Y lo sabemos gracias al artículo de Víctor J. Hernández en Ideal:
En la zona de expansión de la capital almeriense, conocida como la Vega de Acá, se encuentra la calle Adolfo Marsillach, que enlaza perpendicularmente la calle Argentinita con la propia Avenida de la Vega. Se trata de un espacio urbano moderno, de amplias calles, modernos complejos residenciales y parques como el de las Familias, en uno de cuyos costados desemboca esta vía de comunicación.
No es fácil saber si Marsillach, que nació en Barcelona en 1928 y murió en Madrid en 2002, hubiera preferido que su nombre apareciera en una calle estrecha en pleno casco histórico, acaso con más vinculación con la cultura que corrió por sus venas durante toda su vida.
Eso ya no es posible saberlo, aunque dicen, quien lo conocieron, que este escritor y director de teatro era todo menos un divo, sino más bien una persona sencilla y sin pretensiones.
En todo caso, hubiera tenido que empuñar una gran firmeza para sobreponerse a un destino que parecía tenerle reservado un camino obligatoriamente ligado a la cultura.
Y es que en la casa de Marsillach se ‘masticaba’ la cultura desde su infancia. Nieto e hijo de periodistas, su abuelo fue Adolfo Marsillach Costa y su padre Luis Marsillach, crítico teatral nacido entre las dos generaciones literarias más importantes de la historia española;el 98 y el 27. Además, su padre hizo carrera como escritor e historiador. No en vano, suya es la Historia del Teatro que, sin duda, marcó el porvenir profesional de su hijo Adolfo.
Completísima carrera
Tanto fue así que sus primeros pasos fueron como actor en Radio Barcelona, mezclando las dos grandes pasiones de su padre:el periodismo, al ser actor de una emisora de radio, y la interpretación que se sometía habitualmente a los juicios de su progenitor. Aún así, el joven Adolfo no abandonó sus estudios de Derecho, que le permitiría terminar convertido en abogado.
De las representaciones radiofónicas no tardó en dar el salto al teatro ante el público, primero con la compañía de Ramón Martori, representando ‘Vacaciones’ y, más tarde, nada menos que en el María Guerrero, en Madrid, con un plato fuerte como ‘En la ardiente oscuridad’, obra de Buero Vallejo, dirigido por Luis Escobar.
Comenzaba así una prolífica carrera teatral que también incluyó la creación de su propia compañía, junto con la también actriz Amparo Soler Leal, su esposa.
Tras haberse retirado, volvió en los albores del siglo XX, en 1997, con un ciclo de lectura del Siglo de Oro, ‘Una noche con los clásicos’, para cerrar su carrera con ‘Quién teme a Virginia Woolf’, en 1999. Su gran carrera teatral se completó, desde 1959, con la de actor televisivo, con grades series pero, sobre todo, ‘Ramón y Cajal’, fueron algunos de sus obras como actor y director.
Destacó también como actor de cine, director de teatro, promotor cultural institucional, fundando el Centro Dramático Nacional y también como escritor.
59012
