.
Mientras tanto, no dejaron de hacer radio. Porque cuando llevas la radio en las venas, no hay silencio que te pare. En 2021 cumplieron 25 años en antena. Y lo celebraron como se celebra todo en CUAC: haciendo comunidad. Han pasado por sus micros casi quinientos programas. Piensa en eso: quinientos programas de voces distintas, de acentos, de risas, de broncas, de historias. Programas como Zapping, que nació un 11 de noviembre del 96 con Antón Lezcano y Txury Ferrer, tipos que se atrevieron a decir lo que otros callaban. O Inframundo, con Hugh McGinley, un inglés que llegó a Galicia y se quedó porque aquí también hay lugar para los locos. Y Ar de Coruña, que se metía en los barrios, en los portales, en las calles. Que contaba la ciudad real, la que huele a mar y a humedad, no la de las postales.
Por CUAC FM ha pasado gente que hoy trabaja en radios grandes, en periódicos, en la tele. Voces que ahora suenan en todas partes, pero que aprendieron a sostener un micro aquí, en estos estudios donde a veces el ordenador se cuelga y hay que improvisar.
Porque CUAC no es solo radio. Es escuela. Desde 2015 tienen su Escuela de Radio y Asociacionismo. Enseñan a la gente a hablar al micro, a preparar un programa, a entender que la radio no es solo música y voces bonitas, sino contar verdades. Organizan concursos de bandas, talleres de galego —aquel Isto é Galego—, romerías, fanzines como el Cuaczine. No paran. Siempre tienen algo entre manos.
Y ojo a los nombres que han puesto a sus estudios. No es casualidad. José Couso, Alexandre Bóveda, Rafaela Hervada, la primera directora de Radio Coruña. Y su redacción se llama Xohana Torres. Porque CUAC sabe que hay que recordar a los que vinieron antes y abrieron camino.
Han recibido reconocimientos, claro. En 2021 la Xunta los declaró de utilidad pública. Y en 2025 ganaron el Premio Martín Códax al mejor proyecto de comunicación y difusión musical. Hasta rodaron un documental, Nada que ver, que estrenaron en el Teatro Colón. Y lo recaudado, en vez de guardárselo, lo donaron a la Cocina Económica. Porque CUAC es eso: cultura y solidaridad en la misma frase.
Hoy siguen ahí, en el 103.4 y en internet, donde las ondas se han convertido en bits. Siguen siendo refugio, trinchera, altavoz. Siguen diciendo lo mismo que decían aquel día de marzo del 96: que la radio es libre o no es nada.
Y yo, que he visto demasiadas veces cómo se compra y se vende la cultura, me quito el sombrero ante CUAC FM. Porque siguen ahí, con sus micros abiertos, con sus voces vivas, diciendo que aquí nadie se calla.
Y que no nos falten nunca.
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