Cristóbal Cervantes cumple 50 años en la profesión

Cristóbal Cervantes

José Manuel Bretones escribe en Diario de Almería que el periodista, que comenzó a trabajar en los medios en 1973, cumple 50 años de profesión con un gran bagaje en la radio desde sus comienzos hasta el día de hoy.



El miércoles, 30 de enero de 1957, mientras los almerienses hacían cola en el Teatro Cervantes para ver el estreno de “Luces de la ciudad” de Charles Chaplin, otro Cervantes asomaba al mundo en la capital.
Doña Juana, venida desde Garrucha, daba a luz a Cristóbal Cervantes Hernández. Un niño muy espabilao que ya apuntaba maneras cuando, en 1971 y siendo alumno del Diocesano, fue seleccionado para la final provincial del certamen literario de Coca Cola.
O cuando en 1973 representó la Pasión de Cristo en el escenario de La Salle y su actuación fue calificada en el periódico como “inmejorable”.

Pero ese Cristóbal chaval -hijo de Andrés, el cartero de Pescadería- muy pronto saltó al Cristóbal Cervantes locutor y realizador de programas de radio.
En 1973. Hace justo medio siglo. O mejor, 50 años, que parece menos. Cuando los quinceañeros solo pensaban en ser como Cruyff o Pirri, él apostó por hacer radio; por comunicar; por contar cosas.
Empezó de la mano de Juanjo Pérez y Miguel Ángel Martínez Campos, en Radio Juventud; al principio con grabaciones y luego con sustituciones de compañeros ya consagrados.
Compartió micrófono con Manuel Gutiérrez Navas, Loli Benavides (“Tarde musical”) con Encarni González (“Cosas”) y más tarde él solo en el nocturno “Especial fin de semana”, de hora y media, “Almería Verano” o “Buenas noches, Almería”.
Aquella voz sugerente se convirtió en un símbolo de las noches de estío de 1974, mientras los oyentes tomaban el fresquito en las puertas de sus casas.

Ese Cristóbal jovencico no paraba: presentó festivales, recitales poéticos en el Apolo o comedias musicales en Las Jesuitinas; fue jurado del festival de Benidorm o puso la voz “en off” de la obra “Villancico de Espuma” en la parroquia de San José.
Hasta leyó un pregón de feria porque a la autora le dio un ataque de pánico y no articuló palabra.

Y llegó lo que tenía que llegar. Radio Miramar de Barcelona supo, gracias a Andrés Caparrós, de sus excelentes cualidades profesionales y humanas y, como los grandes fichajes futbolísticos, se lo llevó a la Ciudad Condal para disgusto y orgullo de su madre Doña Juana.
Era el 10 de octubre de 1977 y hasta allí se marchó un Cristóbal “inconformista” y “luchador” como él mismo confesó al periodista Manuel Falces.
Antes de despegar en el viejo DC-9 ya echaba de menos a amigos y familia, pero la etapa que se abría era ilusionante y esperanzadora.
En ese instante se acrecentó en él un “click” que ya tenía y aún perdura: el de amar, promocionar y defender a su provincia, allá donde fuera.
Por eso, aunque marchó hace 46 años, no se ha ido nunca. Almería es su eterno amor.

En la Ciudad Condal, donde se hacía la mejor radio de España, hubo de luchar, trabajar y pelear con entusiasmo, voluntad y calidad. El éxito comenzó a llegar, como recogió Diario de Barcelona.
Y el sueño de niño a cumplirse. La radio se convirtió en su amante. Se codeaba con Julia Otero, Carlos Herrera, José Manuel Parada, Encarna Sánchez, Luis del Olmo y los grandes de las ondas.
Y los personajes de la época se sometieron a sus profundas y preparadas entrevistas: Miguel Delibes, Rafael Alberti, Joan Miró, Julio Iglesias, Adolfo Suárez, Alfonso Guerra, Monserrat Caballé, Concha Velasco, Lola Herrera, Antonio Gala, Lola Flores, Rocío Jurado, la Duquesa de Alba, Camilo José Cela…
Y desde Catalunya, donde trabajó nueve años, comenzó a ejercer su otra gran pasión: viajar. Pero algo debe tener Almería cuando este señor, que conoce seis de las siete maravillas del mundo antiguo, aún suspira por el Cabo de Gata y los atardeceres de nuestra bahía.

Como Cristóbal nunca se marchó de su tierra, las ondas provinciales difundían de vez en cuando su voz. En Radio Popular tuvo una serie de programas-entrevistas con motivo de su X aniversario profesional y en Radiocadena otro espacio en el que hasta retransmitió en directo su donación de sangre.

En 1986 dio el salto a Valladolid, donde dirigió un extenso equipo de profesionales. Compaginaba radio y TV y logró triplicar la audiencia, pero a cambio de un esfuerzo personal y físico terrible. Decía que “para comunicar, primero había que escuchar”; y es verdad.
Estaba exhausto y la solución fue recargar pilas en Almería; aquí, en 1988, lo fichó Enrique Martínez Leyva y en Antena 3 lideró “Viva la gente de Almería”; de ahí a Radio Nacional.
Y siempre, la provincia por bandera, mencionándola cuando podía. Y cuando no, también; sobre todo en los programas regionales y nacionales.

En 1992 fue uno de los rostros más impactantes de “Telesol” con entrevistas profundas a personajes que tenían cosas que contar: Manuel Vázquez Montalbán, Cristina Hoyos, Martín Morales….
Hasta la antorcha olímpica de Barcelona 92 pasó por su programa “El último café”. Nombre nada casual porque esta infusión forma parte, e importante, de su vida cotidiana.
Luego lo fichó Onda Cero. Y desde ahí, Sevilla; la ciudad que ha marcado su trayectoria vital en los últimos lustros y donde fue la imagen y la voz más potente de “Sevilla TV”, “Punto Radio” o “Giralda Televisión”.

En los noventa desarrolló su faceta de exaltador, tertuliano, pregonero y mantenedor de actos sociales, cofradieros y religiosos.
Desde entonces, innumerables hermandades de Almería y Sevilla lo han aupado al púlpito de las sedes canónigas gracias a su don de palabra y la profundidad de sus reflexiones: Entre otras, Prendimiento (primer pregonero, en 1991), Soledad, Macarena, Perdón, Estudiantes, Virgen del Mar de Almería (2000) y Sevilla, Rocío (2014).
En la capital ha sido pregonero de la Semana Santa (1996), Feria de Agosto (2011), Navidad… hasta Rey Gaspar de la Cabalgata (2013).
Incluso la Cámara de Comercio tiró de él –y él se prestó altruistamente- para conducir el gran acto reivindicativo para la llegada del AVE, celebrado en 2021 el Puerto ante miles de espectadores.

Y Sevilla, que tiene algo que no se ve pero que te atrapa, también se cautivó del periodista almeriense. Y al revés.
Allí, ahora, es una autoridad en la comunicación, en el complicado y cerrado mundo de las cofradías, en la cultura y en los eventos.
Entrevista a todo el que se presta, sea escritor, empresario o poeta y siempre resulta un éxito porque plantea el asunto como una conversación, no como un interrogatorio.

No hay acto social hispalense que no presente o asista. Es el único almeriense que ha pregonado a la Hermandad de la Esperanza de Triana.
Y cada año conduce el acto de entrega de las medallas de Sevilla. Su presencia en el escenario imprime aún más lustre al acto institucional.
Y si encaja, o no, menciona a Almería. Otorga mucha importancia a la simbología; y a su práctica. Llevó flores con los colores de nuestras banderas a las reliquias de los Reyes Magos en Colonia y envía cada año un ramo de rosas a Ntra. Sra. del Amor y de la Esperanza, de la Cofradía de Estudiantes.
Además, es un muy activo usuario de las redes sociales que maneja con constancia; mejor que un adolescente.

Si cualquier día de estos lo ven bajar el Paseo o tomar una media luna en una confitería, salúdenlo. Es patrimonio de Almería.
Y aspira a tener el cariño de su gente porque está aquí “para querer y que nos quieran”, como le dijo el profesor Aranguren en una entrevista.
Sin ninguna duda se merece, ahora que cumple 50 años de profesión, una de las medallas de la provincia que otorga la Diputación.

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